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SOCIEDAD

23 de octubre de 2016

El boom de los turrón

Hay clásicos que nunca mueren. Sin grandes cambios, sin relanzamientos, y con el simple privilegio de ser parte de nuestra historia.

Así es el turrón, una golosina que está más vigente que nunca. Todas las empresas consultadas por coinciden en que las ventas están en aumento. Las razones son varias. Como tiene menos calorías que las opciones "light", muchos nutricionistas empezaron a recomendarlo. Es barato (va de los 3 a los 5 pesos), rico y práctico. Y tiene ese "que se yo" ---llámese apego, tradición o cariño--- que lo convierte en un favorito de grandes y chicos.

 

El llamado "turrón" es una oblea rellena de una pasta de turrón con maní. "Es popular y masivo. Hay 100.000 kioscos en todo el país y en todos se vende: en los del microcentro y en los barrios. Es un producto infaltable", arranca Néstor Adrián Palacios, presidente de la Unión de Kiosqueros de la Argentina. También se consigue en supermercados, almacenes y puestos callejeros. "Fue aumentando la variedad de marcas", sostiene y lo ubica en el tercer puesto de ventas, después de las galletitas y los alfajores económicos. "Los alfajores y los turrones están ahí, compitiendo", dirá Palacios. Explica que el 60% de los compradores son mujeres, porque "hacen dieta" y "se difundió que no tiene muchas calorías". Los nutricionistas están de acuerdo.

 

El turrón aporta 98 calorías, apenas 11 más que una manzana mediana. Además, según Silvina Tasat, vocal de la Sociedad Argentina de Nutrición, tiene 18 gramos de hidratos de carbono de absorción rápida, 2 gramos de proteínas, 2 gramos de grasas (las saturadas son muy pocas y tiene 0% de grasas trans) y solo 10 miligramos de sodio, mientras que las barritas de cereal y los alfajores de arroz tienen mucho más. Si tuviera que hacer un "ranking" de colaciones del kiosco, Tasat pondría en primer lugar al yogur, luego el turrón, después una barrita de cereal sin azúcares agregados y por último el alfajor de arroz. Sugiere comer hasta una unidad tres veces por semana.

"El turrón se puso de moda. Su consumo aumentó por una mezcla de recomendación y del boca en boca", señala Mónica Katz, médica especialista en nutrición. "Es saludable porque es una porción controlada. Además es crujiente, requiere procesamiento en boca, masticación, y eso mejora la saciedad". explica. Quien también lo considera una buena colación es Marcela Leal, directora de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad Maimónides. "Los nutricionistas lo recomiendan como una opción saludable", reconoce.

Detrás del fenómeno hay varias empresas. La primera fue Georgalos, que en la década del 40 lanzó Namur y marcó un hito en la historia de las golosinas nacionales. Si bien la marca sigue ofreciendo productos, el turrón quedó en el cajón de los recuerdos.

"Las ventas aumentaron en los últimos años un 100%. La recomendación de los profesionales de la nutrición fue de gran influencia para su crecimiento", explica Miguel Dillon, gerente de marketing de golosinas de Arcor, empresa líder del mercado. En un encuentro realizado en julio con periodistas, el gerente de consumo masivo, Marcelo Siano, dijo que el rubro de los turrones tuvo un "crecimiento explosivo" y "creció sin pausa" en los últimos 10 años, por su valor calórico y su bajo precio (el sugerido es de 5 pesos). Se produce en la planta de Arroyito, Córdoba, y se exporta principalmente a Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil y Chile.

"En los últimos cuatro años las ventas crecieron un 10% anual. Creemos que se debe a la imagen positiva que se creó de la alimentación saludable", comenta Pablo Palmesano, uno de los dueños de la marca Palmesano. Fabrica turrón desde 1992 en Bell Ville, Córdoba, y lo vende en todo el país. "Es un producto más bien barato (con un precio sugerido de 3 pesos) y nutritivo a la vez. Se consume mucho como colación, merienda, en los recreos del colegio, entre deportistas y en el auto, por la venta en los semáforos", detalla.

"Boom de los turrones", así lo define Tomás Bergessio, socio gerente de ATB Obleas. "Desde los primeros meses del 2015 las ventas aumentaron significativamente. Ahora seguimos con aumentos en la demanda, mes a mes. Esto se debe a que es un producto económico (el precio sugerido es 3 pesos) y distinto a los demás, ya que posee gran cantidad de relleno con pasta de maní. Esto generó un aumento del 200% en las ventas, comparado desde fines del 2014 hasta la actualidad", explica. Con sede en Cañuelas, lo vende desde el 2013 en 14 provincias argentinas. Agrega que el consumidor se fue alejando de las barritas de cereales, "que dejaron de ser económicas para ser selectivas", y las reemplazaron por turrones.

 

También de Buenos Aires, Nevares es uno de los turrones con mayor presencia en los kioscos porteños. Lo fabrica Compañía Americana de Alimentos S.A., que tiene plantas en Tortuguitas, Luján y Dolores. Sus fanáticos luchan "contra el monopolio" y lo definen como "el más rico". En su honor, hasta crearon una cuenta en Facebook. La empresa omitió dar detalles de ventas sobre su producto.

El último en subirse a la ola fue NAT, de Farmacity, que lo fabrica desde principios del 2015. "Decidimos incorporar el turrón para ofrecerle al consumidor una opción saludable a la hora de elegir un snack o darse un gusto", dice Jorge Quarta, gerente en marcas e innovación. "Las ventas aumentaron. Si analizamos el primer semestre del 2016 vs. mismo período año anterior, creció un 162 por ciento: pasó de las 500 mil al 1,5 millón de unidades", se entusiasma. Se vende a 4,25 pesos en todas las tiendas. "Con la situación económica del país la gente está eligiendo las marcas propias por sobre las nacionales", sostiene.

Paso a paso, cómo se hace el turrón

El turrón contiene harina de trigo, maní, azúcar, aceite comestible, proteína vegetal hidrolizada, esencia de vainilla, esencia de naranja, y lecitina de soja. Primero se reciben las materias primas y se realizan los controles de calidad. Luego, para elaborar la oblea, se prepara la pasta adicionando los ingredientes en un tanque de mezclado, desde donde se bombea la masa a un horno rotativo de oblea que trabaja a una temperatura de entre 150 ºC y 160 ºC. Allí se produce la cocción. La oblea elaborada está lista para pasar ---por medio de una cinta transportadora--- al otro punto de la línea, donde se la rellena con la pasta de turrón y maní.

Para preparar la pasta de turrón y maní, en un equipo de cocción se coloca azúcar, glucosa y se cocina a 118 ºC. Se agrega proteína vegetal y se bate para lograr la consistencia final de la pasta. Se bombea la misma a un equipo semicontinuo donde se agrega el maní (previo tostado) con un dosificador. Por medio de cintas y rodillos calibradores, se realiza el acondicionamiento de la pasta. Luego, se rellena la oblea. Entonces se envía por cinta transportadora al sector de envasado donde ---en un mismo proceso--- se corta, envasa y paletiza (es decir, se coloca en una plataforma que facilita la movilización). Por último pasa al depósito, donde se almacena hasta la carga. Y de allí, directo a los kioscos.

 Agencias

 



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