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SALTA

CULTO

14 de septiembre de 2014

El Milagro nos lleva a transformar la historia de la mano de la Virgen

En el Santuario del Señor y Virgen del Milagro, la Iglesia celebró el primer día del Triduo Pontifical.

La solemnidad fue presidida por el Arzobispo de la Arquidiócesis de Salta, Mons. Mario Antonio Cargnello. En la homilía el Arzobispo destacó que, “María es la gloria de Jerusalén y el honor de nuestro pueblo”.

Cargnello recordó que, “experimentamos los temblores de la historia, las heridas propias de la condición humana. Nos toca vivir un tiempo no distinto a cualquier tiempo de la historia” y recordó que, “San Agustín nos invitaba a mirar los tiempos con los ojos de Dios. Lamentarnos es entrar en una actitud estéril”, dijo. Exhortó a “ponernos de pie en éstos tiempos volviendo los ojos a la Virgen”. Recordó que el “Papa Francisco nos indica ver en el rostro de nuestra madre, la Virgen, las actitudes del cristiano: la oración, el gusto espiritual de ser pueblo, y la esperanza”.

El Arzobispo de Salta, recordó que “toda la vida de Jesús es una flecha tendida desde su corazón hacia el corazón del Padre” y agregó “María vive una relación con Jesús de un amor que ningún ser humano lo cultivará jamás. Aprenderá que el amor es un vínculo que libera, abre el corazón. Lo aprendió de Jesús, es la primera evangelizadora de todos los tiempos. Es la transformadora fecunda, generadora de familias y de pueblo. Un pueblo que ama a la Virgen es pueblo. La experiencia cristina de la fe es la experiencia de pertenecer a una familia amada. El encuentro con el Señor nos transforma”. Explicó que, “la oración que es una necesidad del ser humano que no se agota en éste mundo, sino que trasciende, tiene necesidad de Dios. Es el respiro profundo del corazón. Mira en profundidad su vida y es capaz de mirar a los otros”.

Monseñor, precisó que, “María siendo la madre de Jesús se pone en la fila para buscarlo y Él la recibe como el pueblo nuevo. Pertenecemos al Pueblo de Dios, que no busca preferencias sino solo servir, como Jesús. Y los gestos de María también como lo hizo en el temblor. Como los peregrinos que enfrentan juntos el cansancio y el dolor. A cada uno de nosotros, cuanto más encumbrada sea la tarea, la actitud debe ser la del servicio. Está excluida de la actitud del cristiano la actitud prepotente, o de excluir”. Señaló que “el cristiano es un hombre de esperanza, porque el resucitado vive en medio de nosotros. La intercesión de María es una actitud de cargar los sufrimientos del pueblo en el corazón, es suyo y lo hace vida”.

Finalmente, el Arzobispo de Salta destacó la necesidad de “renovar la esperanza tendernos la mano como pueblo y transformar la historia como fue capaz la Virgen María de transformar la cueva de animales en la casa del Señor. No tengamos miedo de hacerlo, menos de la mano de nuestra Señora” afirmó.



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