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1 de febrero de 2018

Chalecos para motivar la concentraciòn en clase

El uso de chalecos cargados con hasta seis kilos de arena para mejorar la concentración de menores hiperactivos desata una fuerte polémica en el país.

Alemània.-Se desató una gran polémica en los últimos días, por un método poco convencional que se usa cada vez más en las escuelas alemanas: los alumnos llevan chalecos con arena para para que se mantengan quietos durante las clases. Algunos especialistas los recomiendan a los que tienen déficit de atención y en general a los que les cuesta quedarse en su silla. Sus detractores los ven como camisas de fuerza que impide el libre movimiento de los pequeños.
 
Los chalecos pesan entre uno y medio y seis kilos y se pueden elegir de distintos colores. Cuestan entre 80 y 170 euros. La empresa que los fabrica, llamada Beluga, está especializada en la “terapia con arena”. En su página web explican que “distribuyen el peso y la presión a lo largo de los músculos y estimulan los sentidos, lo que provoca un incremento del rendimiento cognitivo el niño está relajado y puede trabajar totalmente concentrado”.
 
 Chalecos para niños hiperactivos

Niños hiperactivos GETTY IMAGES

En las redes sociales, se levantó la polvoreada y dijeron que era “tortura” y “una perversión”. Varios pediatras también cuestionaron el uso de los chalecos por estigmatizar a los nenes especiales como problemáticos.
 

Los chalecos no son nuevos, hace años que se usan, pero a raíz de la publicación de un artículo en un periódico de Hamburgo, ha prendido la mecha en un momento, en el que la falta de medios para la integración de alumnos con necesidades especiales ocupa un lugar destacado en el debate político en Alemania. En las redes sociales, como casi siempre, es donde el griterío ha sido más intenso. “Tortura”, “es una perversión”, “los niños necesitan amor, comprensión y confianza y no chalecos”.

La empresa que vende los chalecos de la discordia en Alemania se llama Beluga y está especializada en la “terapia con arena”. En su página web explican cómo funcionan los chalecos, que cuestan entre 80 y 170 euros: “Distribuyen el peso y la presión a lo largo de los músculos y estimulan los sentidos, lo que provoca un incremento del rendimiento cognitivo […] el niño está relajado y puede trabajar totalmente concentrado”.

Su directora Silke Turley explica en una conversación telefónica que suministran chalecos a 200 centros de Alemania, la mayoría son centros para niños con necesidades especiales. Turley cree que parte del revuelo tiene que ver con que ahora, los niños con discapacidades están integrados en todo tipo de colegios y eso hace que los maestros entren en contacto con los chalecos y otros materiales especializados. “Está indicado para personas con problemas que tienen problemas para percibir su cuerpo. El chaleco les ayuda a ser conscientes del espacio, es lo que llamamos la propiocepción”.
  
Según Turley, uno de los problemas es que pasamos mucho tiempo sentados y muchos chicos de los que ahora tienen problemas no los tendrían si estuvieran corriendo por el campo en lugar de estar encerrados
 
Por su parte, Hermann Josef Kahl, de la asociación de pediatras alemanes explicó en un comunicado que entre el 3 y el 5% de los pacientes hiperactivos necesitan un tratamiento. “Muchos de los otros niños que no pueden concentrarse, que están inquietos y molestan en la clase, simplemente no han aprendido cómo adaptarse a las exigencias del aula. Poner un chaleco no soluciona estos problemas”, destacó y asegura que sus chalecos no se venden solo en Alemania, sino que exportan también a Suiza, Austria, Suecia, Dinamarca. Noruega, Finlandia, Holanda y Reino Unido.

 

 VOCES ENCONTRADAS

De Wall le propuso a la madre de un chico inquieto probarlo. A la madre le pareció bien y el experimento, según De Wall funcionó. Ahora, en la Schule Grumbrechtstrasse, donde trabaja, los chicos cogen los chalecos cuando quieren y se los ponen.

Hay madres que opinan que los niños desde los seis años, los niños cargan unos mochilones descomunales al colegio. En ellos, llevan y traen cada día una pila de libros que en casa ni tocan. Al ser un sistema que fomenta la autonomía, muchos niños, van además al colegio solos, andando o en bicicleta, con el mochilón a cuestas cada día.

 Los pacientes con TDAH necesitan ser examinados, pero no por un profesor”, ha considerado Hermann Josef Kahl, portavoz de la asociación de pediatras alemanes en un comunicado. En él explica que entre el 3 y el 5% de los pacientes hiperactivos necesitan un tratamiento. “Muchos de los otros niños que no pueden concentrarse, que están inquietos y molestan en la clase, simplemente no han aprendido cómo adaptarse a las exigencias del aula. En muchos colegios, hay demasiados niños por curso, o las aulas son demasiado pequeñas y los educadores están sobrecargados y no pueden ocuparse de las necesidades individuales de cada niño. […] poner un chaleco no soluciona estos problemas”.


 Michael Schulte-Markwort, respondió a la profesora en el periódico de Hamburgo que poner esos chalecos era una decisión “éticamente irresponsable”, ya que sostiene que no existen estudios científicos que permitan recomendar el uso de los chalecos. El especialista explica que síntomas como la falta de concentración y la inquietud requieren diagnósticos específicos y diferenciados, y no soluciones fáciles. “En lugar del chaleco, yo prefiero la mano calmante del maestro en el hombro del alumno”, dice Schulte-Markwort. Este médico plantea además los problemas ortopédicos que puede causar el peso adicional en el cuerpo del niño. “Por un lado nos planteamos rebajar el peso de las mochilas escolares y por otro, les cargamos con chalecos pesados. Permítame dudar de los efectos beneficiosos”.

La polémica ha saltado incluso al terreno político. La responsable de educación escolar del Estado de Renania del norte-Westfalia, Yvone Gebauer, declaró que “este es un método inusual con el que solo puedo ser muy crítica”. Algo parecido estimó Birgit Stöver, de la gubernamental CDU en Hamburgo, quien consideró que las escuelas se dejan influenciar por métodos importados del otro lado del Atlántico, según declaró al Frankfurter Allgemeine Zeitung. En EE UU, se vende un tipo de chalecos similar, llamados “de compresión”, para niños con autismo. El Senado de Hamburgo presentó a finales del año pasado un informe sobre el estado de la cuestión a petición del partido liberal. En él dice que “la autoridad competente no ha encontrado pruebas científicas del método. Sin embargo, los informes de las escuelas indican un impacto positivo en el uso de los chalecos.



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