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25 de octubre de 2016

Hillary y Trump se juegan en Florida el golpe de gracia o la salvación

Los candidatos se focalizan en un estado siempre decisivo; la demócrata logró revertir la ventaja que llevaba antes el republicano; otorga 29 votos en el Colegio Electoral

Hace calor y amenaza una de esas torrenciales lluvias del Caribe. Indiferentes a tales vaivenes, una hilera de votantes espera para definir hacia dónde se inclinará Florida, un auténtico botín electoral en la carrera por la Casa Blanca.

 

Con el peso de los 29 votos que aporta al Colegio Electoral, el estado es clave en ese recorrido. Sin ellos, no hay combinación posible para que el republicano Donald Trump sume los 270 votos necesarios para ganar.

La demócrata Hillary Clinton lo sabe y por eso le da aquí feroz batalla. Ella también los necesita, claro, pero con un grado de urgencia apenas menor. Aun sin Florida podría llegar, pero sería una pesadilla.

Bien lo sabe Al Gore, que perdió las elecciones de 2000 frente al republicano George W. Bush precisamente por eso. Tan ajustado fue el conteo que intervino la Corte Suprema y zanjó la diferencia a favor de Bush. A los demócratas les costó digerirlo. "Cada voto cuenta", recordó aquí Gore al hacer campaña junto a Hillary.

El secreto de ese destino -gloria o pesadilla- descansaba ayer, en parte, en manos de quienes formaron fila para aprovechar el sistema de voto anticipado que arrancó por la mañana en buena parte del territorio y se mantendrá por diez días, hasta el 4 del mes próximo.

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Por eso, también, estaba Trump. Desgañitándose para que nadie dejara pasar un solo voto. "Las urnas ya abrieron. ¡Tienen que ir!", urgió, al comparecer en Saint Augustine, 500 kilómetros al norte de aquí.

Lo esperaban otros tres actos más. Ya venía de Naples, territorio de los muchos jubilados que lo siguen, y le faltaban, todavía, las escalas de Tampa, en el Oeste; Sanford, en el centro, y Tallahassee, la capital, en el Noroeste.

Todo lo que se pudiera de la geografía en un estado en el que arrasó en las primarias y donde venía bien. Hasta que en las últimas semanas perdió fuerza y se dejó alcanzar por Hillary. Hoy el promedio de ClearRealPolitics da 48,39% a Clinton y 46,43% a Trump. El republicano tiene que recuperar y está dejando el alma. El problema es que, a diferencia de la demócrata, Trump no tiene muchos "asistentes" que hablen por él.

"¿Vieron? Jennifer cantará para ella. Seguro que es gratis", comentan en la hilera. Jennifer es Jennifer Lopez o, también, J-Lo, la cantante y empresaria hispana por excelencia en estas tierras. Lo que dicen es que actuará el sábado para Hillary.

Si algo salta a la vista en esa fila es que los demócratas han hecho más trabajo de campo. "Tienen más de 70 oficinas en todo el territorio, Trump va muy por detrás en estructura", dice Jonathan Smith, periodista de Univision. Habla luego del "timbreo", como se llama aquí a la tarea de llamar por teléfono y seguir de cerca al votante para que no deje de ir a la urna. "Ésa es la clave. Que la gente salga y vote", dice. El timbreo será de los demócratas, pero los carteles, a simple vista, y por lo menos aquí, son de los republicanos. Con fondo azul, el lema "Trump-Pence" domina, por ejemplo, a lo largo de las mansiones de la elegante Coral Way. No es toda la verdad. Pero es una foto del desesperado esfuerzo de último momento.

"Estamos aumentando el gasto de publicidad en estados clave", confirmó luego la campaña de Trump. Queda por saber si no es poco y tarde ante lo que marcan los sondeos.

Quien no piensa esperar para averiguarlo es Clinton. Ella también bajará a Florida y, antes que ella, regresará una vez más su candidato a vice, Tim Kaine -para hablar en español-, y una vez más, todavía, el presidente Barack Obama, que ya estuvo aquí la semana pasada.

No sólo para apoyar a Clinton, sino también por la batalla del Senado. "A mí no me importa, yo a [Marco] Rubio lo voto igual", dice Elaine Hinojosa, una descendiente de cubanos que admira al senador republicano del mismo origen. A Elaine no le gusta "el Trompeta", como le dice a Trump y le molesta bastante que Rubio siga apoyándolo. Pero lo perdona.

No así los demócratas, que hacen campaña directamente para minar su camino. "¡Vamos, hombre! ¿Cómo puedes apoyarlo?", lo interpeló directamente Obama la semana pasada, cuando habló en esta ciudad.

El objetivo no es sólo que Trump pierda, sino que también Rubio se quede sin reelección y su banca pase al ascendente Patrick Murphy. No parece fácil. Pero es una de las ilusiones de los demócratas para recuperar el Senado, donde necesitan, al menos, cuatro bancas más.

Tan hija de cubanos como ella, Marianella Lambert, amiga de Elaine que forma fila con ella, pone coto a eso de que "los hispanos de Florida están con Trump". Ella piensa votarlo porque, dice, está harta "de que los demócratas le sigan regalando a Fidel todo lo que pide". Habla con enojo de la familia lejana en la isla caribeña y de las penurias que aún pasan. "Es como que ahora Cuba está de moda y se le perdona todo. ¿Qué es eso? ¿Dónde se ha visto?", protesta.

Florida es uno de los estados donde Trump cuenta con el mayor voto hispano gracias, entre otras cosas, al respaldo de los "cubanos del exilio". Lo raro es que no los haya cuidado un poco más en el intenso recorrido por aquí. Otro descuido de su campaña.



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