El viaje desde Río fue extenuante: aeropuertos, horas de avión, despedidas, agasajos, preguntas, flashes, una innumerable sucesión de etapas... pero ayer, con su medalla de bronce al alcance de la mano, el mendocino Federico Accardi está sentado a la mesa. El regreso a casa, luego de esta particular odisea olímpica, es recompensado por Vanesa Aguirre, su esposa, con unos mates y la tranquilidad de compartir los afectos.

“Después de perder por penales las semifinales con Irán estábamos devastados; nos había invadido la tristeza. Habíamos dominado durante todo el partido... pero el deporte es así”, le contó a Más Deportes el mendocino que conquistó una medalla en los Juegos Paralímpicos.

Seguir de pie

“Hablamos, nos prometimos  que teníamos que ganar una medalla a como diera lugar. A esa altura ya no importaba el color, habíamos jugado un gran torneo; teníamos que sobreponernos y apareció el espíritu del equipo”. 

“Peleamos por el bronce con China, una de las potencias en este deporte. Ellos juegan con mucha posesión de pelota, como Brasil, y tal vez técnicamente sean mejores. Pero nosotros somos un equipo... y eso hizo la diferencia. Saldamos una deuda que nos habíamos impuesto, porque el grupo ya no será el mismo para los próximos Juegos”, destacó el defensor de la Selección de fútbol para ciegos. 

“Para mí ser un Murciélago es una responsabilidad muy grande, porque significa la pasión por el deporte, entrenamientos, sacrificios, privaciones, pero sobre todo... nunca bajar los brazos”. 

“Me llena de orgullo ocupar un lugar en este equipo, en la Selección, porque muchos deportistas se esfuerzan por lograr un lugar. En mi caso, había ganado medallas en los Panamericanos, el Mundial, la Copa América, en todo lo que jugué; pero nunca había subido a un podio olímpico. Por eso esta medalla para mí tiene el valor del oro”, señaló el defensor que también estuvo en Londres 2012. 

“Tengo la cabeza puesta en la Copa América del próximo año. Subir al podio significa que estás entre los mejores del mundo y hay que trabajar, doblar esfuerzos para seguir allí”. 

El deseo...

“Me gustaría que hubiera más mendocinos en los Juegos Paralímpicos, no me gusta ser el único. Tal vez, esta medalla sirva como un estímulo para los demás. Soy un apasionado por el deporte y me gusta transmitir -desde mi experiencia- que se puede progresar y alcanzar todo lo que uno sueña”, finalizó Accardi.  

Ficha personal

Federico Accardi

Fecha de nacimiento: 26 de junio de 1989
Localidad: Godoy Cruz
Disciplina: Fútbol para ciegos (integrante de la Selección argentina, Los Murciélagos)
Discapacidad: Ciego (T11)
Club: Godoy Cruz Uniredes.
Puesto: volante/ defensor
Títulos: Juegos Paralímpicos 2016, Bronce;  
Juegos Parapanamericanos 2015, Plata; Juegos Parapanamericanos 2011, Plata; Juegos Paralímpicos de Londres 2012 (diploma).

Liga Nacional

Mendoza, a la hora señalada. El próximo 8 y 9 de octubre, en la cancha del Club Andes Talleres, se disputará una nueva fecha de la Liga Nacional de Fútbol para ciegos. En esta oportunidad el equipo de Godoy Cruz Uniredes, con el godoicruceño Accardi y sus compañeros en Los Murciélagos Froilán Padilla y Maximiliano Espinillo, serán los anfitriones. 

En imprenta. El profesor Romeo Fiorentini, gran impulsor de esta actividad, es el encargado de plasmar en el papel la historia de Federico. El libro verá la luz pronto. 

El fútbol, una pasión  de tiempo completo

“Soy hincha de Independiente Rivadavia, aunque en los últimos años la Lepra varias veces nos ha paralizado el corazón; nos ha hecho sufrir un poco”, explica Federico Accardi con una sonrisa.

El defensor o volante, de acuerdo a las exigencias tácticas, del equipo Godoy Cruz Uniredes cuenta: “No me puedo imaginar ni un solo día sin poder entrenar, para mí el fútbol es mucho más que un trabajo, es una pasión. El deporte me ha permitido desarrollarme,  divertirme, integrarme. Le quiero agradecer a mi esposa porque ella es una trabajadora silenciosa para que yo pueda dedicarme por completo al deporte”.

Federico juega con su hijo con gran naturalidad, mientras comparten los fines de semana. “Es chiquito, disfruto estar con él. Jugamos a la pelota”.

Su camino deportivo, que comenzó en 2003 vistiendo la casaca de Bella Vista, fue construido a fuerza de trabajo y dedicación. Hoy Marcos Guevara y Carlos Bogado, sus profes, y la nutricionista Romina Oviedo son piezas clave para sus rutinas. 

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