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4 de diciembre de 2018

Presión máxima sobre Macron

sus aliados le pidieron concesiones para apaciguar a los chalecos

La oposición y miembros de la mayoría presidencial le piden concesiones.

La presidencia de Emmanuel Macron pasa por un momento crítico. La presión sobre el jefe de Estado francés aumentó al máximo ayer. Tanto desde las filas opositoras como desde el propio movimiento político creado por el inquilino del Elíseo –La República en Marcha (LREM)– y sus aliados le pidieron concesiones para apaciguar a los chalecos amarillos y evitar que la protesta se radicalice todavía más.

Después del sábado negro vivido en París, que ofreció al mundo escenas de caos y violencia propias de una revolución, Macron buscó el diálogo, aunque no directamente sino por medio de su primer ministro, Édouard Philippe. El resultado de los contactos era previsible. Se puso en evidencia la soledad del actual poder. Excepto los ecologistas, el resto exigió una moratoria de la ecotasa de los carburantes, prevista para el primero de enero, y la adopción de medidas económicas y sociales para desactivar lo que el politólogo Jacques Juillard describió en un artículo ayer en el diario Le Figaro como “el Mayo del 68 de las clases medias” .

El líder de Los Republicanos (derecha), Laurent Wauquiez, pidió un referéndum sobre la política fiscal y ecológica. La presidenta del Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha), Marine Le Pen, propuso la disolución de la Asamblea Nacional y nuevas elecciones legislativas con un sistema proporcional que refleje de manera más fiel la correlación de fuerzas real en Francia. El partido de Le Pen, que disputó la segunda vuelta de las presidenciales, sólo cuenta con 6 diputados y 1 senador. Se siente injustamente infrarrepresentado.

El presidente anula su viaje a Serbia, altera su agenda y almuerza con los antidisturbios

A su salida del palacio de Matignon, la líder ultraderechista habló en términos muy dramáticos. Advirtió a Macron que, si no cede, puede convertirse en el primer presidente francés en más de medio siglo que “dispara” contra sus propios ciudadanos, dando por hecho una escalada aún más violenta.

Durante sus encuentros, Philippe sufrió el teatral desplante de Nicolas Dupont-Aignan, líder del partido nacionalista Debout la France! (¡Levántate Francia!), quien solicitó al primer ministro que su conversación fuese retransmitida en directo por Facebook. Philippe se negó y el huésped se marchó.

Macron se reunió anoche de urgencia con el primer ministro y los titulares de las carteras económicas. Saben que deben moverse para frenar el deterioro. El presidente anuló una visita que debía realizar a Serbia mañana y el jueves. Philippe canceló su presencia en la cumbre sobre el cambio climático que tiene lugar en Polonia. Las agendas están saltando por los aires. Se palpa la tensión. El presidente debía recibir ayer en el Elíseo a chefs de cocina. Al final decidió irse a comer con una compañía de policía antidisturbios, venida de fuera de París, para agradecerles su trabajo en la difícil jornada del sábado.

Además de retirar las ecotasas –3 céntimos sobre la gasolina y 6 sobre el gasóleo–, a lo que el Gobierno insiste en negarse de plano, podría haber otras concesiones también difíciles, como la reimplantación del impuesto a las grandes fortunas o el aumento del salario mínimo. Pero la marcha atrás tendría un coste a nivel de credibilidad. Macron se presentó a las elecciones del 2017 con la promesa de tomar decisiones, aunque fueran impopulares, si creía que eran buenas para cambiar el país y salir del marasmo en el que lo dejaron gobiernos anteriores. Si Macron recula, ya no podrá reivindicarse como un presidente distinto, sin la tentación sistemática por los compromisos paralizantes.

Entre los diputados de LREM hay nerviosismo. También en el Movimiento Demócrata (MoDem), aliado parlamentario de Macron. Saben que entre sus votantes existe mucho descontento. Algunos parlamentarios de la mayoría presidencial están pidiendo a gritos que el Gobierno haga pronto gestos claros para calmar los ánimos. Incluso desde el círculo próximo a Macron se filtran opiniones en la misma dirección. Alguien cercano al presidente admitió ante Le Monde, en condición de anonimato, que “si no se encuentra la buena respuesta para apaciguar, entonces el quinquenio (el mandato de Macron) estará muerto”.

Muere una anciana en Marsella que fue alcanzada por una granada lacrimógena

Las acciones de los chalecos amarillos continuaron en diversos puntos de Francia. Hay un núcleo duro decidido a mantener el pulso y dispuesto a llegar hasta la Navidad, si es necesario, para que el impacto económico sea mayor. Para el próximo sábado se ha convocado ya “el cuarto acto” (cuarto sábado consecutivo) de protesta en París. Macron no puede correr el riesgo de que las algaradas se repitan. Su autoridad para dirigir el país quedaría definitivamente en entredicho.

Desde que los chalecos amarillos iniciaron sus acciones, el pasado 17 de noviembre, ha habido ya cuatro muertos. Tres de ellos fueron en atropellos o accidentes de tráfico relacionados con los bloqueos de tráfico. El domingo murió en Marsella una anciana octogenaria, de origen argelino, que había sido alcanzada por una granada lacrimógena, el sábado. La mujer recibió el impacto en la cara mientras cerraba las persianas de su piso, situado en la cuarta planta de un edificio. La anciana, de salud delicada, falleció mientras la sometían a una intervención quirúrgica.

Un sindicato de policía, Alliance, planteó la utilización del ejército para proteger algunas instala­ciones y así liberar a la policía para desarrollar su labor de mantenimiento de orden público. La ­propuesta fue acogida con mucho escepticismo, ya que los soldados no están entrenados para responder a eventuales acciones de los chalecos amarillos. Los militares no llevan el equipo antidisturbios adecuado y sólo empuñan armas reales. En los sectores económicos crece la inquietud por las pérdidas que las protestas están causando a los comercios y a los transportistas. El ministro de Economía, Bruno Le Maire, se reunió con asociaciones de comerciantes y de hoteleros. La bajada de ingresos se evalúa entre el 15% y el 25%, según los casos.

Ayer había restricciones de carburantes en Finisterre, en Bretaña, por falta de suministro. Se anunció que las gasolineras sólo permitirían repostar a los particulares por un máximo de 30 euros. La paradoja de la situación es que el precio de la gasolina y del gasóleo –el detonante de la revuelta– está bajando desde hace varias semanas, –por la caída del petróleo–, pero esta circunstancia no altera de momento los términos del conflicto.



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