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AGROPECUARIA

15 de noviembre de 2016

Los anegamientos crecen y ponen en riesgo 12 millones de hectáreas

Es un cálculo de la Fauba para la región pampeana. En esa área, se inunda del 20 al 40 por ciento del paisaje. En el centro-este de Córdoba, el 25% de las tierras está bajo el agua.

El estudio difundido por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) asegura que las zonas con problemas de anegamientos vienen creciendo en los últimos años y “podrían poner en jaque a la producción agropecuaria y demás actividades en la región pampeana”.

Esteban Jobbágy, docente de la Especialización en Teledetección de la Fauba e investigador del Conicet, calcula que, en la actualidad, los excesos hídricos involucran a unos 120.000 kilómetros cuadrados (12 millones de hectáreas), en los que se anega del 20 al 40 por ciento del paisaje. 

Ese cálculo fue realizado junto a otros investigadores de la Universidad de San Luis (UNSL): Marcelo Nosetto, Raúl Giménez y Jorge Mercau. 

Por zonas

Según este estudio, el oeste pampeano, por ejemplo, atravesó su última “gran ola” de inundaciones entre 1996 y 2001, cuando llovió 20 por ciento encima del promedio histórico. En ese lapso, la superficie afectada en la región creció del 3 al 27 por ciento y las napas subieron de 3,5 a 1,3 metros de profundidad. 

Es decir, un aumento de 800 milímetros en el almacenaje de agua en el suelo durante cinco años, redujo un 50 por ciento el área agrícola. Si bien la inundación se retrajo, los niveles freáticos no volvieron a los de 1996, y actualmente están a dos metros de profundidad. Esto implica que hoy, la misma inundación se podría repetir con sólo la mitad del aumento del almacenaje que ocurrió en 2001.

 

Otro ejemplo es el centro-este de Córdoba, que de acuerdo a esta investigación, tiene el 25 por ciento de las tierras bajo el agua. Al respecto, cita las mediciones del Inta en Marcos Juárez, donde las napas ascendieron de 11 metros de profundidad en 1970 a un metro en 2016. En Corral de Bustos, también el agua está a punto de brotar.

La necesidad de rotar

El estudio sostiene que estos problemas no se pueden asociarse a un cambio en el régimen de lluvias, sino más bien a las modificaciones en los esquemas productivos, que reemplazaron pasturas, pastizales y montes por cultivos agrícolas. 

“El exceso hídrico en la llanura se debe a la diferencia entre los ingresos de agua al sistema y las pérdidas por evaporación (muy reguladas por la vegetación). Obviamente, también es clave qué tipo de rotación agrícola se implemente”, señala el texto difundido por Fauba.

Las evidencias más sólidas que apoyan esta hipótesis vienen de experimentos de campo y de modelos de simulación. Un estudio de diez pares de lotes vecinos de pasturas de alfalfa y cultivos de maíz en Trenque Lauquen, por ejemplo, muestra que las pasturas mantienen las napas 20 centímetros más profundas, aun a pesar de la constante llegada de agua subterránea desde la matriz agrícola a estas “islas” de pastura. 

Transpiración

Esto se logra porque, por un lado, las pasturas dejan “escapar” hacia abajo menos agua que los cultivos; por el otro, son capaces de alcanzar y aprovechar napas en períodos secos. Observaciones satelitales del verdor de la vegetación muestran que mientras las pasturas transpiran 1075 milímetros al año, cultivos de verano como soja y maíz de primera sólo transpiran 680 milímetros al año.

De esta manera, en base a un modelo de simulación simple usado en esta misma zona, se llegó a la conclusión de que entre los ‘70 y el presente, los niveles freáticos habrían llegado a menos de 50 centímetros de la superficie en sólo cinco campañas bajo una secuencia sostenida de cultivos simples de verano. Sin embargo, eso nunca habría ocurrido bajo una rotación que incluye alfalfa la mitad del tiempo, en la que las napas se habrían mantenido siempre por debajo de los dos metros de profundidad.

Estas diferencias en la transpiración entre pasturas, o vegetación natural, y cultivos inclinan la balanza hacia la ocurrencia de excesos hídricos como consecuencia de la agricultura continua (sobre todo si se realiza un solo cultivo al año). A lo largo de los años, el agua que la agricultura no transpira es suficiente para causar los anegamientos observados.

Agencias



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