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ECONOMIA Y POLITICA

20 de mayo de 2016

Blanqueo de Capitales el éxito depende de las modificaciones a lo bienes personales

Esa afirmación sintetiza el sentir general del mercado respecto de las chances de éxito que pueda tener el anunciado proyecto de blanqueo de capitales para captar los dólares que los argentinos mantienen fuera del sistema.


Hay incertidumbre sobre el monto que finalmente ingresará desde fuera del sistema, pero pocos creen que se llegue a los u$s60.000 millones mencionados por Prat Gay. También hay quienes cuestionan el momento elegido y dicen que los dólares entrantes pueden agravar el retraso cambiario.

En definitiva, la percepción es que lo que determinará el triunfo o el fracaso de la iniciativa está en función de la confianza que se logre transmitir, así como del marco impositivo que se vaya a aplicar.
Antecedentes históricos es lo que sobra. Basta recordar lo que sucedió con el plan que impulsó el anterior Gobierno -el malogrado Cedin- que tenía como meta captar u$s4.000 millones a corto plazo.
En la práctica, logró apenas atraer poco más de la mitad, y la mayor parte después de dos años de vigencia.
Es por eso que, a la hora de medir el humor del mercado, hay opiniones muy diversas: están aquellos que ven un potencial de hasta u$s60.000 millones hasta quienes creen que Alfonso Prat Gay debería contentarse con cifras mucho más modestas.
Para el economista jefe de FIEL, Daniel Artana, el cambio del clima político es, de por sí, un factor que jugará a favor: "Puede funcionar mejor que las últimas veces, porque ahora no existe la percepción de que el Gobierno te puede manotear el dinero".
"En el último blanqueo que hizo Chile ingresaron u$s20.000 millones y es una economía mucho más chica que la nuestra. Es importante ofrecer distintos niveles de multa, según si el dinero queda en el exterior o ingresa al mercado local", agregó Artana. 
En su opinión, la estrategia correcta debería centrarse en los dólares fugados en los últimos años. Es decir, en los que estaban en el sistema pero que, tras la instauración del cepo cambiario, fueron sacados frente al temor a una confiscación. 
Artana hace referencia a unos u$s50.000 millones, algo así como el 20% de las divisas que los argentinos atesoran fuera de los bancos locales, según estadísticas del INDEC.
Por lo pronto, hay analistas de consultoras privadas que ubican la cifra total cómodamente por encima de los u$s300.000 millones.
Lo cierto es que en los despachos oficiales toman como referencia que el dinero que podría volver al sistema rondará los u$s50.000 millones. 
Por el lado de los bancos, los directivos consideran que -bajo ciertas condiciones de seguridad jurídica y en un contexto en el que los rendimientos a nivel mundial son muy bajos para las inversiones financieras- ese número podría elevarse a los u$s60.000 millones.
En cuanto al dinero que se sumaría a las arcas del Tesoro -por el cobro de tasas que serán definidas en el proyecto-, se calcula que rondará entre los u$s4.000 millones y u$s5.000 millones, desde que se apruebe la ley y hasta fines del 2017. 
La fecha que se baraja para el envío al Congreso del proyecto es mediados de junio. Y se especula con que el tratamiento legislativo insuma unos dos meses, de modo tal que la normativa dé a luz en agosto.

El debate sobre la oportunidad
Si bien los aspectos impositivos constituyen una parte fundamental de la iniciativa, no es lo único que se debate entre economistas, banqueros y empresarios.
También está sobre el tapete el momento elegido. Aunque parezca raro, hay quienes creen que el Gobierno con el blanqueo sólo tiene para perder.
¿Por qué? Porque creen que es mucho mejor que este "perdón tributario" se haga una vez alcanzados ciertos objetivos económicos y no antes.
Quienes propician que se postergue, sustentan sus dichos en dos argumentos:
1. Si es exitoso y entran muchos dólares: el remedio puede ser peor que la enfermedad. El tipo de cambio tenderá a bajar por la mayor oferta de divisas. Esto puede generar atraso cambiario (que afecta a las economías regionales) o bien obligará al Gobierno a emitir muchos pesos (para "aspirar" esos billetes verdes) complicando las metas de inflación. 
2. Si no es exitoso y entra muy poco dinero: el Ejecutivo quedará expuesto a un alto costo político a tres años del fin de su primer mandato. Dejará en evidencia que el mercado tiene poca confianza en su plan de gestión y esto afectará las expectativas de particulares y empresas. 
Estos son los argumentos que exponen quienes creen que es mejor que la economía primero se "ordene" para que luego una eventual "lluvia verde" no complique las cosas.
Incluso, algunos creen que el blanqueo alentará el ingreso de dinero especulativo para aprovechar las altas tasas. Una suerte de invasión de "capitales golondrina" que, al retirarse, terminarán generando más complicaciones que el beneficio inicialmente buscado.
Según el economista Dardo Gasparré, "no habría que crear incentivos para inundar de dólares al país en momentos en los que no hay importaciones relevantes, suponiendo que alguna vez las haya".
"Si tal fuera el caso, el blanqueo debería limitarse a una simple exteriorización -pagando las alícuotas que correspondan- sin diferenciación alguna", agrega.
No todos opinan así, claro. Están los que se entusiasman pensando en el potencial reactivante de los dólares que retornen a la Argentina.
"El Gobierno necesita inversiones millonarias en infraestructura que, en buena medida, pueden ser aportadas por aquellos argentinos que estén dispuestos a apostar por el país", expresa Sardans.
En su visión, también podría ayudar a bajar la tasa de interés que el país paga a la hora de colocar deuda, que hoy está en 7 u 8%.
Artana, de FIEL, observa: "Si llegamos a u$s20.000 millones, equivaldría al 4% del PBI, aunque depende de si el dinero ingresa o no". 
Quienes están a favor de que el plan dé a luz rápidamente, hacen referencia a algunas cuestiones que le dan mayores chances de que sea exitoso:
1. El acuerdo entre países para que desde el primer día del 2017 arranque el intercambio de información tributaria, de personas y empresas. 
2. La reciente salida del default combinada con el primer año de gestión del Gobierno que, pese a todo, aún mantiene buenos índices de imagen positiva.
3. Los buenos rendimientos que ofrece la Argentina, en un contexto en el que las tasas a nivel global son cercanas a cero.
4. La necesidad de avanzar rápido en obras de infraestructura, de modo tal que el Gobierno llegue bien parado a las elecciones legislativas del año que viene.
Una "amnistía" global
En todo caso, quienes defienden la urgencia de hacer ahora el blanqueo, alegan la necesidad de cumplir con el mandato de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), de la que Argentina forma parte.
El requisito es otorgar un perdón fiscal antes de la entrada en vigencia de los tratados de información automática entre países, que regirán desde fin de 2018.
Lo cierto es que son muchas las naciones, incluso del mundo desarrollado, que han adoptado este tipo de herramientas para paliar los déficits fiscales y que han impuesto condiciones estrictas al llevar a cabo estos procesos.
El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) hace especial énfasis en que el objetivo sea el de blanquear activos no declarados siempre que sean de origen legal.
De hecho, el Convenio de Asistencia Administrativa Mutua en Materia Fiscal, firmado por 92 países (entre ellos la Argentina) para el intercambio automático de información tributaria, sugiere que los gobiernos empiecen desde 2017 a aplicar una "amnistía" a sus contribuyentes.
Por lo pronto, el blanqueo es una medida que está en carpeta y que propicia el macrismo para atraer parte de los miles de millones de dólares que están bajo el colchón. 
Pero, para que el plan sea exitoso habrá que emprolijar algunas cuestiones y así evitar que tenga un "efecto boomerang" .

Fuente:Agencias de Economìa,Mercado y Valores



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