En su debut como Presidente en un Tedéum por el aniversario de la Revolución de Mayo, y a punto de cumplir un semestre en el cargo, Mauricio Macri tuvo que volver a escuchar ayer, por primera vez en vivo y directo, el reclamo que se ha hecho reiterado desde distintos estamentos de la Iglesia Católica: que se preocupe por los pobres.

Macri se mantuvo estoico junto a su esposa y primera dama, Juliana Awada, en la primera fila de la Catedral porteña, acompañado por su gabinete, aunque luego no pudo disimular cierto fastidio, cuando en su homilía el monseñor capitalino y primado de la Argentina, el cardenal Mario Poli, se encargó de hacerle la demanda que por distintos medios viene haciéndole saber el papa Francisco. 

“Que no nos paralicen las estadísticas, más bien, no perdamos la sensibilidad para escuchar y redoblar esfuerzos ante el dolor de los más pobres, de las familias que sufren la humillación por carecer de lo esencial. No permitas, Maestro, que nuestras promesas defrauden a la gente, ni alimenten el desaliento y el desencuentro”, dijo en el pasaje medular de su homilía el sucesor de Jorge Bergoglio. 

En sintonía con lo que Francisco ha convertido en una suerte de consigna de su papado, abogó por “tierra, techo y trabajo, lo elemental”, para los argentinos y los inmigrantes. Además, convocó a la dirigencia toda a “crear espacios” en los que “las ideas superen a las ideologías para encontrar acuerdos razonables y duraderos, de los que dependen tantas vidas, proyectos y sueños”.

Ante también la vicepresidenta Gabriela Michetti; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, y legisladores y dirigentes del Pro y de la UCR, que integran la coalición gobernante, como del titular de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, el cardenal Poli llamó además a”promover la solidaridad y la igualdad”. En alusión al Evangelio de San Marcos, recordó el pedido de Jesús de que “dejen toda ambición de poder y los mesianismos políticos” y convocó a “pensar en el hermano”.

Como parece haberse hecho habitual en el Gobierno ante cada crítica, los reclamos del cardenal Poli fueron acogidos con expresiones de acuerdo, beneplácito y coincidencia de parte de la Casa Rosada. No fue el Presidente quien lo hizo a la salida de la Catedral metropolitana, que saludó a algunos de los presentes detrás del vallado en la Plaza de Mayo antes de subir a un automóvil que lo trasladó a la residencia de Olivos, sino su jefe de Gabinete, Marcos Peña.

“Compartimos cien por ciento todo lo que dijo (Poli). Fueron palabras muy lindas y sabias que hablan del compromiso que tenemos que tener, de un país en paz y prosperidad. La Argentina ha cambiado por decisión de los argentinos que se han dado una oportunidad para reencontrarse”, dijo. 

Peña prefirió, en cambio, contentarse con el hecho de que el tedéum del 25 de Mayo “haya vuelto” a la Catedral porteña. De hecho, la única vez que Cristina Fernández lo hizo en ese lugar fue en 2014. Su esposo, Néstor Kirchner, decidió hace diez años trasladar los actos centrales a las provincias, tras un discurso muy crítico del entonces cardenal Bergoglio.

Peña también aludió al pedido del arzobispo de que “no nos paralicen las estadísticas” públicas sobre la situación social. “Las estadísticas tienen que servir de referencia, pero al final del día se está hablando de personas y todas, sobre todo los más débiles, necesitan que se esté cerca”, dijo el funcionario, quien prometió que “habrá nuevas estadísticas oficiales”.

Pero la vicepresidenta Michetti, en cambio, acusó público recibo del reclamo de la Iglesia y de la difícil relación de Macri con el papa Francisco. “Falta una charla franca y profunda” entre ambos, además de un “momento de comprensión del proyecto político” de parte del Papa, dijo.

El pedido del cardenal primado de la Argentina se inscribe en la línea crítica sostenida por la Iglesia Católica hacia el gobierno de Macri desde el mismísimo papa Francisco. Confirma, además, que nada cambió con el escueto mensaje de salutación que el jefe de la Iglesia Católica envió al Presidente con motivo del 206 aniversario de la Revolución de Mayo.

Su preocupación por el aumento de la pobreza en estos poco más de cinco meses de gobierno de Macri ha sido el eje central de cada pronunciamiento y comportamiento público del Papa y, con él, del conjunto de la Iglesia.

Así lo hizo explícito el fin de semana pasado la Comisión de Pastoral Social del Episcopado en su encuentro anual en Mar del Plata, como lo habían hecho los obispos en su crítico documento con motivo del Bicentenario de la Independencia, que anticiparon a Macri.

También cuando el jueves pasado el Papa recibió a la dirigencia de la Célam (Conferencia Episcopal Latinoamericana), a la que le expresó su “preocupación por los conflictos sociales, económicos y políticos”, por igual, “en Argentina, Venezuela, Brasil y Bolivia”.