Cuando se menciona a la provincia de Jujuy, las primeras imágenes que vienen a la mente son sus paisajes majestuosos y cambiantes, de Humahuaca, de la Puna, las yungas, los valles y de su capital, San Salvador, la famosa “Tacita de Plata”.

Este viaje que aquí vamos a contar es distinto: es una aproximación a la mística, al regionalismo, a las sensaciones, a los olores y sabores y al profundo sentido de pertenencia de los jujeños con su tierra.

Y esa comunión de los hombres y mujeres de Jujuy con la madre tierra, la Pachamama, se traduce en sus costumbres, arraigadas hasta sus ancestros; en su forma de caminar, hablar y mirar a los ojos, de frente; en su cultura, rica y viva como pocas; en su sincretismo religioso, mezcla del legado aborigen con las creencias impuestas por los colonizadores, y en el incondicional amor por su historia y tradiciones.

Para acceder a estas experiencias no sirve el turismo tradicional, no alcanza, no conforma. Hay que vivir el viaje como algo distinto, singular y único, abrir los ojos y los sentidos y dejarse llevar.

Los datos geográficos, geológicos, históricos, distancias, alturas y climas, se lo dejamos a Google, donde los podrá encontrar en abundancia. Aquí le vamos a relatar lo otro, aquello de las sensaciones y los sentimientos.

Una vez en la capital jujeña, a las 12.30, el transfer se hizo directamente a Tilcara, donde se arribó a las 14, justo para el almuerzo en el restaurante Los Puestos. Allí comenzó el viaje por el placer, con sabores tan elaborados como regionales: carbonada al horno de barro, cazuela de llama o lomo a la frontera.

Por la tarde, luego de alojarse en alguno de los muy buenos hoteles y hostales con que cuenta Tilcara, en este caso, Rincones de Jujuy, un establecimiento con 10 habitaciones cómodas, estacionamiento, piscina, quincho y Wi-Fi en todo el hotel, la primera excursión fue una experiencia inolvidable.

El Pucará de Tilcara es parte del patrimonio arqueológico de la Quebrada de Humahuaca y se trata de una ciudadela construida hace más de 900 años, a una altura de 80 metros, por los aborígenes tilcara.

En un comienzo, los pucará eran especies de atalayas que se levantaban para vigilar los alrededores y prevenir ataques. Luego, a la llegada de los incas, que extendieron su imperio hasta esa zona, se convirtieron en poblados donde vivían los lugareños y desarrollaban sus actividades sociales, productivas y rituales.

El Pucará de Tilcara, que llegó a abarcar 18 hectáreas en tiempos del inca pudo, incluso, ser capital de alguna de las provincias que componían el imperio. Lo que sí es seguro es que fue una de las principales ciudadelas de la quebrada y fue abandonada en el siglo XVI, después de que los españoles lograran doblegar la férrea resistencia de los aborígenes.

Ha sido reconstruida en base a los estudios y excavaciones arqueológicos, que permitieron rescatar más de 3.000 piezas. Pararse en lo más alto del pucará y mirar hacia abajo y alrededor, mientras el viento trae lo que parecen voces aimará o quechuas, es una experiencia inolvidable.

Al pie del pucará hay un jardín botánico que es una completa muestra de los cardones y otras cactáceas típicas de la zona.

Caravana con llamas

A la salida del complejo del Pucará de Tilcara, nos esperaba una recua de llamas con su “pastor”, Santos Manfredi. Este bonaerense con raíces cordobesas (su abuelo fue fundador de Manfredi, en la provincia de Córdoba), conoció Tilcara en 2001 y un año después se radicó definitivamente en el lugar.

Apasionado por el senderismo y atraído por la impronta de las llamas, ya sea como animales de carga, por su lana para abrigo y su carne en la alimentación de los lugareños, inició un emprendimiento de turismo rural ecológico y de base comunitaria.

Y la pasión de Santos por esos camélidos se nota en la forma que describe las características de las llamas, sus aptitudes para las travesías por senderos y territorios inhóspitos y hasta la forma de amansarlas y domesticarlas a través de los “estímulos positivos”.

Llevar una llama de la rienda, caminar a su lado y percibir por la posición de su cabeza y orejas cuando el animal muestra su descontento, son parte del conocimiento que Santos transmite en forma apasionada.

En mi caso, me tocó Jana, el líder de la recua y que, por lo tanto, quería marchar al frente del resto. Y allá iba el citadino, con la rienda tensa y al trote al lado “del llama, hijo de la misma pacha y por lo tanto, mi hermano”.

Alojamiento. Rincones de Jujuy Hotel Boutique, Belgrano 535 (a 50 metros de la plaza principal), Tilcara, teléfono (0388) 495-5106, [email protected]www.facebook.com/rinconesdejujuyhotel 

Tarifas: desde $ 750 habitación doble con desayuno regional, cochera privada, piscina exterior, quincho. Consultar promociones.

Excursiones. Runa Tour, Luis César Zerpa, celular (0388) 154-870514,[email protected] www.runatour.tur.ar, Tilcara. Tarifas aproximadas: full day en Salinas Grandes y Barrancas, con almuerzo en establecimiento rural, desde $ 800 en base doble c/guía especializado.

Caravana de Llamas, Santos Manfredi, celular (0388) 154-088000,www.caravanadellamas.com. Travesías por diferentes circuitos, por horas o días, desde $ 250.

Dónde comer. Restaurante regional “La papa verde”, de Eduardo Escobar, especialidad en platos regionales (empanadas de quinoa con queso de cabra, estofado de llama, tamales de sémola y charqui de llama, brochettes de queso de cabra y quinoa). Entrada, plato principal y postre regional, con bebida no alcohólica, desde $ 120 por persona. Belgrano 580, Tilcara, teléfono (0388) 155-825342. Restaurante Los Puestos Especialidad en parrilla, minutas y platos regionales. Belgrano esquina Padilla, Tilcara.

Cámara de Turismo de la Provincia de Jujuy,www.facebook.com/camaradeturismojujuy, [email protected]