Marco Trungelliti había tocado fondo en 2013, después de un año en el que, según sus palabras, se olvidó de jugar al tenis. Desesperado, decidió entonces recurrir a un psicólogo. “Llegó un momento de mi vida deportiva en que no podía seguir solo”, reconoció ayer el argentino tras dar el golpe de la jornada en la primera ronda de Roland Garros, donde eliminó al top ten croata Marin Cilic por 7-6 (7-4), 3-6, 6-4 y 6-2. Fue un auténtico impacto en Francia.

Procedente de la clasificación, el santiagueño de 26 años se deshizo del campeón del Abierto de los Estados Unidos 2014 en dos horas y 50 minutos, en un partido en el que superó altibajos y en el que mostró el juego agresivo y de variantes por el que destacó de chico. “Es un gran momento para mí”, dijo Trungelliti, que abandonará rápidamente el 166° lugar que tiene en el ranking mundial.

Profesional desde 2008, el golpe de ayer del argentino se potencia más al saber que lo logró en su octavo partido jugado en torneos ATP o Grand Slams. Es que su carrera se forjó en los Futures y en los challengers y le costó dar el salto.

Es más: la victoria ante Cilic fue recién su cuarto triunfo en el circuito grande. Antes solamente había podido ganarles al italiano Paolo Lorenzi en Umag 2012, a Facundo Argüello en Buenos Aires 2013 y al eslovaco Jozef Kovalik en el Abierto de Australia 2016.

Su próximo rival será el español Albert Ramos-Viñolas, 55° del ranking, quien derrotó por 6-3, 4-6, 7-5 y 6-0 a Horacio Zeballos, que debió ser atendido en su espalda antes del inicio del último parcial.Trungelliti recordó ayer el partido que perdió por 6-1 y 6-2 contra el español en el challenger de Sevilla 2013. “Perdí feo, pero eran otros tiempos. No creo que vuelva a pasar”, se envalentonó.

Eran los tiempos en los que el santiagueño viajaba solo por el circuito, preocupado principalmente por reunir dinero suficiente para continuar jugando, alternando alguna buena semana con períodos de desconexión. Fuera del foco de la prensa.

“El tenis se ha cansado de ver jugadores que le pegan bien a la pelota, pero que no consiguen resultados”, dijo el argentino, en un intento por describir lo que era y lo que no quiere volver a ser. Bajo el influjo del psicólogo Juanjo Grande, que le enseñó “caminos distintos” para enfocar su profesión, el argentino se puso bajo la batuta de Gabriel Markus y Paquito Cabello. Con ellos apostó a jugar torneos más grandes y a tomarse más períodos de descanso, sin entrar en la “vorágine de jugar por jugar cuando estás en Europa”, explicó.

Y en el último Abierto de Australia el enfoque tuvo sus frutos: viniendo también de la clasificación, Trungelliti entró a su primer cuadro principal de un Grand Slam y en la segunda ronda cayó con el búlgaro Grigor Dimitrov.

Con pelo rizado y una sonrisa franca, el santiagueño quiere ahora evitar ser flor de un día. “¿Llegar a la tercera ronda? Sí, y si puedo más, también. Pero quiero ir partido a partido. Los rivales acá tienen un nivel muy alto y a poco que te desconcentrás, se termina el torneo. Y eso no es algo que tenga en mente”.

Corren otros tiempos para Marco Trungelliti. Antes se hubiera conformado con los 60.000 euros asegurados por ganar en el debut. Ahora va por más gloria.