Había prometido seguir adelante, aún cuando la jueza Fabiana Palmaghini decidió -en diciembre- quitarle la causa por la que aún no había efectivizado su jubilación. Pero la fiscal Viviana Fein cambió de parecer, y presentó su renuncia ante la procuradora Alejandra Gils Carbó, que se la aceptó el viernes. Fein estuvo a cargo de la investigación de la muerte de su colega Alberto Nisman, aunque en los diez meses que condujo el caso ni siquiera logró establecer si el ex titular de la UFI AMIA se había suicidado o había sido asesinado.

Fein ya había hecho los trámites de su jubilación y había anunciado que dejaría su cargo cuando terminara su actuación en la causa Nisman, pero esperaba el resultado de la apelación de los abogados del técnico informático Diego Lagomarsino al pase de la causa al fuero federal.

Esa apelación no prosperó y la mudanza de los 60 cuerpos del expediente al juzgado de Julián Ercolini terminó concretándose, cerrando todos los caminos a que el caso volviera al fuero ordinario y a manos de Fein.

Desde la misma noche en que comandó el operativo judicial y policial en el departamento de la torre Le Parc de Puerto Madero en que Nisman fue hallado muerto, Fein fue reiteradamente criticada: por la jueza, por la opinión pública pero sobre todo por la querella encabezada por la ex esposa de Nisman, la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado. Casi al unísono, todos señalaban a la fiscal por su supuesta insistencia en tratar de probar que Nisman se había suicidado.