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EDUCACION

22 de marzo de 2018

Nuevos vìnculos en la era virtual

Padres analógicos, hijos digitales: ¿Cómo acortar la brecha tecnológica con los más chicos?

 La brecha que separa a pequeños de grandes se ensancha a medida que la tecnología avanza. Mientras unos buscan imponer su autoridad, los otros se saben conocedores de una herramienta cada vez más ajena al universo adulto. 

Julio tiene 42 años y reflexiona en voz alta: “Cuando yo era chico, me acuerdo que apareció el control remoto y el primero que lo manejó en casa fui yo. Siempre el hijo tuvo más facilidad que los padres para las nuevas tecnologías. Pasa que ahora es imposible seguirlos. Mi nena tiene 9 años y maneja programas que yo ni siquiera se que existen. Tal vez fue siempre así pero ahora la distancia es mayor, no sé. Mi viejo, al menos, el control remoto lo manejaba igual que yo”. 

En tiempos donde los nenes aprenden sus primeras palabras casi al mismo tiempo que saben identificar los movimientos básicos que se necesitan para encender una tablet o activar un video en un celular, la brecha tecnológica entre padres e hijos parece cada vez más insalvable.

Ignorantes muchas veces ante sus hijos en cuestiones de la web o de nuevos dispositivos tecnológicos, las preguntas que se hacen muchos padres resuenan como gritos desesperados en medio de la jungla digital. 

¿Es bueno que manejen un celular aunque estén todavía en la escuela primaria? ¿Les tengo que restringir la tablet aunque sepan usarla? Roxana Morduchowizc, especialista en cultura juvenil y autora de “Los chicos y las pantallas”, toma algunas de estas preguntas y reflexiona: “Lo importante es que un chico tenga su celular cuando tenga una necesidad de comunicación -opina-, es decir, cuando empiece a moverse en ámbitos al margen del control de sus padres. Si a los 10 empieza ir a la escuela en colectivo, será esa la edad en la que incorpore un teléfono móvil.

Lo importante siempre es dialogar con el chico acerca de lo que ve en la pantalla. Pedirle que cuente lo que vio, lo que sintió, etcétera, para promover la alternancia entre la capacidad visual y la narrativa”.

Las sociedades actuales, según quienes analizan el tema, confrontan la cosmovisión de las antiguas generaciones analógicas con la de los llamados nativos digitales y delimitan así un territorio de conflictos pero, al decir de muchos, también de interacciones positivas.

“Cuando la intermediación de padres y otros actores sociales como escuela y Estado está mediando la relación de niños y preadolescentes con la tecnología, estos últimos se forman como personas creativas, sociales, conectadas e integradas”

Alertadas por este fenómeno, las ensayistas María Cristina Lamas y Ana María Lamas analizan en su libro “Padres analógicos, hijos digitales”, un recorrido que consigna las transformaciones operadas en la familia, la escuela, el trabajo y el juego. Lejos de vaticinios apocalípticos, el texto escrito a cuatro manos por una psicóloga y una licenciada en Ciencias de la Educación se interna en el impacto de los nuevos modos de organización social disparados por la sociedad de la información, el fenómeno de expansión tecnológica que desde mediados del siglo XX ha puesto en tensión dos paradigmas: el de la Galaxia Gútenberg -que a partir de la irrupción de la imprenta impulsó el movimiento humanista del siglo XV y las reformas de la Iglesia del siglo XVI, entre otros procesos sociales- y el de la generación Zuckerberg, nominada así por el creador de la red social Facebook.

Claro que el tema se vuelve inquietante cuando se analiza el temor que muchos padres sientes ante semejante ignorancia. Un temor que cobra peso cuando se repasa la larga lista de riesgos que esconde internet para los más chicos.

Un trabajo difundido por la ONG Chicos.net, de hecho, reveló que el 76% de los padres y madres de Argentina están preocupados por los riesgos que corren sus hijos a la hora de navegar. El desconocimiento de los adultos frente a los chicos educados en la era digital explica el miedo de los padres, quienes deben ser aliados para que la experiencia online logre ser placentera, segura y enriquecedora, asegura el estudio realizado por la organización.

“Las niñas y niños necesitan adultos presentes, que los habiliten y los acompañen en experiencias creativas, sanas, desafiantes y sin riesgos”, aseguran desde la entidad que trabaja por un uso seguro y responsable de la tecnología. Y agregan: “los chicos necesitan padres que sigan siendo padres, aún si no tienen tanta habilidad como ellos para usar el celular, la tableta o la computadora”.

Para Julio, papá como se dijo de una nena de 9 años, “en vez de preocuparnos es recomendable y mucho más productivo ocuparnos de estar presentes y guiando a nuestros hijos cuando usan tecnología”.

Eso es, precisamente, lo que sugiere la investigación, porque cuando se confunde el acompañamiento y la intervención de los adultos con un control invasivo, sostienen los expertos, “se impide el empoderamiento paulatino a los niños y el fortalecimiento de los criterios de cuidado”.

Para los nenes, indicó el informe, “no se trata de dos instancias, una online y otra offline, sino que se trata de la vida misma, por eso lo que los protege en un ámbito, los protege en el otro”.

Según el análisis de Chicos.net, “cuando la intermediación de padres y otros actores sociales como escuela y Estado está mediando la relación de niños y preadolescentes con la tecnología, estos últimos se forman como personas creativas, sociales, conectadas e integradas”.

El aporte de la ONG llega a la par de un estudio de Unicef presentado hace poco que alertaba que el 80% de los niños sufrió algún tipo de maltrato mientras navegaba por internet. 

Según Unicef, el promedio del primer ingreso a la web es a los 11 años, una edad que está en descenso y varía según el nivel socioeconómico de las familias, donde los de mayores ingresos lo hacen a los 7. Otro dato que aportó la pesquisa es que el celular es el dispositivo más utilizado para navegar por la web, frente a la computadora de escritorio y la notebook que los adolescentes usan cada vez menos y para objetivos puntuales como resolver una tarea escolar.



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