ECONOMIA Y POLITICA
16 de abril de 2016
FMI visitará la Argentina luego del pago a los fondos buitres
Fin del cepo cambiario, acuerdo con holdout, acercamiento al Fondo Monetario, dólar más alto, apertura comercial, el ataque a la inflación y al déficit fiscal forman parte del sello de la nueva gestión. El cuestionado organismo prepara su arribo para septiembre, el primero luego de diez años
Fondo Monetario Internacional (FMI) ya está definiendo los detalles logísticos del envío de una misión a la Argentina que por primera vez en una década revisará las cuentas de ese país.
"El ministro argentino Alfonso Prat Gay dijo que tenía la expectativa de una visita por el artículo IV en la segunda mitad de este año. Saludamos el compromiso de las autoridades argentinas con el Fondo", dijo Alejandro Werner, director de la división del Hemisferio Occidental.
Por su parte, Nigel Chalk, adjunto de Werner, relató que "iremos por dos semanas en septiembre".
En principio, la delegación "estará encabezada por Roberto Cardarelli, integrante de la división del Hemisferio Occidental, quien se reunirá con las autoridades del Banco Central", dijo Chalk.
A partir de la información que se colecte, "será elaborado un informe a ser discutido en nuestro Directorio", añadió. Por el momento "estamos organizando los detalles de la logística", insistió.
Chalk resaltó que será la primera misión oficial del FMI a Argentina por el artículo IV en casi una década: la última visita se completó el 27 de julio de 2006.
Las relaciones entre el FMI y el Gobierno se deterioraron sensiblemente. A tal punto que en 2014 la entidad financiera llegó a amonestar públicamente a Argentina por la falta de confiabilidad de sus estadísticas, en particular las relacionadas con la inflación.
Luego de fuertes encontronazos con la administración kirchnerista, Mauricio Macri y su equipo iniciaron, apenas asumieron, un proceso de acercamiento al organismo.
El debate que viene
Por lo pronto, los festejos por el acuerdo con los "fondos buitre" y la salida del default ya son cosa del pasado.
En la Argentina es un tema tabú, pero empiezan a escucharse las voces de funcionarios y de operadores del mercado financiero que ya lo consideran inevitable y hasta un paso natural: el regreso a la toma de créditos con el FMI.
Como diera cuenta, los primeros pasos ya fueron dados con la publicación del "country report", que contiene el diagnóstico de los técnicos del país respecto de la economía argentina.
Ya antes se había admitido un requisito del artículo IV. Es decir, que economistas del FMI tuvieran acceso a monitorear las cuentas nacionales. La depuración del Indec y el anuncio de un nuevo índice de inflación completó la lista de asignaturas pendientes.
Claro que falta la parte más importante: la plata. Ejecutivos de bancos de inversión con sede en Wall Street -que siguen de cerca la situación argentina- confiaron que el acercamiento se da casi por descontado.
Con la situación fiscal que el Presidente describe con suma crudeza como parte de la "pesada herencia", la necesidad de contar con "dólares frescos" resulta imperiosa.
A pesar de genera asombro el monto de emisión de bonos de Prat Gay para cancelarle a los buitres, lo cierto es que el remanente que quede no será suficiente. A fin de cuentas, la mayor parte de ese crédito se irá inmediatamente a las arcas de los acreedores.
Tal como lo admitió el propio ministro, la forma de evitar incurrir en un "ajuste brutal" es el crédito externo.
Lo que hasta ahora quedó en evidencia es que aquella "lluvia de dólares" que había pronosticado Macri en la campaña electoral no ocurrió. Hasta llegó a decir que iba a ser de tal magnitud que el problema que iba a enfrentar la Argentina no sería la suba de la cotización sino, más bien, cómo frenar la caída.
Habiendo transcurrido cuatro meses, existe incertidumbre sobre la pronta llegada de inversiones de magnitud para la economía real. Al menos, en cantidades tales como para cerrar el agujero de las cuentas públicas.
En ese contexto, hay un prestador de dólares disponible -polémico para muchos- pero que cobra la tasa más baja del mercado, bajo las siguientes condiciones:
- Cada entidad asociada paga al organismo una cuota que, en el caso de la Argentina, es de unos u$s3.000 millones.
- De acuerdo con el reglamento del propio FMI, el acceso anual del que dispone cada nación equivale al 200% de la misma (cuota).
- Así las cosas, al día de hoy, el Gobierno macrista tendría disponible una ventanilla para hacerse de casi u$s9.000 millones a lo largo de 12 meses.
- La condición establecida es que el plazo de devolución del crédito es de entre tres años y medio y cinco años y que habría que hacer pagos trimestrales.
- Transcurridos tres años del acuerdo, el endeudamiento no puede exceder el 600% de la cuota que un país abona al FMI.
- Para la Argentina, supone la friolera de u$s20.000 millones.
- En otras palabras, ése es el límite que podría pedirle Macri al Fondo Monetario a lo largo de su mandato.
Dadas las necesidades de la Argentina, ese monto no luce para nada despreciable.
Además de lo tentadora que resulta esa cantidad, el otro tema crucial es la tasa de interés: apenas el 1,05% anual.
"Casi nada", si se tiene en cuenta que por una colocación de deuda hoy se tendría que afrontar un costo al menos seis veces superior: entre 6,5% y 8% anual, dependiendo los montos y plazos.
El "timing" para un "nuevo FMI"
En definitiva -si fuera por una lógica eminentemente económica y financiera-, no caben dudas de la conveniencia de recurrir al organismo para financiar el rojo fiscal.
Los interrogantes y cuestionamientos pasan por el lado político. A fin de cuentas, el recuerdo de las misiones con los funcionarios del FMI llegando a Ezeiza y siendo recibidos por una multitud de cámaras de TV (una imagen recurrente desde los años '80 hasta el 2002) todavía provoca alergia en muchos argentinos.
De manera que es ahí donde está centrado el debate interno del Gobierno: la definición del "timing" político y la manera más adecuada de comunicar el tema.
Los más renuentes a dar pasos en falso, aquellos funcionarios pendientes del marketing, recomiendan ir despacio. En todo caso, la decisión estará centrada en los típicos condicionamientos que conllevan estos "salvatajes" que ofrece el organismo.
Dicho de otra manera, si los técnicos de Washington son muy estrictos, el ajuste que pretende moderar el Gobierno lo terminarían imponiendo desde afuera. Desde la viabilidad política, no es negocio.
Es por eso que se explora la posibilidad de que un acercamiento que no implique el relacionamiento con las clásicas y conocidas "cartas de intención" que pudieran oler a condicionalidades que recorten el margen de acción para el Ejecutivo.
¿Es posible? Un funcionario de ese organismo, es optimista: "Van a querer mostrar que el FMI cambió, que no es el mismo que determinó el hundimiento de la economía en 2001", señaló el economista experto.
Y añadió: "Mucho ha sucedido desde aquel entonces. No sólo en la Argentina sino en la dinámica interna de los organismos de crédito. Hay que explorar ese camino".
Como ocurre con cada decisión trascendente, el Gobierno evalúa la manera de transmitir la medida. El marketing es un elemento central para analizar los movimientos de la administración. Nada se hace sin apelar a él.
Alfonso Prat Gay suele enfatizar que la única forma de reactivar la aplastada actividad económica y moderar el ajuste es con la llegada de dólares frescos.
En la interna, quienes están auspiciando un acercamiento rápido, afirman que pesará cada vez más el hecho de que el puente hacia Washington es el único que podría asegurar un repunte de la actividad económica.
El dato objetivo es que la Argentina tiene las cuentas en cero -está desendeudada con el organismo- y dispone de todo el apoyo político desde el extranjero para retornar al FMI.
Contra la estrategia del "paso a paso" y la medición del impacto político, juega cada vez más la realidad que impone una caja exhausta.
Fuente:Agencias Buenos Aires
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