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4 de agosto de 2016

EEUU:La obstinación de Trump fractura el partido

La negativa del magnate a apoyar la candidatura de dos influyentes legisladores termina de romper la unidad; se especula con un plan para cambiar la fórmula.

La campaña presidencial de Donald Trump ha terminado de empujar al Partido Republicano, uno de los dos partidos políticos que le han dado forma a Estados Unidos, a un pandemonio.

Donald Trump, ayer, durante un acto de campaña en Daytona, Florida

En una movida que profundizó su enfrentamiento con el establishment de Washington, Trump le negó su respaldo formal al republicano de mayor peso en el Congreso que este año busca su reelección, el presidente de la Cámara de Representes, Paul Ryan, además de a otro ícono del partido, el senador John McCain.

"Necesitamos un liderazgo muy, muy fuerte. Y yo todavía no estoy ahí", dijo Trump, en una entrevista con The Washington Post, cuando le preguntaron por Ryan, que meses atrás había utilizado esa frase calcada para retener su respaldo, por ese entonces, al ahora candidato presidencial. Ryan luego dio su apoyo.

 

La polémica, una adicción que expone al magnate

                       

El último tironeo, que dejó otra vez al descubierto la fractura del partido cuando faltan menos de 100 días para las elecciones presidenciales, ha terminado por hundir en la frustración a los líderes, funcionarios, estrategas, donantes y comentaristas republicanos que nunca quisieron a Trump, pero quienes, desde que se impuso en las primarias, intentaron digerir su candidatura y trabajar con su errática campaña para negarles a los demócratas otros cuatro años en la Casa Blancay preservar el control del Congreso.

Esa frágil tregua pareció terminar de deshilacharse ayer, tras los múltiples tropiezos de Trump en los últimos días, en los cuales ha retrocedido en las encuestas, y su renovado enfrentamiento con la cúpula partidaria.

 

Las contradicciones que viven en este tiempo los republicanos llevaron al compañero de fórmula de Trump, Mike Pence, a contradecirlo públicamente, al darle un fuerte respaldo a Ryan, al que llamó "un viejo amigo" y un "fuerte líder conservador". Pence dijo que Trump le había dado luz verde, una aclaración innecesaria en un entorno político normal, que fue recibida con dudas.

El caos fue tal que ya desde antes de la movida de Pence varios medios le dedicaron tiempo y espacio a una especulación: el Partido Republicano podría reemplazar a Trump, gracias a una regla que autoriza al comité a nombrar una nueva fórmula presidencial. La regla está contemplada ante la muerte o la incapacidad de un candidato, pero podría ser aplicada si Trump diera un paso al costado.

"Hay gran unidad en mi campaña, quizá más grande que nunca", escribió Trump en Twitter, ayer por la mañana. Unas horas más tarde, reiteró el mismo mensaje en un acto de campaña en Florida, en el que dedicó gran parte de su mensaje a criticar a Clinton y afirmó que Estados Unidos parecía "un país del tercer mundo".

El candidato republicano, Donald Trump

El candidato republicano, Donald Trump. Foto: EFE / Archivo

El director de la campaña de Trump, Paul Manafort, también intentó poner paños fríos a la situación durante una entrevista con la cadena Fox News en la cual no hizo más que dar explicaciones. Acusó a la campaña de Hillary Clinton de querer instalar en los medios "la confusión" en el campo de Trump y afirmó que todo estaba "en buen estado".

Pero, a la vez, Manafort pareció también tomar distancia del magnate y, en medio de las presiones para que Trump modere sus declaraciones y profesionalice su campaña, dejó en claro que sólo Trump decide el rumbo.

"El candidato está en control de la campaña. Eso es lo principal. Y yo estoy en control de hacer las cosas que él quiere que haga en la campaña", describió Manafort.

El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, que desde que Trump se impuso en las primarias ha hecho hercúleos esfuerzos por mantener el partido unido, recurrió a los hijos del magnate, Ivanka, Donald (Jr.) y Eric, para intentar convencer a Trump de que enderece su campaña y su mensaje.

El establishment republicano está agitado no sólo porque ve que no pisará la Casa Blanca por otros cuatro años, sino también porque debe proteger el control del Congreso. La sangría del partido suma un nombre nuevo casi a diario. Anteayer, Meg Whitman, CEO de Hewlett Packard, una de las principales donantes y recaudadoras del partido, dijo que votará a Clinton y llamó "demagogo" a Trump.

Dos figuras de los republicanos que le dieron un temprano respaldo a Trump, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y el ex presidente de la Cámara de Reprentensantes Newt Gingrich, también salieron a marcarle la cancha al candidato. Gingrich dijo que Trump está ayudando a Clinton a ganar.

"Trump se comporta como si aún estuviera en las primarias, cuando había 17 candidatos", disparó Gingrich en una entrevista con la cadena Fox. "Es necesario que haga la transición y se convierta en un potencial presidente de Estados Unidos, lo que es un nivel mucho más difícil", agregó.

Pero nada indica que Trump vaya a despegarse de una fórmula que no sólo le permite acaparar atención en los medios -uno de sus mayores deleites-, sino que además es del agrado de su coalición política, su "movimiento", que mira con desagrado las formas políticas tradicionales de Washington.

Fuente:EFE



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