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16 de enero de 2018

Dakar 2018: los hermanos Benavides hacen su entrada triunfal en la tierra que los vio nacer

Los Benavides, inseparables, aunque cada uno intente escribir su propia historia nacida en un sueño infantil al reto en el Dakar.


Ni en sus mejores sueños se habrán figurado la entrada en caravana de la manera en que se dio. A su casa, esta ciudad que se enorgullecen con honrar. En el ingreso tras el paso del Dakar por Bolivia los hermanos Kevin y Luciano Benavides fueron esperados por familiares, amigos y vecinos que los brindaron un cálido recibimiento con una extensa fila de vehículos que recorrió varios kilómetros hasta llegar al Centro de Convenciones, sede del campamento en esta ciudad.

El motociclismo es quizás la categoría más pareja y exigente del Dakar y la que cuenta con mayor cantidad de competidores: 136. Dentro de ese lote, por primera vez, pelean dos hermanos que en los últimos años se convirtieron en símbolos de esta ciudad. Con grandes aspiraciones de lograr el título, el primero entró a su tierra segundo en la general; su hermano menor, 15° por ahora en su debut, es hasta aquí el mejor de los debutantes, galardón que -curiosamente- su hermano mayor se llevó en su estreno en el Dakar, dos años atrás.


En un taxi, un restaurante o en cualquier esquina de la capital el apellido Benavides resuena con altas expectativas de logros deportivos. Cientos de personas les hicieron sentir un profundo respeto en el ingreso a la Argentina. Para ellos, era un gran anhelo; en su interior, reconocen haberse quitado un peso de encima. "Esto es un sueño enorme. Llegar a Salta y que nos traten de esa manera resulta indescriptible. Nunca nos vamos a olvidar de este día", dijeron ambos en una charla con LA NACION.

Una infancia soñada, coinciden. Kevin (29) y Luciano (22) sienten amor por las motos desde que tienen uso de razón. El menor, de hecho, con apenas dos años no se podía dormir si su mamá Isis no le colocaba en la almohada unas motitos de juguete con las que vivía todo el día en sus manos. "Fui toda la vida así. No conseguía conciliar el sueño si no las tenía conmigo. Cuando me despertaba las agarraba y me iba a jugar en los canteros. Es mi pasión, mi vida. Siempre estoy pensando en motos", confiesa Luciano.


Isis, la madre de los Benavides, todavía sufre: "Es inevitable, es un deporte de riesgo permanente. Y el Dakar es una caja de sorpresas". Cuenta que confía ciegamente en ellos porque su pasión por las motos los lleva a ser disciplinados. "Es impresionante lo que se entrenan durante todo el año. Y psicológicamente están bien preparados para una competencia extrema porque asisten a sesiones todas las semanas", explica. Y brinda más detalles: como parte del entrenamiento, se fueron juntos en bicicleta hasta Cachi (a 150 kilómetros de Salta) y treparon hasta los 5.000 metros.

"Intentamos hablar cada noche en el Dakar. Es su primera experiencia, mi consejo permanente es que se cuide y que trate de llegar al final. Luciano es joven y tiene un gran futuro", resalta Kevin. A tiro del líder, Adrien Van Beveren (Yamaha), es uno de los pocos argentinos que se mantiene en la lucha por la victoria en todas las categorías. "¡Me tiraron con tomates apenas llegué a Salta!" bromeó el francés en perfecto castellano, mientras su amigo salteño se reía a carcajadas. "Quedan los últimos cinco días de etapas y voy a salir a dar todo para concretar un gran sueño. Somos amigos, pero en el terreno lógicamente cada uno quiere ganar", dice Kevin, que fue cuarto en su estreno en el Dakar 2016.

Comenzó a competir a los 9 en enduro, fue campeón argentino junior y después tres veces en mayores (2012, 2013 y 2014). Hace seis años venció en Colombia nada menos que al francés Cyril Despres, cinco veces ganador del Dakar sobre motos.

Norberto, el padre de los jóvenes y ex competidor, releva más detalles íntimos. "A los 6 años lo llevé a Kevin a correr. Él iba detrás de mí. Había una zanja profunda y yo la salté pero automáticamente pensé: ?Ahora la agarra Kevin'. La saltó con suma habilidad y me di cuenta de que tenía un talento innato", cuenta.

Luciano fue campeón nacional de enduro en dos ocasiones de la categoría junior. Ya en 2015 y 2016 se consagró en senior. "El hecho de estar corriendo un Dakar con una marca oficial como KTM es un sueño. Ahora se viene lo más duro de la competencia y mi gran objetivo es llegar a Córdoba", dice el menor de los hermanos, quien en agosto último sufrió la fractura de la clavícula derecha corriendo el Desafío Ruta 40. "Estoy dentro de los 15 primeros del Dakar pero todavía no logré tener una etapa como me hubiese gustado. En Bolivia perdí mucho tiempo porque la moto no me prendía. Me desesperé", explica.



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