El Real Madrid hacía un gran partido y ganaba cómodamente con dos tantos del francés Karim Benzema, sin embargo, el Borussia Dortmund despertó con un tanto del gabonés Pierre Emerick Aubameyang y, también, sirvió el balón para habilitar a Marco Reus para poner el empate 2-2 que sería el resultado final para silenciar el Santiago Bernabéu. Los alemanes clasificaron primeros en el Grupo F. Mientras que el cuadro dirigido por Zinedine Zidane va como segundo a la fase de octavos de la UEFA Champions League. 

"Fue sin querer... Es caprichoso el azar. No te busqué ni me viniste a buscar". Los versos de Serrat le pueden servir al Madrid para justificar el empate ante el Borussia, ese que no quisieron, ese que intentaron impedir, ese que les deja segundos de grupo, en una posición que se antoja mejor de cara al sorteo. Esa buena suerte para la que no compraron papeletas. Pero que les llegó en forma de gol de Reus al borde del pitido final. El 2-2 que no deja mácula al récord de partidos consecutivos sin conocer la derrota, el que crea extraños compañeros de bombo como el Bayern, el City o el PSG. El que, de verdad, el Real Madrid ni quiso ni fue a buscar.

Fue un partido para dignificar la Champions. Un partidazo. Era legítimo que los dos equipos se cuidasen, como un estudiante pícaro, de que nadie se diera cuenta de que llevaban una calculadora escondida al examen final. Pero pueden pasar todos por un arco detector, que saldrían de él limpios. Del minuto 1 al 93 los dos quisieron ganar. Y en su pelea por vencer al rival y a las sospechas dejaron tras de sí un espectáculo hermoso para el espectador.

Subió el telón y apareció James. Hay dos formas de tomarse una función así. Con el ceño fruncido y espuma en la boca o con felicidad. Al colombiano se le notó contento porque Zidane le había soltado en su hábitat, en un partidazo, ante un público que remaba a favor, en una posición incómoda para el defensor rival. Y James jugó antes que los demás. Varios segundos antes, con la suficiencia que ello da.

Cuando le caía la bola, su yo mental estaba en un plano superior que le permitía estar en otra zona del campo mientras su cuerpo se preparaba para el control. Los ojos vivos, el movimiento del cuello en un tic. Control y mirada al frente. No le hacen falta buenas palabras de Zidane, le hace falta balón. James sin la pelota es como aquello que escribió Talese: "Sinatra con catarro es Picasso sin colores o un Ferrari sin gasolina, sólo que peor".