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9 de noviembre de 2016

Cuando la vida de pareja es opresiva

Mañana se estrena un drama tan interesante como triste y amargo, que radiografía el final de un matrimonio. La argentina Bérénice Bejo, impecable.

La película de Joachim Lafosse, “Después de nosotros”, podría completar una trilogía reciente de divorcios cinematográficos que comenzó con la estupenda iraní “La separación” y la recomendable y más cercana israelí “El divorcio”, cerrando el círculo con la flamante “Después de...”, la película francesa que tiene a nuestra Bérénice Bejo -la francoargentina recordada y muy premiada por “El artista”- y Cédric Kahn, como la pareja que está a punto de dejar de ser tal.

La historia se presenta sencilla y lacerante: Marie (Bejo) y Boris (Kahn) son un matrimonio, o más bien los requechos de una pareja, con dos hijas. Desde el inicio se advierte que es especialmente ella la que no quiere saber más nada con la relación. No hay razones flagrantes, infidelidades ni situaciones que hayan desmoronado la pareja, sino que es producto del desgaste, de la intolerancia y de la falta de pasión por el otro. La cámara precisa, minuciosa y preciosista del belga Lafosse (premiado en San Sebastián por “Los caballeros blancos”) exprime cada expresión, cada gesto de enfado de ese rostro que habla por sí solo de Bérénice Bejo. “Ya no puedo verlo ni escucharlo. Todo lo que hace me genera odio”, le cuenta Marie a sus amigos.

Todo lo contrario sucede con Boris, cuya primera impresión es la de un hombre sereno. Él está sin trabajo y tampoco tiene dinero para pagar un alquiler cuando su mujer le pide una y otra vez que abandone la casa. A partir de allí es cuando empiezan a primar las cuestiones individuales y aflorar las miserias humanas. Ella quiere que se vaya, aduciendo ser la dueña de la casa, y él reclama la mitad de la propiedad por haber sido quien la remodeló y elevó la cotización. Entonces, ¿cómo se mide el dinero que Marie puso, cómo se valora el trabajo de Boris? Sólo reina el malestar.

Entre ellos, aparece Marthe Keller, quien en la piel de la madre de Marie, aporta serenidad, coherencia y sensatez. Buca ayudar a su yerno brindándole trabajo para reparar su casa, pero Marie, enceguecida, pretende que Boris se abastezca por sus propios medios. De allí surge el título original del film, “La economía de la pareja”.

Paralelamente, Marie y Boris tienen a Jade y Margaux, dos pequeñas gemelas que “respiran” durante los escasísimos momentos de paz que hay en el hogar. Pese a sus esfuerzos, las discusiones de sus padres se tornan más acaloradas. Es que la pareja está rota, ya no se quiere, sufre el tema económico y está trabada, sin poder avanzar, como si tuviera una pared invisible con la que se choca una y otra vez.

Por eso se explica que algunas escenas parezcan repetidas. El realizador quiere hacer foco en la impotencia e impericia para salir a flote. Hay opresión, incomodidad, horarios a cumplir porque la convivencia no da para más. El hogar es lo más parecido a una cárcel: cada uno va de la cocina al baño, de la heladera al lavarropas, y así la tediosa doméstica cristaliza las tensiones de una convivencia interminable que se traduce en rabia y odio.

“Después de nosotros” pone la lupa en un viejo y conocido tema, pero el plus que tiene es el tema económico, la división de bienes, tópicos muy bien desarrollados. Por supuesto que Bérénice Bejo luce impecable, y tan realista, entre sus silencios, pensamientos y gritos inútiles. Y Cédric Kahn es el complemento perfecto, ese hombre que transmite seguridad y mantiene dignidad sabiendo que está jaqueado. De esas películas europeas que radiografían la vida misma.



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