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SALUD

15 de marzo de 2021

Argentina vacuna sólo a tres adultos mayores por cada diez dosis de Covid-19

El 83 por ciento de los muertos por coronavirus en la Argentina son mayores de 60 años.

Los mayores de 60 años representan el 83 ciento de las muertes por Covid. La ANMAT aún no evalúa recomendar la Sinopharm para ellos.

El 83 por ciento de los muertos por coronavirus en la Argentina son mayores de 60 años. Sin embargo, el 72 por ciento de las vacunas disponibles en el país se han aplicado a otros grupos de riesgo. Es decir, gente más joven con menor chance de sufrir complicaciones graves. El desequilibrio se da porque, a diferencia de otros países, aquí los adultos mayores no integraron el primer nivel del prioridad. Las dosis que llegaron tuvieron destinatarios sin una previsión sustentable: cuántas vacunas se podían obtener realmente en el corto plazo y para quiénes servirían. Es decir, una estrategia.

El problema no es sólo la falta de vacunas -ni el colmo del vacunatorio VIP-, sino cómo se administra la escasez. Según el Monitor Público de Vacunación, se han aplicado un total de 2.394.800 vacunas y poco más de 668 mil fueron destinadas a los mayores de 60. En algunos distritos como la Ciudad de Buenos Aires no convocaron aún a los mayores de 70.

Se suele endilgar el cuello de botella a la frágil producción y entrega de la Sputnik V, pero la letra del contrato de compra de los 20 millones de dosis que diseña el laboratorio Gamaleya ya abría el paraguas sobre eventuales contratiempos en los envíos.

Si bien el Gobierno argentino lo sabía, las vacunas rusas que llegaron al país fueron aplicadas en su mayoría a menores de 60 años. Y se continuó con esa política incluso después de que la Sputnik fue habilitada para los adultos mayores.

 

La última semana se conoció el próximo arribo de otros 3 millones de dosis de Sinopharm, que sólo pueden ser utilizadas en personas de hasta 59 años. Según la información disponible, el impedimento de inocular con la vacuna china al blanco etario más urgido no cambiaría en el corto plazo.

Fuentes oficiales confirmaron a Clarín que la ANMAT no cuenta con nueva documentación de Sinopharm para evaluar. “Los papeles” aún no han arribado a la Argentina para que la agencia nacional de control sanitario pueda recomendar o rechazar su aprobación para los adultos mayores.

Esto hará crecer la brecha entre los vacunados jóvenes y los de mayor edad. A partir de ese déficit burocrático y científico, al Gobierno parece no quedarle otro remedio que volver a destinar las nuevas vacunas que lleguen de China a la población más joven.

Dentro del grupo de menores de 60 años hay en el país 7,1 millones de personas con alguna comorbilidad, a las cuáles hasta ahora se han destinado 155.519 dosis. Ese grupo de riesgo, que en la prioridad figura en teoría un escalón por debajo de los adultos mayores, ahora se verá beneficiado.

La única respuesta concreta que hoy asoma en el horizonte de los adultos mayores sigue siendo la vacuna de AstraZeneca/Covishield, a pesar de las dudas que ha generado su suspensión en algunos países de Europa tras el reporte de efectos colaterales que deben ser investigados.

El último sábado comenzó una nueva distribución de un remanente de 399 mil dosis de la Sputnik V. Foto: Presidencia

El último sábado comenzó una nueva distribución de un remanente de 399 mil dosis de la Sputnik V. Foto: Presidencia

Con las dosis de Covishield disponibles hasta fines de marzo (1.160.000 producidas en India), más un remanente de 399 mil dosis de la Sputnik V que empezaron a distribuir el último sábado, al menos hasta abril sólo 1 de cada 5 mayores de 60 años tendría garantizada su inmunidad.

Según se anunció, el mes próximo estarían disponibles las primeras vacunas de AstraZeneca que se fabrican en el laboratorio MabXience de Argentina y se envasan en México. A eso habrá que sumarle los futuros, irregulares e imprevisibles nuevos lotes de la Sputnik V.

Otra incógnita es Janssen, cuya vacuna se administra en una sola dosis. Ya fue aprobada por la FDA de Estados Unidos y recibió el visto bueno de la OMS. El Gobierno negocia su compra, pero la ANMAT informó a Clarín que el laboratorio “se encuentra agregando información en forma secuencial” y no pudo precisar un plazo de autorización.

Esta vacunación ciclotímica, un poco “a los ponchazos”, deja a la Argentina a la intemperie de cara al invierno, frente a una eventual segunda ola de coronavirus, con gran parte de la población más vulnerable todavía sin inmunidad adquirida. Esto, de no cambiar, podría volver a poner a prueba en los próximos meses la capacidad sanitaria de hospitales y clínicas.

En un trabajo de septiembre de 2020, cuando la vacuna contra el Covid era casi una utopía, la OMS diferenció los grupos de riesgo para evaluar a quién vacunar primero: por un lado, aquellos que están más expuestos al virus pero son menos vulnerables; por otro, los menos expuestos pero con más probabilidad de morir en caso de contagiarse.

Vacunación a docentes de Mendoza con la vacuna de Sinopharm. Foto: Télam

Vacunación a docentes de Mendoza con la vacuna de Sinopharm. Foto: Gentileza

La vacunación a los médicos se enmarca dentro del primer grupo, aunque no todos los profesionales de la salud tienen el mismo nivel de exposición frente al coronavirus. En la campaña argentina no hubo discriminación: muchos fueron inoculados sólo por tener su matrícula al día, sin importar dónde trabajan.

Al revisar los protocolos de vacunación de otros países, hay diferencias relevantes. Alemania, Italia, Gran Bretaña y Chile, por ejemplo, colocaron en el mismo nivel de prioridad a médicos y adultos mayores. En general, la lógica de privilegio se fundamenta más en la edad que en la actividad.

Mientras la tasa de letalidad argentina es del 2,44 por ciento, en el grupo de mayores de 60 años ese índice trepa a 13,54 por ciento. En el caso de los profesionales de la salud, la tasa de mortalidad es del 0,60 por ciento. En México, la nación con mayor proporción de muertes de médicos y enfermeros, es del 1,35 por ciento.

De ahí para abajo, el resto de las profesiones prioritarias dentro del plan nacional de vacunación tienen tasas de mortalidad aún más benignas. Esto es, funcionarios de gobierno, docentes o fuerzas de seguridad. Lo que vuelca la balanza siempre es la edad. Sin embargo, por cada dosis destinada a esas actividades hubo menos de dos para los mayores de 60.

El universo total de grupos de riesgo en Argentina son 25 millones de individuos. Quedan afuera los menores de 18 años (14,5 millones) y los que tienen entre 18 y 60 sin comorbilidades (14,7 millones). Los adultos mayores, alrededor de 7,4 millones en el país, representan casi el 30 por ciento de las personas consideradas de riesgo.

Operativo de vacunación a maestros de Río Negro con la vacuna china. Foto: Télam

Operativo de vacunación a maestros de Río Negro con la vacuna china. Foto: Télam

No sólo la cuota de vacunas que les toca por ahora a los mayores de 60, el 28 por ciento, está algo por debajo de la proporción que les correspondería por el protocolo establecido, sino que en ese desequilibrio se “favorece” a aquellos que de resultar infectados tienen menos chances de necesitar una unidad de terapia intensiva.

Algunos expertos -pocos- consideran que vacunar a la gente joven podría tener su ventaja para la “inmunidad de rebaño”. Es decir, para que el virus circule menos entre los ciudadanos con mayor movilidad social, que son los que quedan más expuestos al Covid en la vida cotidiana.

Pero eso tiene dos problemas: el primero, que para lograr la inmunidad de grupo habría que tener -se presume- al menos un 60 por ciento de la gente inoculada y Argentina está muy lejos de esa meta. El segundo, que las respuestas de la ciencia a la incógnita de si los vacunados pueden seguir contagiando aún no han sido del todo concluyentes.



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