Se pretende limitar las atribuciones del Senado retirándole la función legislativa. Convertirlo en un ente de representación territorial. De 315 pasaría a un máximo de cien, que sin sueldo gozarán de inmunidad parlamentaria. Los senadores serían elegidos por los gobiernos regionales y locales frente a los cuales se prevé asimismo un aumento de competencias del Ejecutivo central. Son cambios, vinculados a la nueva ley electoral en vigor desde julio, que otorga una prima de 340 escaños en la Cámara de diputados, casi el 55 por cien, al partido más votado.

El 'sí' según el primer ministro Matteo Renzi acabaría con un sistema que ha permitido la crónica inestabilidad política (1.07 gobiernos por año) del país. Y eliminaría duplicidades. Sus partidarios sostienen que se reducirán costes y se agilizará el proceso legislativo. El "bicameralismo perfecto" vigente impone constantes retrasos de las leyes, cuando no los conflictos entre poderes y la parálisis. El joven líder del Partido Democrático (PD) aspira a una más pronta aprobación de las reformas La deuda pública supera el 130 por cien del PIB.

Por el contrario, los detractores critican el aumento de poderes del Gobierno. Se argumenta que no se trata tanto de una crisis de gobernabilidad, sino de representatividad. La quiebra existente entre instituciones y ciudadanos. Una brecha que el primer ministro precisamente quiere superar con esta reforma. Más que la falta de consenso político que aducen los críticos, el problema ha sido la personalización de la consulta. Renzi señaló que dimitirá si fracasaba. En un último y desesperado intento por enmendar su error, Renzi asegura que "no es sobre mí". Ahora sí lo es. Su equivocación fue ligar su destino al resultado. Con ello, la fundamental cuestión de las reformas ha pasado a un segundo plano. Ahora la razón por la que los partidos de la oposición rechazan el proyecto es por volver al poder.

Desde el populista Movimiento Cinco Estrellas (M5S) de Beppe Grillo hasta la xenófoba Liga Norte, pasando por Forza Italia de Silvio Berlusconi. A ellos hay que sumar la oposición interna en el PD, dispuesta a deshacerse de Renzi para incorporarse a las opciones de coalición. Y lo peor es que los casi 50 millones de electores acaben decidiendo entre Renzi 'sí' o Renzi 'no', en vez de aprobar o rechazar las trascendentales reformas.

Tras el triunfo del Brexit, la UE está inquieta. Se contempla con angustia el referéndum, aunque en este caso consista en plantear cambios internos en la organización política de un Estado miembro. ¿Corre peligro la eurozona en caso de que rechazo? De momento, no. Saldría beneficiado, sí, el M5S, cuyo líder defiende la salida del euro. Pero no necesariamente tiene que haber elecciones anticipadas. Cabría suponer la constitución de un Gobierno en forma de gran coalición o ejecutivo tecnócrata. El riesgo es sobre todo financiero. El débil sector bancario italiano se resentiría. El vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis, anuncia que la clave es que el presupuesto italiano de 2017 respete las normas fiscales. Sin embargo, Bruselas no debe subestimar la amenaza de inestabilidad política.

Los sondeos pronostican una derrota de Renzi. Empeoraría aun más la actual zozobra e incertidumbre en la UE con el resurgir de los populismos, el nacionalismo y la xenofobia. Renzi se ha quedado sin aliados, también a nivel continental. Su vulnerabilidad se debe a sus críticas a Francia y a los países del Este por su escasa ayuda con los refugiados y a su enfrentamiento con la Comisión por las reglas fiscales. Italia es una pieza esencial en Europa. Más, después del Brexit. La caída de Renzi podría ser mucho más que otro accidente en la turbulenta historia política italiana.

Reuters