La retracción se debe en parte al impacto de la inflación sobre el poder adquisitivo de los salarios y también a los cambios de tendencia de consumo, por la inclinación de los mendocinos hacia los hipermercados mayoristas.

Según las cifras, en 2017 los supermercados de la Argentina facturaron $ 18.963 millones, contra $ 15.824 millones del 2016. En términos nominales la diferencia deja un saldo positivo de 19,84%, pero al considerar el efecto de la inflación, se observa en realidad una retracción del 3,82%.

Para llegar a ese número se tuvo en cuenta el aumento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) medido por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE).

El organismo muestra un avance de la inflación del 24,6% en el período analizado. Eso quiere decir que el incremento de 19,84% en la facturación de los supermercados no alcanzó a compensar el efecto inflacionario.

En los supermercados de la provincia de Salta no repunta. El año pasado cerró con una caída de casi el 5% en las ganancias de los centros de compras locales, en comparación con 2016, según surge del análisis de los informes que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) publica sobre ese sector.

Si se analizan las ventas por rubro, se encuentran resultados muy diferentes de un producto a otro. El Indec analiza 11 grupos de artículos, de los cuales nueve terminaron en baja y sólo dos en alza.

Uno de los que logró mejorar sus ventas fue el rubro de bebidas, que alcanzó una facturación de $ 1.510 millones en 2016 y de $ 1.914 millones en 2017. La variación en términos reales fue del 1,7%.

Fue positivo también el balance para los productos de almacén. El anteaño pasado los supermercados lograron facturar $ 5.477 millones y en 2017 alcanzaron los $ 6.972 millones, registrando un crecimiento del 2,2%, siempre teniendo en cuenta la inflación.

Todos los otros grupos de productos perdieron ventas. La caída porcentual más grande la sufrieron los artículos de limpieza y perfumería, que pasaron de facturar $ 2.176 millones en 2016 a $ 2.380 millones en 2017, lo que dejó un saldo en rojo real de 12,2%. 

Finalmente se puede destacar el caso de la carne, que sufrió una caída del 5,5%. Si bien no está en el grupo de los rubros que más cayeron, sí es uno de los más importantes en facturación, por lo que su resultado “mueve la aguja” del balance global.

En los doce meses del año pasado la carne dejó $ 2.419 millones a los supermercados y en igual período de 2016 aportó $ 2.139 millones. 

La caída de la facturación “demuestra que los consumidores usan el supermercado como un almacén”. Además, consideró que la situación no se revertirá tras las negociaciones paritarias: “Los arreglos salariales estarán, en el mejor de los casos, empatados con los precios en 2018, que posiblemente tengan subas muy parecidas a las de 2017”.

“Según las estadísticas oficiales, los trabajadores registrados no perdieron contra la inflación en 2017 y en algunos casos recuperaron poder adquisitivo. Los trabajadores informales sí han tenido más dificultades en la lucha contra las subas de precios, lo que puede haber retraído su consumo”, comentó.

“De todas formas, la principal causa de la caída de facturación de los supermercados es la migración de los consumidores hacia los canales de venta mayoristas”.

Economista  consultados opinan que “Generalmente las estadísticas de ventas de supermercados reflejan el comportamiento de los niveles consumo, pero en este caso hay un factor estructural que influye directamente en el resultado. Se trata de la preferencia de los consumidores por los canales de venta mayorista”.

El consumo mostró signos de recuperación en el segundo semestre de 2017. Por eso se puede afirmar que las ventas que perdieron los supermercados, fueron captadas por los mayoristas”.