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EDUCACION

14 de septiembre de 2020

Crear recuerdos invorrables en los hijos

El mejor legado que puedes dejarle a tus hijos es la siembra de amor y cariño.

Una buena manera de establecer buenas bases morales y fuertes vínculos familiares que serán de gran ayuda y soporte posteriormente, es generando acciones que impacten sus memorias.

Para los niños y en general para todos, cada momento es una oportunidad de aprender. Muchas veces vemos que los niños preguntan y quieren saber por qué esto o cómo funciona aquello o simplemente quieren entender el mundo que están descubriendo.

Es sorprendente como seguimos viendo padres que creen que los niños no entienden solo por el hecho de ser niños o que están muy pequeños para que les hablemos de tal o cual tema.

También sorprende que como padres, que tenemos la oportunidad de vincularnos más cercanamente con nuestros hijos y acompañarlos en su aprendizaje, (no académico necesariamente, sino de la vida misma) perdamos esas oportunidades por estar desconectados de ellos, de nuestro rol, por no ser sensibles a su curiosidad y deseo de aprender o simplemente por no valorar la importancia de contarles y explicarles las cosas sin que ellos tengan que preguntar. Como cuando uno va por la calle y ve un semáforo, los niños no están preguntando, pero podemos invitarlos a usar su curiosidad, preguntándoles ¿por qué crees que hay semáforos?, ¿para qué crees que sirven?, ¿dónde y cuándo se habrán inventado los semáforos?, ¿cómo te imaginas una ciudad sin semáforos?. Como ésta, hay muchas oportunidades de aprender y terminar hablando de ciencia, matemáticas, historia, geografía y vinculándonos con nuestros hijos.

Muchas veces nosotros no tenemos las respuestas a sus preguntas o sobre lo que se nos ocurrió hablar con ellos, pero que bueno es indagar juntos, averiguar juntos y que ellos sientan nuestra compañía, que nos interesan, que disfrutamos esos momentos con ellos, que sientan nuestro afecto, que se sientan contenidos. Así es que los niños aprenden y no olvidan, porque no están presionados, porque el aprendizaje es natural, vivencial, real, y sobre todo porque lo conectan con emociones, sentimientos y experiencias gratas al lado de unos padres amorosos y cercanos.

Estas oportunidades son las que quedan en los recuerdos de nuestros hijos, de esta manera los acompañamos en su educación, los motivamos a investigar, a leer, a usar los recursos tecnológicos disponibles, a cuestionarse, a ser autónomos en su aprendizaje, y en ultimas, a no comer entero, seguir sus intereses y al gozo por el conocimiento.

La educación y el ejemplo que dan los padres, se refleja en la conducta de los hijos. Muchas veces vemos niños agresivos, inseguros, poco creativos, temerosos, desmotivados para aprender y los padres se preguntan ¿por qué, si hemos hecho lo mejor? y en realidad ha sido lo mejor que han podido y con las mejores intenciones, pero no se dan cuenta que hasta que no dejen de hacer las cosas como si estuvieran siguiendo una receta, porque todo el mundo lo hace así, y así se ha hecho por años, sino que estén realmente conectados con sus hijos, con la crianza y el acompañamiento cercano, es que van a ver diferencias y avances en sus hijos.

Es claro que la separación y desconexión de los padres con los hijos viene desde mucho antes de nacer. Desde que los padres tienen hijos por tener, porque es el siguiente paso, por mirar ese punto en sus vidas, desde los embarazos desconectados porque las madres no son conscientes del vínculo que se desarrolla desde la concepción misma, de los nacimientos deshumanizados, la escasa lactancia, el uso del chupete como si fuera un botón de apagado, el no hacerse cargo de la crianza sino delegarla en un tercero, la escolarización temprana y la escolarización en general, de dar prioridad a la falsa “realización laboral” cuando se ha decidido tener hijos, del exceso de televisión y video juegos como “niñeras” a falta de padres presentes, en resumen, de falta de corazón de la sociedad de la cual nos dejamos dominar.

La invitación es a la reflexión y mirar si estamos acompañando a nuestros hijos amorosa, cercana y conscientemente en su educación y crianza. Que éste comienzo de año nos sirva para replantear las cosas que quisiéramos cambiar y hacer diferente, con miras a estar más presentes y darles más libertad y  autonomía para que creen su propio mundo de aprendizaje no dirigido, pero si acompañado.



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