En 2011 estuvo a tres puntos de vencer al actual gobernador, Antonio Bonfatti. Tras enfrentar un desgaste por su condición de humorista, de hombre ajeno a la política, se vio obligado a compartir protagonismo en la campaña con su equipo de trabajo, para mostrar -según señala- que no sólo "es un cómico popular". "Cuento lo que veo y digo lo que siento", dice Del Sel, y explica: "Ahora no sólo hago reír a la gente, sino que empezaron a escucharme".

Es su tercera campaña electoral que hace en Santa Fe. La popularidad lo acercó a la gente. ¿Ahora hay más exigencias del electorado tras dejar de ser una novedad política?

-Yo no prometo nada. Ésa es la diferencia. Lo único que digo es que no hay que robar. Lo que me permitió la campaña electoral fue poder contar la realidad. Cuento lo que veo y digo lo que siento. El humor me sirvió para poder disfrutar de esto. Hace dos años, cuando fui candidato a diputado nacional, conocí Gato Colorado, un pueblo del norte de Santa Fe, donde no tenían odontólogo. Estuve dos años hinchando con este tema. Y ahora hay dentista. De estas pequeñas cosas disfruto. La popularidad es muy buena. No lo niego. Con mis compañeros de Midachi hemos sembrado bien y dejamos una huella. Pero hay que andar, hay que hablar y conocer a la gente. Fui el candidato que más kilómetros recorrió.

¿Cuál fue su reacción frente a las críticas de sus competidores que dijeron que usted no está capacitado para gobernar y que representa el pasado?

-Dijeron que era un payaso, que soy un chiste y otras cosas más. Yo estuve 32 años haciendo humor. Eso está claro. Pero no me disfrazo de candidato. Soy lo que soy: un "profe" de educación, un humorista y también un candidato. No le miento a la gente. Me pregunto una cosa: ¿un abogado o un médico está más capacitado que yo? Durante este tiempo, me he rodeado de más de 400 especialistas que elaboraron propuestas muy profundas.

¿Las críticas provocaron un efecto porque después salió a mostrar su equipo?

-No me duelen para nada las críticas. Me pegan por el lado bueno. Porque la gente dice: "Éste me hizo reír". Ahora no sólo los hago reír, sino que empezaron a escucharme. Hablo de frente con ellos y les digo que hay que reemplazar el plan y el subsidio por trabajo. ¿Por qué el hijo del pobre tiene que seguir siendo pobre? Tenemos que llevar desarrollo a los barrios más humildes. ¿Por qué hay una Rosario que besa el cielo y la otra que besa el barro? Si los políticos hubieran hecho las cosas bien, yo estaría pescando en San Javier. Terminaron obligando al humorista a meterse en este quilombo. Y yo lo encaré de lleno. Más allá del tipo común, también están entusiasmados los empresarios. Ven que todo lo que tengo lo hice laburando. Sólo en desarrollo económico hay 150 personas trabajando conmigo, con gente muy interesante. Tenemos especialistas en educación, seguridad, salud, en infraestructura. Gente joven con una visión de gestión.

El problema de la seguridad fue el eje de campaña de todos los candidatos. ¿Cuál fue la mayor demanda y qué propone sobre este tema?

-Hay mucha bronca contra este gobierno por el problema de la inseguridad. Es increíble, vos caminás por la calle y los negocios tienen la puerta cerrada porque tienen miedo a que les roben. Vamos a crear una policía que esté a la altura. Otro problema es el estado de las rutas, que es calamitoso. No nos matamos en la campaña de casualidad. Pero lo que a mí me decepciona es la deserción escolar. Tres o cuatro pibes de cada diez dejan la escuela. Y los que abandonan quedan fuera.

Después del domingo, ¿la campaña va a ser diferente?

-Primero voy a dormir dos días seguidos. Y después vamos a seguir igual, mostrando nuestros equipos para que la gente los conozca, y que se dé cuenta de que tenemos ideas para cambiar esto.

¿Va a influir en Santa Fe que Macri sea candidato a presidente?

-Hoy tengo un compañero de fórmula como Jorge Boasso, radical, que me da una mirada política muy importante, y a Mauricio Macri como futuro presidente. Y Carlos Reutemann, que después va a salir a la cancha. Más no puedo pedir.