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25 de abril de 2016

El clásico Boca-River igualaron 0-0

El Xeneize y el Millonario aburrieron en la Bombonera, sin goles. No se había cumplido el cuarto de hora cuando Pablo Pérez fue expulsado, pero la visita no supo aprovechar la ventaja numérica. Gago terminó lesionado y D'Alessandro fue lo mejor del plantel del Muñeco.

En el juego de las especulaciones previas, ninguno de los dos equipos estaba obligado a ganar. Es que tanto Boca como River tienen la cabeza puesta en la Copa Libertadores y hace varias semanas que ya se despidieron del Campeonato. Así, una victoria en el Superclásico hubiera representado, más allá de la lógica felicidad, un envión anímico para lo que se viene en el certamen continental. Sin embargo, en este juego terapéutico, una derrota podría haberse transformado en un problema a corto plazo. Y con esta lógica jugaron ayer el Xeneize y el Millonario en la Bombonera: empataron 0-0 en un partido muy pobre, en el que el dueño de casa disputó más de 75 minutos con uno menos por la expulsión de Pablo Pérez.

El Xeneize y el Millonario aburrieron en la Bombonera.

Poner lo mejor. Casi como un eslogan publicitario, en la semana tanto Guillermo Barros Schelotto como Marcelo Gallardo avisaron que en el duelo de primos los apellidos iban a ser importantes. No importaban, aparentemente, los viajes a Asunción y a Quito para los compromisos coperos de octavos de final. Y ambos entrenadores cumplieron con su palabra, aunque adentro de la cancha no se vio reflejado ese afán de “poner lo mejor”. El factor Libertadores, se dio una vuelta por La Boca.

El encuentro comenzó vertiginoso. A los 4 minutos, River avisó con un remate de Alario que controló sin problemas Orion. Y 120 segundos más tarde, Boca respondió con un buen desborde de Pavón que por muy poquito no llegó a conectar Pablo Pérez. Pero a los 11, una acción cambió por completo el desenlace: Balanta le cometió infracción a Orion y cuando la pelota quedó boyando por el área, apareció Pérez y le pegó una patada en el estómago al colombiano. Darío Herrera no lo dudó y le mostró la roja al mediocampista. Entonces, cualquier planificación previa del Mellizo quedaba enterrada tras esa reacción del ex futbolista de Newell’s. Parecía nacer una buena posibilidad para que los de Núñez impusieran condiciones por el hombre de más, pero la falta de creatividad en ofensiva atentó contra cualquier ilusión del Muñeco. Apenas dominio territorial y un remate de D’Alessandro de tiro libre que hizo lucir a Orion. El reloj marcaba los 42 y el Xeneize sumaba un nuevo problema en la jornada dominguera. Gago pisó mal en el maltratado césped y se lesionó el tobillo izquierdo. En su lugar ingresó Meli, que le aportó más velocidad al equipo pero mucha menos precisión en los pases y en la distribución de la pelota. Segunda derrota de la tarde para el dueño de casa.

La segunda mitad fue un déjà vu del primer tiempo y también pudo haberlo sido del anterior clásico jugado en el Monumental y que finalizó 0-0. El Millo jamás pudo transformar la supremacía numérica en dominio territorial. Así, el Cabezón era un incomprendido entre tantos atletas que corrían de un lado al otro sin saber muy bien que espacios ocupar. Su espejo en el Xeneize fue Tevez, que más acostumbrado al barullo, casi logra hacer delirar a la Bombonera sobre el cierre del clásico. Pero no.

¿Alguno ganó? ¿Alguno perdió? La respuesta es la misma y es negativa. Y no desde el resultado como tal, pero sí desde la proyección futbolística de dos equipos que salieron airosos pero no realizados. Quizás era lo que buscaban, quizás fue lo que consiguieron. El conformismo triunfó otra vez.



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