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10 de diciembre de 2019

Los primeros desafíos de Alberto Fernández como presidente

El designado ministro de Hacienda, Martín GuzmánHabrá un bono para las jubilaciones más bajas y los planes sociales.

Los informes económicos advierten que los escollos de la administración Fernández serán la deuda, la caída del PBI, del salario real y alta inflación.

Uno de los pilares de los sistemas de emergencia médica es el triage, los criterios con los que se clasifica y prioriza a los pacientes según la gravedad de su estado. En sus primeros 100 días como presidente —y, seguramente, durante buena parte de su mandato— Alberto Fernández vivirá en un estado de triage permanente: deberá administrar la impaciencia de una larga lista de actores que quieren que los atiendan primero.

Efectivamente, las elecciones funcionaron como válvula de escape de la presión social pero ahora todos quieren cobrar por la espera. Sindicatos, empresarios, movimientos sociales, gobernadores e intendentes coinciden en la necesidad de un acuerdo económico y social para dejar atrás la recesión pero todavía no está claro cómo se repartirán los costos de la estabilización.

No son los únicos que quieren su parte: los fondos de inversión y el FMI reclaman los dólares que la economía argentina no está en condiciones de obtener y que a su vez necesita para funcionar.

En este marco donde escasea un recurso clave como es el tiempo, tres referentes de la ciencia política argentina reflexionaron para La Capital sobre cuáles deberían ser las prioridades de Fernández en los primeros 100 días de su mandato y qué amenazas aparecen en el horizonte del ex jefe de Gabinete.

Para Andrés Malamud "lo primero es estabilizar la economía, lo cual requiere tres proezas simultáneas y contradictorias: renegociar la deuda, impulsar el consumo y contener precios y salarios".

Victoria Murillo coincide: "La prioridad es la economía, tanto la deuda que tiene un peso enorme sobre el gasto público como la reactivación económica".

"La deuda imagino será su prioridad temporal —señala la docente de la universidad estadounidense de Columbia— aunque la decisión sea patear su resolución para más adelante ya que eso tiene un efecto importante sobre el gasto público y el déficit fiscal".

El Mercosur, agrega Murillo, podría encender otra luz de alerta en el tablero de Alberto: si Brasil y los otros miembros del bloque deciden bajar aranceles para avanzar con acuerdos bilaterales los esfuerzos de reactivación industrial en Argentina entrarían en zona de riesgo.

En tanto, Luis Tonelli, ex director de la carrera de ciencia política de la UBA, plantea que desde el comienzo Alberto Fernández debe atender dos cuestiones relacionadas "con la autoridad del gobierno": clarificar la relación con Cristina y domar al dólar.

"La autoridad (de AF) ha quedado un poco chamuscada, primero porque es una transición muy larga, y también porque hubo una serie de ruidos y murmuraciones sobre cuál va a ser el poder real de Alberto con respecto a Cristina Fernández de Kirchner", señala Tonelli. Ambos líderes de la coalición, sugiere, tendrán que "arreglar explícita o implícitamente una convivencia, una cohabitación entre presidente y vicepresidenta".

Herencia económica con problemas varios y una ventaja: dólar competitivo

El otro desafío, opina el politólogo, es contener la divisa norteamericana, más en un contexto de escasez. "Lo fundamental es entrar con el pie derecho y no tener escaramuzas; en Argentina la idea de gobernabilidad está ligada al dólar", advierte.

Sin embargo, la economía dominará la agenda pero también convivirá con otros temas, que le podrían otorgar algunas victorias a Alberto Fernández mientras la economía se enciende, o si aparece algún apagón inesperado.

"El primer año será difícil económicamente y deberá tener algunas políticas que le permitan mostrar iniciativa —sugiere Murillo—. La discusión del aborto y temas de políticas exterior podrían jugar este papel".

Amenazas

No obstante, el escenario que enfrentará Alberto Fernández aparece plagado de riesgos. A la fragilidad de Argentina se suma un contexto hostil: la dinámica global es volátil y está atada a la disputa entre Estados Unidos y China, y la región está convulsionada por protestas que ponen en jaque a gobiernos de diverso signo ideológico.

Según Malamud, investigador de la Universidad de Lisboa, las principales amenazas al gobierno de Fernández son "sin contar su salud, el default, la aceleración inflacionaria y la paz social".

De acuerdo a Murillo además de lo que suceda en el frente externo "será clave también en política doméstica su capacidad de reactivar la economía en 2021 y cubrir expectativas sociales que dividen al peronismo con los sindicatos y los trabajadores del sector formal por un lado y los movimientos sociales y los trabajadores informales por el otro".

"Sus intereses no están siempre alineados y generarán tensiones al interior de la coalición y sus representaciones políticas del peronismo tradicional y el kirchnerismo grosso modo", explica.

Paciencia social

Alberto Fernández asumirá como presidente después de obtener 48 por ciento en primera vuelta. ¿Es un capital político sólido para refugiarse de las tormentas que vendrán? ¿O puede desvanecerse en el aire?

"Salvo Néstor (Kirchner), todos los presidentes desde 1983 asumieron con un capital semejante —recuerda Malamud—; no es garantía de nada".

Entonces, ¿Hasta dónde le permitirá ese respaldo inicial calmar la ansiedad social por mejoras en la situación socioeconómica?

Murillo cree que Alberto "tendrá un poco de paciencia porque hay expectativa que produzca un cambio en la situación económica y porque el peronismo tiene mayor facilitad para conversar con los actores sociales que puede organizar la protesta".

"Sin embargo, la paciencia no es eterna —destaca— y me imagino que para 2021 las demandas subirán y lo que haga Alberto Fernández frente a las mismas será crucial".

El fantasma sudamericano

Entonces, ¿Seguirá siendo Argentina un oasis de estabilidad en América del Sur o pueden desatarse protestas como las que azotan al resto del subcontinente?

Para los analistas es improbable, pero no imposible.

"Acá el conflicto está organizado, tenés que regular las variables más macro, porque lo micro ya está arreglado", evalúa Tonelli y compara con ironía: "Tenemos mucho peronismo y en Chile no hay nada de peronismo".

Murillo opina en clave similar: "Me sorprendería un estallido social en el corto plazo pero en un contexto de contracción económica continuado puede haber protestas sociales. La situación no sería como la chilena ya que allá el grado de organización es mucho menor y eso no proveía de interlocutores claros a las autoridades para responder a las demandas. En Argentina las organizaciones sociales han tenido un papel importante históricamente e incluso con el gobierno de Macri no vimos estallido social porque se negoció con ellas".

"Sin embargo, una situación como la ecuatoriana o mismo como el gasolinazo de Evo en 2011 no puede ser descartado —remarca la investigadora— si no hay una respuesta para los sectores más vulnerables de la coalición peronista en un contexto económico difícil".



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