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ECONOMIA Y POLITICA

23 de agosto de 2016

Gobierno ya se endeudó por u$s15.600 millones

El Síndrome de la manzana: la protesta de los productores deja al desnudo los problemas de competitividad cambiaria.

 

Inquieta a analistas que buena parte de los billetes verdes que ingresaron durante la gestión Macri tuviera como destino la compra de divisas. A esto se suma la salida por turismo, ventanilla que le significó al BCRA casi u$s5.000 millones. ¿Otra vez el atraso cambiario alimenta viajes al exterior?

Una lectura lineal sería crudamente pesimista: de los 15.600 millones de dólares que ingresaron al país por las últimas emisiones de deuda no queda nada. O casi nada.  La gran mayoría de esas divisas salieron por la misma puerta por la que entraron.

Es cierto que buena parte se utilizó para hacer frente a distintos vencimientos de deuda. Pero lo preocupante no tiene que ver con el cumplimiento de esas obligaciones.

Más bien, lo que resulta inquietante es la cantidad de dólares que el Banco Central tuvo que entregarles a los inversores y a los argentinos que viajan al exterior.


En relación con este último punto, crecen las sospechas de que la economía sigue conviviendo con atraso cambiario, pese a que la última devaluación tuvo lugar hace apenas ocho meses.


Una vez cancelado el compromiso con los holdout, de los u$s15.600 millones que el Gobierno pudo captar por emisiones de deuda (más u$s7.000 millones que ingresaron por otros conceptos), buena parte se terminó destinando a la dolarización de carteras o bien a alimentar las ventanillas del turismo.

Estos datos, extraídos del balance cambiario semestral que publica el Banco Central, fueron consignados en el último reporte de la consultora LCG fundada por Martín Lousteau, actual embajador en los Estados Unidos.
Nada por aquí, nada por allá


Bajo el título “¿A dónde se van los dólares de las emisiones de la deuda?”, los economistas de la consultora recopilaron la ruta que tomaron los billetes verdes durante el primer semestre de la administración Macri.

Por lo pronto, del análisis se excluyen los u$s9.300 millones captados en el mercado, que así como ingresaron tuvieron como destino final el pago a los holdouts.

Hecha esta salvedad, el informe resalta que:

1. Sin considerar los u$s5.000 millones prestados por un club de bancos extranjeros (para hacer frente a una eventual corrida cambiaria), las reservas se mantuvieron constantes. 

2. El Gobierno captó u$s22.500 millones de acuerdo con el siguiente desglose:

-Emisiones de deuda: u$s15.600 millones.

-Ingreso por venta de mercancías: u$s5.800 millones.

-Otras entradas: u$s1.100 millones.

3. Desde el otro lado del mostrador:

-Los compromisos de deuda se llevaron u$s10.600 millones.

-La dolarización de ahorros ascendió a u$s5.600 millones.

-La salida por turismo significó u$s4.700 millones.

-El giro de utilidades de empresas totalizó u$s1.500 millones.

4. Una porción importante de esa dolarización permaneció en el sistema financiero. Los depósitos en moneda extranjera del sector privado (empresas e individuos) subieron hasta los casi u$s12.500 millones.

Esto, luego de haber retrocedido a un mínimo de u$s7.000 millones en 2015, en medio del cepo y del clima de desconfianza hacia la gestión anterior.

Por lo pronto, las colocaciones en divisas estadounidenses se encuentran un 20% por debajo de los u$s15.000 millones de octubre de 2011, justo antes de la imposición de las restricciones cambiarias.

La primera conclusión compartida por algunos analistas es que el público si bien dolariza sus tenencias no muestra una gran desconfianza ni hacia el Gobierno ni hacia el sistema bancario. 

¿Otra vez sopa?


A diferencia de lo que ocurría en otras épocas -como la de la convertibilidad o la que tuviera lugar durante la vigencia del cepo-, hoy en día el Banco Central puede abstenerse de intervenir en el mercado cambiario.

Esto, en caso de que considere más conveniente no tener que imprimir pesos (para retirar esos dólares del circuito financiero) que luego puedan presionar sobre la inflación.

Hecha esta salvedad, hay varios puntos llamativos. El primero refiere a la constante dolarización de las carteras.

“Los inversores más sofisticados por ahora miran más los instrumentos en pesos. Sin embargo, el público en general sigue prefiriendo el ahorro en moneda estadounidense”, afirma Miguel Kiguel, ex subsecretario de Finanzas.

En este contexto, considera que el Banco Central elevará la cotización si es que observa una mayor presión sobre la divisa, ya que tiene como principal objetivo la flotación cambiaria y no tanto el incremento de las reservas. 

Daniel Marx, ex viceministro de Economía y director de la consultora Quantum, pone puntos suspensivos a la actual paz cambiaria.

En su visión, “si bien a corto plazo lucen más atractivas las inversiones en pesos, la cuestión social y política -con déficit financiable pero elevado- puede generar volatilidad en el tipo de cambio”.

Lo cierto es que buena parte de la sociedad sigue volcándose al billete verde como refugio. 

Prueba elocuente de ello es que la dolarización alcanzó los u$s5.600 millones en el primer semestre. Es decir, casi a razón de u$s1.000 millones por mes, cifra nada despreciable. 

¿Esa preferencia responde sólo a una cuestión cultural? ¿O es, una vez más, plena evidencia de que el tipo de cambio vuelve a estar atrasado y que el público lo percibe?

Según los economistas consultados por iProfesional, el déficit turístico es uno de los “termómetros” más claros para saber si la sociedad siente que hay atraso cambiario. 

En este sentido, y más allá de la devaluación de diciembre, el rojo -lejos de achicarse- se amplió durante la primera parte del año. 

El Banco Central y el INDEC dieron cuenta de un salto importante en la cantidad de divisas y de argentinos cruzando las fronteras para pasear y gastar en dólares.

En junio, la cantidad de personas que viajó a otros países aumentó un 20% frente al mismo mes del año anterior, mientras que disminuyó el ingreso de personas a la Argentina (-7,3%). 

De acuerdo con los números oficiales del Central, en concepto de turismo al exterior se fueron unos u$s4.700 millones en el semestre.

“Este dato es preocupante”, afirma a iProfesional el economista Gastón Rossi, director de la consultora LCG.

Sugiere “que el saldo de este año podría ser peor que el de 2015 y de 2014 y acaso similar al de 2013, cuando existía un innegable atraso cambiario”.

A grandes rasgos, la salida de divisas por turismo emisivo fue: 

-En 2013 alcanzó los u$s9.000 millones

-En 2014 orilló los u$s6.500 millones

-El 2015 bordeó los u$s8.000 millones.

“Bajo las actuales circunstancias, a mí me preocupa más que entren dólares financieros que puedan perjudicar el ciclo económico a futuro que la estabilidad de las reservas”, apunta Rossi.

Y añade: “En la cuestión estructural, lo más relevante es la constante fuga por turismo”.

El especialista propone una alternativa polémica: “El Gobierno debería imponer una medida para trabar esa huida de capitales. No estaría mal volver a gravar con una imposición del 35% a cuenta de Ganancias, por ejemplo”.

“En un país acostumbrado a la alta inflación, es común que la gente quiera dolarizar sus ahorros. Pero si encima busca gastárselos afuera, habría que trabar ese circuito. Hacerlo más difícil”, completa Rossi. 

¿Y el crecimiento?
La pregunta que emerge en este escenario, que combina salida de capitales con atraso cambiario, es cuándo volverá a crecer la economía.

En pocas semanas, el Ejecutivo confirmará lo que algunos funcionarios vienen proclamando en público: que el PBI de 2017 se expandirá 3,5% y que el rebote se sentirá en los últimos dos meses de este año.

En el corto plazo, el blanqueo de capitales seguramente jugará a favor de las expectativas. 

Sobre todo si se cumplen los pronósticos de algunos bancos del exterior, que dan cuenta de la posibilidad de que adhieran inversiones por entre u$s40.000 millones a u$s50.000 millones. 

Este monto, por cierto, resulta incluso superior al que el propio Gobierno “blanqueó” en público.

Miguel Kiguel confía en que será así: “Estamos en una recesión producto del ajuste pero en la etapa final. Acá se trata de ciclos económicos y esta crisis se acerca a su fin. Pronto estaremos creciendo”. 

En su visión, “claramente lo peor ya pasó, lo mismo que con la inflación. Comenzará un ciclo positivo, si bien prevalece la duda sobre qué fortaleza tendrá”.

El informe de LCG, en cambio, hace foco en las dificultades. En particular, en aquellas derivadas de la crisis que afecta a Brasil: “La recesión allá seguirá complicando las exportaciones, como las de origen industrial”.

Rossi es de lo que cree que el crecimiento volverá, pero que el Gobierno tiene la responsabilidad de arreglar los desajustes que aún persisten en la economía (rojo fiscal, tipo de cambio atrasado, por ejemplo) y que tanto tienen que ver con la persistente huida de divisas.

En tanto, el consultor Salvador di Stefano pone énfasis en el resultado del blanqueo: “La reactivación que generará permitirá un derrame de crecimiento que beneficiará a la sociedad".

Por lo pronto, la actual realidad económica no permite una lectura lineal del contexto. 

Los propios expertos pregonan el “paso a paso” al que el propio Gobierno pareciera adherir, luego de un inicio de ciclo plagado de medidas como la salida del cepo, la devaluación, el pago a holdout y la corrección tarifaria.

La realidad le puso límites a Cambiemos. Las últimas estadísticas imponen un escenario mucho más complejo que el previsto inicialmente, que no admite lecturas lineales si no, más bien, relecturas cotidianas.



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