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20 de noviembre de 2016

Diamantes de laboratorio: cómo se hacen, en qué difieren

Los diamantes creados en laboratorio son una alternativa ética a las piedras naturales, pero las empresas mineras sostienen que no pueden igualarlas. Un vistazo a cómo se hacen estas gemas sintéticas y cómo se comparan con las que se extraen de la tierra.

Rapaport Group, una organización de servicios de joyería y diamantes que tiene sede en Nueva York, ha dicho en el pasado que algunas piedras tenían una graduación exagerada y que su calidad no era la que se afirmaba.
Mejorar la credibilidad de la industria de diamantes cuando se trata de la clasificación objetiva y coherente de piedras preciosas es la meta de Sarine Technologies, con sede en Israel, para lo cual ha creado dos nuevas máquinas.

La compañía, fundada hace 28 años, se dispone a vender equipos que analizan los diamantes, y luego los gradúan y clasifican según un algoritmo desarrollado por ellos mismos, lo que acelera el proceso de clasificar por claridad y color al eliminar la necesidad de incorporar evaluadores humanos.

Pasar de la selección manual de diamantes a una casi completa automatización llega en momentos en que las ventas de piedras preciosas se realizan cada vez más en la web, donde los clientes tienen que confiar en que los criterios de clasificación son coherentes.

“Eliminamos el factor de corrección”, dijo el máximo responsable de Sarine, Uzi Levami. “Ha habido problemas cuando la graduación de un diamante que hace un laboratorio de gemas difiere de la de otro. Esta tecnología creará algo uniforme en todos los países de modo que podremos restablecer la confianza en el sector”.

La graduación estandarizada significará que los consumidores podrán verificar cuando un comerciante afirma que un diamante es de primera calidad en lugar de tener que confiar en que el vendedor está “diciendo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”, dijo Levami.

Rapaport Group, una organización de servicios de joyería y diamantes que tiene sede en Nueva York, ha dicho en el pasado que algunas piedras tenían una graduación exagerada y que su calidad no era la que se afirmaba.

En el 2015, Rapaport instó a poner fin a “la extendida graduación exagerada” y llamó al sector a usar el sistema de graduación del Gemological Institute of America, que Levami señala que usa las tecnologías y el equipamiento de Sarine.

Confianza online
Una graduación automatizada coherente puede impulsar las ventas por internet al crear una forma objetiva de evaluar una piedra sin verla, dijo Shai Schnitzer, presidente de S. Schnitzer Diamonds Ltd. e integrante del centro de operaciones Bolsa de Diamantes de Israel, donde preside la comisión de innovación y tecnología de la información.

“En la actualidad, entre el 50% y el 80% del comercio se realiza online. Se trata de una tendencia que avanza y en la que ese tipo de tecnología encaja muy bien”, declaró Schnitzer.

Sarine no es la única firma que desarrolla tecnologías y equipamiento para la industria de diamantes.

El Instituto Internacional de Graduación y Análisis de Diamantes de De Beers ha gastado más de US$ 20 millones en el desarrollo de equipamiento para estandarizar la graduación de la calidad y el color de la piedra, con lo que se reduce mucho la cantidad de personas que participan en la determinación de los valores finales, dijo Jonathan Kendall, el presidente del instituto.

“Veo un mundo en el que usaremos tecnología para graduar los diamantes”, dijo Kendall por teléfono.

Sarine planea empezar a vender la tecnología a mediados de 2017 a laboratorios y firmas de manufactura.

NOTA RELACIONADA

El diamante es uno de los alótropos del carbono mejor conocidos, cuya dureza y alta dispersión de la luz lo hacen útil para aplicaciones industriales y joyería. El diamante es el mineral natural más duro conocido, lo que lo convierte en un abrasivo excelente y le permite mantener su pulido y lustre extremadamente bien. No se conocen sustancias naturales que puedan rayar o cortar un diamante excepto un diamante mismo.

El mercado para los diamantes de grado industrial opera de un modo muy diferente a su contraparte de grado gema. Los diamantes industriales son valuados principalmente por su dureza y conductividad térmica, haciendo muchas de las características gemológicas del diamante, incluyendo claridad y color, principalmente irrelevantes. Esto ayuda a explicar por qué el 80% de los diamantes minados, inadecuados para uso como gemas y conocidos como bort, son destinados para uso industrial. Además de los diamantes minados, los diamantes sintéticos encontraron aplicaciones industriales casi inmediatamente después de su invención en la década de 1950; otros 600 millones de quilates (80000 kg) de diamantes sintéticos son producidos anualmente para uso industrial—casi cuatro veces la masa de diamantes naturales minados en el mismo período.

El uso industrial dominante de los diamantes es en cortado, perforado (brocas de perforación), abrasión (cortadores con filo de diamante), y pulido. La mayoría de usos del diamante en estas tecnologías no requiere diamantes grandes; en efecto, la mayoría de diamantes que son de calidad de gema pueden encontrar un uso industrial. Los diamantes son insertados en puntas de taladros o hojas de sierras, o dispersadas en un polvo para su uso en lijas y aplicaciones de pulido. Algunas aplicaciones especializadas incluyen uso en laboratorios como contenedores para experimentos de alta presión (ver yunque de diamante), rodamientos de alto desempeño, y un uso limitado en ventanas especializadas.

Con los avances continuos que se hacen en la producción de diamante sintético, algunas aplicaciones futuras están comenzando a ser factibles. Es objeto de mucha excitación el posible uso del diamante como un semiconductor apto para construir microchips, o el uso del diamante como un disipador en electrónica. Hay esfuerzos de investigación significativos en Japón, Europa, y los Estados Unidos para capitalizar el potencial ofrecido por las propiedades materiales únicas del diamante, combinadas con la calidad incrementada y la cantidad de suministro que comienza a hacerse disponible de parte de los fabricantes de diamantes síntéticos.

Cada átomo de carbono en un diamante está unido covalentemente a otros cuatro átomos de carbono, dispuestos en un tetraedro. Estos tetraedros, juntos, forman una red tridimensional de anillos de carbono de seis miembros (similar al ciclohexano), en la conformación de silla, permitiendo que haya tensión de ángulo de enlace de cero. Esta red estable de enlaces covalentes y anillos hexagonales es la razón de que el diamante sea increíblemente duro.



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