Zamaes la cuarta película de Lucrecia Martel y el primero sin piscinas, familias o médicos. También sin la presencia de la religión. 

Este último elemento fue el más difícil, ya que la historia se ambientó en la América española de 1790. Pero fue algo premeditado. 

"Fue difícil, admite la cineasta, porque había cruces hasta en los muebles de época que lograron para el rodaje:" Quería dejar la Iglesia de fuera porque en nuestra historia, desde la Independencia, es fácil asignar todos los males al colonizador y no detectar los que quisimos abolir cuando ya éramos independientes porque implicaba perder un montón de privilegios para las familias que gobernaron. La ausencia de la Iglesia me permite enfocar en el comportamiento civil ". 

Está feliz con el resultado: "Una ficción no tiene la obligación del documental, pero tiene que incitar a la reflexión, si no para qué sirve? A pesar de haber buscado también el entretenimiento ". El problema surge, apunta Martel, cuando entretener se convierte en la finalidad absoluta.

 ¿Vivimos en la dictadura del entretenimiento? "Sí. Y las series de televisión profundizaron en ello. Siempre estoy hablando de las series con asombro porque la gente no se da cuenta de que son un retroceso. 

La televisión mejoró, por supuesto. Sólo hay que compararDallas con Breaking Bad . Pero en términos narrativos de imagen y sonido, lo que se había logrado ya con documentales y ciertas películas era más rico que lo que están haciendo en las series, que son una vez más el argumento puro, una estructura mecánica y del siglo XIX, más que bien. Las series nos devolvieron la novela del siglo XIX. Es fruto del momento conservador que estamos viviendo. Se arriesga menos "

NOTA DEL EDITOR 

LA GRAN NOVELA AMERICANA

Con tres películas entre 2001 y 2008 - Marsh, La niña santa y La mujer sin cabeza - Lucrecia Martel se convirtió en uno de la personalidad más destacada de directores en el cine latinoamericano. Después de la construcción de un realismo perturbador de la universo, comenzó a adaptar el Eternauta de Héctor Germán Oesterheld y el arte Francisco Solano López, historieta de ciencia ficción míticos en Argentina. La adaptación no fue adelante y ella se embarcó en un viaje por el río Paraná. En el barco leer Zama , la novela en la que Antonio Di Benedetto en 1956 narra la historia de un empleado de la corona española, asignado cerca de Paraguaya finales del siglo XVIII, espera su traslado a un destino mejor. Protagonizada por Daniel Giménez Cacho, Lola Dueñas y Matheus Nachtergale, la película se abre el viernes en España después de ser aclamado en el último festival de Venecia .

"Yo soy argentino, pero no nací en Buenos Aires." Antonio Di Benedetto, mendocino exiliado en Madrid durante la dictadura militar, incluyó esas ocho palabras en su autobiografía. Sentada en una sala barroca de la Casa de América de Madrid, Lucrecia Martel concuerda que lo más importante en esta frase es el "pero", señal clara de la distancia entre el interior argentino y la capital. Martel tampoco es porteña. Nació en Salta en 1966 y sabe lo que habló Di Benedetto, con una proyección en Zama esta tensión entre la periferia y el centro. "Argentina centrada cultura y la economía y legitimado todo lo que sucede en Buenos Aires. Todas las medidas se toman con un desconocimiento enorme de lo que sucede en el resto del país. Para cualquier escritor o cineasta que más en su provincia es difícil tener acceso a otros circuitos. "Ese" desarrollo desparejado "tiene también una consecuencia: la homogeneidad estética. Así que el debut en 1995 del primer corto Lucrecia Martel - rey muerto , una historia de resistencia antimachista - causó tal impresión que muchos no creían. "Me preguntaban si yo era colombiana", recuerda ella, con media sonrisa. "En América Latina es enorme desastre de la representación de grandes sectores sociales. En la televisión los indígenas no están presentes. El mundo audiovisual es tan clase media y blanca ... Es una pobreza que nuestro cine carga.