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19 de noviembre de 2019

Irán, la protesta sin rostro tras el aumento del combustible

Motos quemadas en una calle de Isfahan, en el centro de Irán; la población sale de sus casas sólo para lo imprescindible. Foto:Morteza Zangane

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A los iraníes les cuesta descifrar la violencia desatada tras subir la gasolina. El desempleo y la corrupción económica dentro del sistema aviva la protesta.

El aumento del precio de la gasolina llegó en pleno fin de semana y sin previo aviso. De haberlo hecho, “habríamos alertado a los que venden bencina de contrabando y las gasolineras se habrían quedado vacías”, justificaba ayer el portavoz del Gobierno, Ali Rabiei, ante la serie de críticas que han recibido. Si bien la totalidad del sistema iraní parece apoyar al Gobierno (muchos creen que este incremento tuvo que haberse aplicado años atrás), el debate gira sobre la manera en que se puso en marcha. El jefe del sistema judicial, Ibrahim Raisi, aseguraba ayer que se tendría que haber hablado con la gente previamente.

De repente, el litro de gasolina pasó a costar el doble que el día anterior y las calles de al menos cien ciudades de Irán fueron testigo de cómo al población se lanzó a protestar contra una decisión que, como ha sucedido en otros países como Líbano o Irak, era la gota que colmaba la paciencia de un gran sector de los iraníes, que quedaron en shock. Irán tiene una de las gasolinas más baratas del mundo, pero más que un privilegio sus habitantes lo consideran un derecho adquirido al nacer.

“La gente reaccionó con mucha rabia y violencia. Nadie contaba con ello, pues para la mayoría de nosotros la situación económica es muy dura; y ahora esto”, asegura Maryam, una abogada que vive en Karaj, una ciudad satélite de Teherán donde hasta anoche se seguían llevando a cabo protestas, aunque de menor magnitud. O al menos así aseguran los testigos, pues el corte de internet decretado ha hecho que la información sea muy limitada. El portavoz Rabiei hablaba ayer de que se habían controlado las protestas en un 80%.

El sábado, en Karaj, algunos jóvenes atacaron cajeros de sucursales bancarias. “Yo quise llorar al ver la angustia y la rabia que había en el rostro de aquellos jóvenes”, explica Mehdi, un ingeniero de 40 años que cuenta que uno de los trabajadores de una lavandería de su barrio murió como consecuencia de la represión de las protestas. Y es que, como Mehdi, a la mayoría de los iraníes les cuesta descifrar lo que ha sucedido en los últimos días, cuando las manifestaciones tomaron rápidamente un tinte violento en muchas partes del país, con quemas de sucursales bancarias, estaciones de servicio y muchos otros comercios. Se habla de 150 establecimientos. “No sabemos quiénes son, no sabemos a qué bando pertenecen”, añadía dubitativamente Maryam, quien afirma que la gente evita pasar más tiempo del necesario en la calle.

Un grupo de iraníes contempla un autobús quemado en Isfahan

Un grupo de iraníes contempla un autobús quemado en Isfahan-Foto: AFP

“Aquí los niños llevan dos días sin ir la colegio”, contaba una mujer que pedía no dar su nombre desde Ahvaz, en la provincia sureña de Juzestán, donde están las mayores reservas de petróleo del país. “La gente tiene miedo, pues hay muchas fuerzas en las calles”. También señalaba que se sienten perdidos sin internet, pero aun así muchos se reúnen cada noche. Juzestán es una de las provincias con mayores problemas económicos y de paro.

El Gobierno empezó a pagar anoche los subsidios para compensar el aumento de la gasolina. Muchos economistas aseguran que esta medida afectará positivamente la vida de al menos 18 millones de familias. Según explicaba ayer el portavoz Rabiei, en una primera instancia se dará dinero a 20 millones de personas. La semana entrante el subsidio alcanzará a 40 millones, y así irán aumentando hasta cubrir el 75% de la población, que supera los 80 millones de habitantes.

Para muchos observadores la violencia que se ha visto en las protestas es el resultado de la rabia que se ha venido acumulando a lo largo de los últimos años, cuando la economía se ha deteriorado a pasos agigantados, especialmente después de que anunciaran las nuevas sanciones económicas en el 2018, al decidir Donald Trump retirarse del acuerdo sobre el programa nuclear iraní, en el que Teherán se comprometía a detenerlo por más de un decenio a cambio del levantamiento de las sanciones.

Esto se suma al desempleo, que se hace mayor entre la juventud, pero sobre todo a la conciencia de la gente ante la corrupción económica dentro del sistema. “Abajo la corrupción”, se oye gritar en las manifestaciones de la población cercana al régimen en fechas especiales de la República Islámica. Ni qué decir tiene el desconsuelo que sienten las personas que carecen de cercanía alguna al sistema.

Este sentimiento es mayor en localidades pequeñas donde el contacto de la población con la corrupción –y la represión– del sistema es aún mayor. De ahí se puede entender que sea en estas ciudades donde las protestas han sido mayores, según se asegura desde diferentes provincias. En el Kurdistán iraní, fuentes locales contabilizan al menos nueve muertos y dos uniformados acuchillados mortalmente. Pero hasta ahora el Gobierno solo ha confirmado cuatro muertos en todo el país, aunque ha anunciado que en los próximos días publicará los datos sobre muertos y heridos.
Desde el sábado, diversas figuras de la República Islámica han dividido a los que protestan en dos grupos: los que legalmente levantan la voz por los problemas económicos –y tienen derecho a hacerlo, según aseguraba ayer un comunicado de los Guardias Revolucionarios– y los que llevan a cabo ataques a establecimientos y demás violaciones del orden. El Líder Supremo, Ali Jamenei, los relacionaba con grupos opositores en el extranjero y apoyados por EE.UU., entre ellos los seguidores de Reza Pahlevi, el hijo del derrocado sha. Lemas que hacen referencia a los Pahlevi se escuchan en la calle, confirman algunos testigos en Teherán y Shiraz. “Si es necesario, emprenderemos acciones decisivas y revolucionarias contra cualquier movimiento que destruya la paz y la seguridad de la gente”, anunciaban ayer los Guardias Revolucionarios.

Desde el comienzo de las protestas, la presencia de las fuerzas armadas ha sido numerosa y en algunos vídeos se le ha visto disparar a la población. Según la agencia Fars, hay más de mil detenidos. Muchos iraníes aseguran haber recibido mensajes de texto alertándolos sobre participar en las protestas. Pero la complejidad y el alcance de lo que pasa en Irán sólo se sabrá cuando regrese internet. Las autoridades no se atreven a dar una fecha.



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