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10 de enero de 2017

El fiscal general de Trump se examina en el Senado bajo la sombra del racismo

Washington.-El senador Jeff Sessions es el primer miembro del nuevo gabinete que se somete a la aprobación del Senado

Jeff Sessions ni siquiera había empezado a defender sus cualidades para convertirse en el fiscal general de Estados Unidos en la Administración Trump cuando las acusaciones pasadas de racismo y xenofobia empezaron a acecharlo en la sesión del Senado donde este martes comenzó su proceso de confirmación, el primero del gabinete del nuevo presidente republicano.

Sessions, uno de los republicanos que más pronto se adhirieron a la campaña de Trump, tuvo que responder una y otra vez a las viejas acusaciones de su pasado racista. Pero también a sus más recientes críticas a la rival del candidato republicano, la demócrata Hillary Clinton, contra quien durante la campaña exigió una investigación judicial por el uso de un servidor privado para sus correos electrónicos cuando era secretaria de Estado. Sessions reconoció este martes que esas declaraciones podrían “cuestionar su objetividad” en ese caso y prometió que, de llegar una investigación de ese tipo contra Clinton a su mesa, se inhibirá del caso como parte de su compromiso de no mezclar política con la aplicación de la ley.


“No podemos permitir que una disputa política se convierta en una disputa criminal”, sostuvo durante la agitada audiencia, en la que también tuvo que asegurar que no será un brazo extendido de la Casa Blanca.

La persona que asuma la dirección del Departamento de Justicia tiene que ser alguien que “muestre total fidelidad a las leyes y la Constitución” del país y que “esté dispuesta a decirle ‘no’ al presidente si este se excede” en su poder, afirmó Sessions, que insistió en que no será, como fiscal general, un “mero sello” que se limite a aprobar las decisiones de la Casa Blanca.

Varios activistas tuvieron que ser sacados de la sala cuando interrumpieron, una y otra vez, la sesión en el Comité de Justicia del Senado con gritos antibélicos y portando, en algunos casos, túnicas como las que llevan los miembros del Ku Kux Klan. “No a Trump, no a un fascista, no al KKK”, gritaron los manifestantes, que también protestaron cuando Sessions rechazó el cierre de la prisión de Guantánamo.

Las acusaciones de racismo, las más persistentes, fueron rechazadas de inmediato por un Sessions que, nada más tomar la palabra, las calificó de “abominablemente falsas”, asegurando que “aborrece al Klan, a todo lo que representa y a su odiosa ideología” y que jamás mantuvo las actitudes racistas de las que se le acusó en el pasado.

Sessions se refería a una de sus mayores decepciones en su larga carrera pública, cuando, en 1986, su nominación para un cargo de juez federal realizada por el entonces presidente Ronald Reagan fue bloqueada por su pasado de comentarios racistas cuando era fiscal en su Estado natal, la sureña Alabama. Ese pasado, que Sessions rechazó reiteradamente, volvió a estar presente, 31 años más tarde, cuando el senador por Alabama vio cómo su larga carrera era analizada al detalle en la sesión del Senado con la que se inauguraron las audiencias de los miembros del Gabinete de Trump que requieren la aprobación de la cámara alta del Congreso.

Durante la audiencia, Sessions aseguró su “veneración por la Constitución” y prometió que aplicará la ley a todos por igual. Pero se reiteró en algunas de sus posiciones más polémicas, como su dura postura ante la inmigración ilegal. Como fiscal general, prometió tener como una de sus “prioridades” la persecución de “aquellos que violen repetidamente nuestras fronteras”. Sessions también reiteró su respaldo a la promesa electoral de Trump de revertir la orden ejecutiva por la que Barack Obama permitió una regularización temporal de jóvenes indocumentados que llegaron de forma ilegal al país de niños. El popular programa de acción diferida, conocido por el acrónimo de DACA, ha beneficiado a más de 740.000 jóvenes desde su creación en 2012.

DACA “es una orden ejecutiva y ciertamente será constitucional ponerle fin, la justicia no tendrá objeción a la decisión de abandonar esa orden, porque creo que constitucionalmente es muy cuestionable”, dijo Sessions en respuesta a una pregunta del senador republicano Lindsey Graham, integrante del grupo bipartidista de ocho legisladores que en 2013 realizó la propuesta de reforma migratoria que llegó a ser aprobada en el Senado —pese a la firme oposición de Sessions— pero que fracasó en la Cámara de Representantes.

El senador por Alabama también se reafirmó en su rechazo al cierre de Guantánamo, una prisión en la que “se ha invertido mucho dinero” y que “sirve maravillosamente” al propósito de mantener seguros a los terroristas, sostuvo. Por el contrario, se distanció de declaraciones en el pasado tolerantes con controvertidas prácticas de interrogatorio como el waterboarding o ahogamiento simulado. Ante la pregunta de si las considera tortura, Sessions dijo que durante el Gobierno de George W. Bush hubo dudas sobre su legalidad, pero que ahora es una práctica “absolutamente inapropiada e ilegal”.

A lo largo de la semana, tendrán que comparecer ante diversos comités del Senado algunos de los nominados a los principales puestos del Gobierno de Trump, como el aspirante a secretario de Seguridad Nacional, el general retirado John Kelly, o el futuro jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, que este miércoles deberá responder, entre otros, sobre sus estrechos lazos con Rusia como directivo de la petrolera Exxon Mobil.

Aunque la mayoría republicana en el Senado hace vaticinar la aprobación de los elegidos por Trump, los demócratas han prometido no ponérselo fácil a los candidatos, cuyo pasado será revisado con lupa. Así sucedió en el caso de Sessions, en el que la senadora por California, Diane Feinstein, no dudó en usar su turno para recordar que más de 400 organizaciones de derechos civiles le han escrito para manifestar su oposición al nombramiento del republicano como fiscal general.

“Cuestionamos seriamente la disposición del senador Sessions a proteger los derechos de todos los estadounidenses”, manifestaron una cuarentena de organizaciones defensoras de derechos civiles, de musulmanes y de inmigración, entre otras, en una de las cartas aportadas. “A lo largode su vida pública, Sessions se ha opuesto a la aplicación de leyes de derechos civiles y ha asumido posturas antiinmigrantes y contra la comunidad LGTB”, además de, recientemente, “manifestar posturas antimusulmanas y defender el llamamiento del presidente electo a prohibir que los musulmanes migren a EE UU”, agregaron. Sin embargo, durante la audiencia, Sessions se distanció también de esa promesa de Trump. "No apoyo la idea de que se les niegue la entrada al país a los musulmanes como grupo religioso", aseveró.

El controvertido aspirante a fiscal general cuenta también con algunos poderosos apoyos, como el de la exsecretaria de Estado de Bush Condoleezza Rice. La primera mujer afroamericana en asumir la dirección de la diplomacia estadounidense, nacida como Sessions en Alabama, afirmó en una carta al Senado que el senador "ha trabajado duro para curar las heridas" de la segregación que sufrió el sur del país y manifestó su confianza en que, como fiscal general, Sessions defenderá los derechos de "todos los americanos".
Fuente: Silva Ayuso 



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