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20 de octubre de 2019

Retrato de la escalada vandálica en España

La Policía Nacional detiene a dos jóvenes en el centro de Madrid.

Claves para entender la ola de episodios violentos que se registran en las calles catalanas y de Barcelona.

Según han informado fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), el juez de guardia de Lleida ha tomado este domingo declaración a quince detenidos la madrugada el pasado sábado en la ciudad, de los que cuatro han ingresado en prisión sin fianza por delitos de desórdenes públicos, daños y atentado a la autoridad.

El juez de guardia de Lleida ha acordado dejar en libertad a otros 11 detenidos por delitos de desórdenes públicos, daños y atentado a la autoridad, si bien a seis de ellos les ha impuesto una orden de alejamiento de la subdelegación del Gobierno en Lleida y a otros tres les ha fijado comparecencias cada quince días en el juzgado.

Mientras en la calle Mallorca los alborotadores avanzaban hacia los Mossos desplazando tiestos y parapetándose detrás de ellos para no recibir el impacto de balas de foam, a escasos metros cinco manifestantes se pasaban la pelota con los pies tratando de que no cayera al suelo. Este contraste del jueves puede resultar tremendo, pero se explica porque los agitadores han normalizado la situación en su interior, hasta el punto de considerarlo un juego, una versión extrema del paintball. No tienen miedo, son capaces de acercarse a las furgonas policiales para lanzarles piedras o cualquier cosa que tengan a mano, por mucho que desde el diminuto orificio de la ventana del vehículo apunte una escopeta. Y todo eso a pesar de su edad, ya que buena parte de ellos rondan los 20 años.

Mientras en la calle Mallorca los alborotadores avanzaban hacia los Mossos desplazando tiestos y parapetándose detrás de ellos para no recibir el impacto de balas de foam, a escasos metros cinco manifestantes se pasaban la pelota con los pies tratando de que no cayera al suelo. Este contraste del jueves puede resultar tremendo, pero se explica porque los agitadores han normalizado la situación en su interior, hasta el punto de considerarlo un juego, una versión extrema del paintball. No tienen miedo, son capaces de acercarse a las furgonas policiales para lanzarles piedras o cualquier cosa que tengan a mano, por mucho que desde el diminuto orificio de la ventana del vehículo apunte una escopeta. Y todo eso a pesar de su edad, ya que buena parte de ellos rondan los 20 años.

¿Quiénes son?

Los manifestantes de la ocupación, el pasado lunes, del vestíbulo del aeropuerto de El Prat –acción promovida por Tsunami Democràtic– y los del jueves y viernes no son en gran parte los mismos. Al aeropuerto acudieron gente muy heterogénea y de diferentes edades, si bien dominaban los jóvenes, y todos de amplísima mayoría independentista. Hubo desperfectos en carteles y luces, sobre todo en el garaje de la terminal 1. Se utilizaron extintores y hubo heridos. Pero nada comparable con todos los destrozos producidos en las cuatro capitales catalanas, sobre todo Barcelona, a partir del martes. En estos últimos casos se han incorporado escalonadamente activistas experimentados antisistema. La policía los cifra en medio centenar, autóctonos, pero también venidos de fuera: el jueves era fácil oír hablar alemán o francés. Además, se apreció comunidad latinoamericana. El propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, admitió la llegada de “personas violentas” del extranjero. Esas 500 personas, acompañadas de un colectivo de entre 1.200 y 1.500 jóvenes más, en buena parte estudiantes y de estreno en el vandalismo de calle, son el grueso de los que se quedan hasta bien entrada la noche enfrentándose con los cuerpos policiales.

Una mujer herida grave en el hospital Josep Trueta por el impacto de una bengala en su casa

 

 

 

 

 

Imagen del balcón cuando le lanzaron la bengala (Twitter)

¿Cuál es su ideología?

El jueves, mientras el grupo de anti­fascistas descendía por rambla Catalunya, la prensa los acom­pañaba. “¿Tú eres independentista?”. Respuesta: “Yo sigo a toda la gente”. Si el martes la inmensa mayoría eran independentistas, el jueves sólo eran la mayoría. Hay a quienes simplemente les gusta la juerga. Otros lo hacen por convicción política: independentista, o anarquista. “Lo hemos probado todo [para ser independientes], así que sólo nos queda la violencia”, comentaba un manifestante ­en la madrugada del viernes. “¿Pero tú crees que todos sois indepen­dentistas”... “Ni mucho menos, pero bienvenidos sean”, contestó.

¿Hay táctica en sus actos?

Sí, están organizados. El martes y miércoles hicieron bueno el dicho divide y vencerás. Su dispersión provoca a su vez la segregación de la policía. Y cuando los agentes de los Mossos y la Policía Nacional superan sus barricadas, crean otra dos calles más allá. El jueves estuvieron todos más reunidos, ya que durante cerca de dos horas los cuerpos policiales no actuaron sobre ellos, hasta que se acercaron a la Delegación del Gobierno. También el viernes se juntaron en la plaza Urquinaona y en los alrededores. “La aplicación [de móvil] que nos hace falta es la de Hong Kong: decidir entre todas dónde y cuándo es la acción; no queremos ser teledirigidos por Tsunami Democràtic”, se dice en un panfleto de cuatro páginas que se repartió entre los asistentes que se manifestaban pacíficamente el jueves en la plaza Cinc d’Oros. Además, cada batalla campal les sirve de aprendizaje y van mejorando con más desenvoltura y con menos titubeos y más determinación. La destreza en quemar contenedores de basuras no es la misma que la del primer día.

¿Qué utilizan para los ataques?

Los Mossos d’Esquadra reportan que los manifestantes radicales recurren a bolas de acero, ácido, cócteles molotov, clavos para pinchar las ruedas, potes de pintura, petardos, material inflamable. También revientan las baldosas y las lanzan contra los cuerpos policiales –el viernes la plaza ­Urquinaona acabó siendo un campo de losetas rotas–, o han utilizado material pirotécnico contra el helicóptero de los Mossos. En la ocupación del aeropuerto de El Prat fueron menos numerosos y usaron todo el que pudieron del garaje de la terminal, como extintores. Al día siguiente, en Barcelona, latas de cervezas llenas, los botes de pintura, las ­piedras. Ahora salen preparados de casa, con palos mayoritariamente de material metálico, pero toman de camino lo que les parece. Bajando la rambla Catalunya, ­arrancaban madera de los asientos para utilizarlos como palos. Incluso han llegado a desmontar andamios y poner asas en un tronco de árbol para utilizarlo como ariete.

En los últimos días han sido muchos más los que han empezado a usar gafas protectoras para evitar lesiones oculares por las balas de foam o de goma de los Mossos y de la Policía Nacional. Muchos actuaban con el rostro descubierto; ahora se ven más encapuchados y se protegen la nariz y la boca de los gases lacrimógenos. Habrá que ver si llegarán a la sofisticación de los manifestantes de Hong Kong, pero ya distribuyen un infográfico de la agencia Afp donde se explica las “técnicas del manifestantes” y todos los métodos y materiales de ropa usados para contrarrestar el efecto de los gases lacrimógenos o pimienta y las pelotas de goma que usa a la policía. Hay consejos curiosos, como el uso de paraguas para evitar las balas de foam o de goma. Pero la prevención principal es el ámbito legal: llevan anotado el teléfono de su abogado y siguen los múltiples consejos que han aportado el grupo de abogados de Alerta Solidària. Por ejemplo, que si los detienen no deben mantener ningún diálogo, no declarar ante la policía, apagar el móvil, no firmar ningún documento, no autorizar pruebas de ADN, no autorizar fotos de tatuajes, no dar más información de la que conste en el DNI (algunos ni lo llevan).

Siempre hay un grupo experimentado que toma la batuta. Pero las aplicaciones de móvil son primordiales. Telegram es la más popular. El canal Anonymous Catalonia, con más de 160.000 suscriptores, envía constantemente mensajes que avisan, entre otras cosas, de la presencia policial, de las cargas que se producen. Se cuelgan vídeos, fotos, se da información de movilizaciones de todo tipo. De hecho, el detonante del choque con ultras del jueves fue la emisión en vídeo a través de este canal de la paliza que un grupo de extrema derecha dio a uno de los suyos.

¿Dónde está el Tsunami?

La plataforma promovió la primera gran acción, en el aeropuerto de El Prat. Acabó con disturbios. Pero desde aquel día no ha promovido nada. Argumentó que esperaba a que hubiera más inscritos en su aplicación de móvil y primero dijo que no promovería más acciones hasta el 26 de octubre, día en que entidades y partidos soberanistas, sindicatos y otras organizaciones sociales impulsan una gran mo­vilización contra la sentencia del 1-O. Este hecho ha sorprendido a gran parte del independentismo, ya que prometió una movilización constante y sostenida en el tiempo. En todo caso, Tsunami Demo­cràtic se ha desvinculado sin ambages de la violencia. Partidos y entidades independentistas niegan tener implicación alguna. La Audiencia Nacional ya investiga a la plataforma por presunto delito de terrorismo.



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