En referencia al uso generalizado de barbijo o tapabocas y guantes, la Asociación Argentina de Infectología, manifestó ayer su preocupación debido a ciertas formas de uso que a su juicio son “contrarias a la evidencia científica”.

A través de un comunicado, la Asociación hizo un llamado para que estos elementos de protección sean utilizados de manera responsable en los casos realmente necesarios y en los que resultan efectivos.

 “El  barbijo  o tapabocas está indicado solo en quien tose o expectora porque contiene el virus y actúa como barrera y en trabajadores de la salud expuestos a secreciones”, añadió.

Asimismo, el gremio de infectólogos aseguró que los barbijo en personas sanas generan riesgo de convertirse en reservorio, es decir, en una fuente que aloja el virus. Bajo este argumento consideran que resulta ineficaz y  riesgoso su uso desmedido.

Jorge Acosta Reyes,  médico epidemiólogo clínico de Universidad del Norte, dice que el tapabocas o  barbijo es una preocupación para el sector salud desde que empezó la pandemia. El profesional, además de coincidir en los mismos términos con la Asociación, explica que el tapabocas, en algunas personas,  se ha convertido en una pieza más de vestir.

“El uso de la mascarilla no se justifica, a menos de que el individuo tenga riesgo de la enfermedad o de que conviva con una persona contagiada”, dijo el profesional.

Sobre los guantes de látex, el gremio de infectólogos expone que no se recomiendan porque pueden generar contaminación cruzada.

 El epidemiólogo explica que esto se debe a que pueden convertirse en fuente de contaminación, porque crea una “falsa sensación de seguridad”, pues quien se los pone toca todo lo que encuentra a su paso, luego se los quita sin ninguna precaución con el riesgo de que el virus quedé en el látex.

“El uso de los guantes, también requiere saber quitarlos y eso la comunidad en general no lo sabe”.

Agrega que esa falsa sensación de seguridad evita el lavado de manos, que es precisamente la principal forma de evitar contagios.

Para el profesional, la conclusión es descartar su utilización si no está sometido a ningún tipo de situación de riesgo.

En consideración del médico internista de la Clínica Santa Clara Germán Pérez, dice que "el mal uso de la mascarilla puede ser peor que no ponérsela".

En su argumento, el médico explica que el tapabocas funciona como un filtro que atrapa micropartículas suspendidas en el aire, entre esas las virales, pero si la persona que lo tiene puesto toca con sus manos la parte externa para después llevarse las manos hacia su rostro o tocar otras superficies, lo que está provocando es contaminar y aumentar la transmisión del virus.

“Estoy de acuerdo con que sí sirve como protección, pero si se usa adecuadamente y siguiendo las normas”.

La Asociación Argentina de Infectología, también envió una carta abierta a la oficina de consumidores para que envíen un mensaje responsable a la comunidad sobre el uso de estos elementos.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja hacer un uso racional de las mascarillas clínicas para no derrochar innecesariamente ni usar indebidamente unos utensilios que son valiosos. Las existencias de mascarillas en el mundo se están agotando, ha dicho la organización.