Diputados socialistas franceses fracasaron este miércoles en su intento de reunir los votos necesarios para presentar una moción de censura contra el gobierno de su propio partido, luego de que el martes el primer ministro Manuel Valls presentara un recurso constitucional para sacar adelante su controvertida reforma laboral sin pasar por el Parlamento.
 

Según el diputado socialista Laurent Baumel, uno de los dirigentes críticos, entre los que apoyaron la moción figuraban 30 socialistas, además de ex comunistas y ecologistas.
 

Hasta ahora, los disidentes se habían conformado con criticar el sesgo liberal de la política gubernamental, pero este miércoles dieron un paso más al mostrar que son capaces de intentar tumbar al Ejecutivo a menos de un año de las elecciones presidenciales

Sin embargo, pese a no lograr su propósito, el hecho de haberlo intentado y de haber trabajado hasta el último minuto para abrir este frente contra el gobierno muestra la divergencia profunda que existe dentro de la izquierda.

Hasta ahora, los disidentes se habían conformado con criticar el sesgo liberal de la política gubernamental, pero este miércoles dieron un paso más al mostrar que son capaces de intentar tumbar al Ejecutivo a menos de un año de las elecciones presidenciales.
 

 Aunque apenas representan un 10% de los 296 diputados socialistas, los disidentes son clave porque privan al gobierno de una mayoría suficiente para adoptar leyes, lo que hace improbable que el partido Socialista (PS) lleve adelante las amenazas de expulsión que habían lanzado algunos de los parlamentarios leales a Valls.

La situación quedó clara el martes, cuando tras comprobar que carecía del necesario respaldo parlamentario dentro de sus filas, Valls, evitó el trámite parlamentario para aprobar la reforma laboral y recurrió al artículo 49.3 de la Constitución francesa.

Por este motivo, el gobierno del premier Valls deberá sortear una moción de censura presentada el martes por la oposición conservadora y centrista, aunque esto es probable que falle en ausencia de una mayoría.
 

El jueves, el gobierno se enfrentará a una ola de protestas en París y más de un centenar de ciudades convocadas por sindicatos y movimientos juveniles opuestos a la reforma laboral

Pero la iniciativa rebelde para buscar voltear al gobierno de su propio partido pone de manifiesto una creciente revuelta dentro del PS, donde el ala izquierda no oculta su rechazo a las políticas pro-empresariales del gobierno, que de haberse concretado habría afianzado la imagen de aislamiento del gobierno galo, dirigido por el presidente Francois Hollande.
 

 El jueves el gobierno se enfrentará a una ola de protestas potencialmente violentas en París y más de un centenar de ciudades convocadas por sindicatos y movimientos juveniles visceralmente opuestos a la reforma, un rechazo que se potenció el martes tras la decisión gubernamental de anular la oposición parlamentaria.

La reforma laboral no cuenta ni con el respaldo de la patronal, que la considera demasiado tibia, ni con el de la mayoría de los sindicatos, que mantienen convocadas tres nuevas jornadas de manifestaciones y huelgas contra ella.
 

La reforma laboral posibilita que sea más sencillo despedir personal y permitir que los empleadores apliquen sus propias normas internas sobre la remuneración y las condiciones en lugar de regirse por los convenios de nacionales de cada sector

Diferentes institutos de opinión coincidieron esta semana en sus encuestas en que tres de cada cuatro franceses rechazan una reforma laboral que, entre otras medidas, posibilitara que sea más sencillo que despedir personal en tiempos difíciles y permitir que los empleadores apliquen sus propias normas internas sobre la remuneración y las condiciones en lugar de regirse por los convenios de nacionales de cada sector, según consignó la agencia de noticias EFE.

Los franceses están de nuevo llamados el jueves a manifestarse, al igual que el martes y el jueves de la semana próxima, en un intento de afianzar la oposición de la calle a la ley.

Se sumarán a las cinco jornadas de protesta en los dos últimos dos meses, tras una de las cuales nació el llamado movimiento "Nuit debout" (Noche en pie), que a diario agrupa a centenares de personas en la parisina plaza de la República y en otras ciudades del país.