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DEPORTES

20 de febrero de 2017

El abandono de las instalaciones de los Juegos de Río

Cuando están por cumplirse apenas seis meses del fin de losJuegos Olímpicos, la negligencia y el deterioro en las instalaciones deportivas de Río de Janeiro ya ponen en riesgo el prometido "maravilloso legado" del mega acontecimiento de 2016.

El Parque Olímpico, de Barra de Tijuca, parece abandonado, la mayoría de sus instalaciones está cerrada y tapiada, y otras, semidesmontadas. Por todos lados hay indicios de dejadez: tablas de madera y tornillos tirados, basura acumulada en los rincones y la piscina del centro acuático con charcos de agua sucia estancada.

En la Villa Olímpica, que iba a convertirse en un complejo residencial de lujo, apenas unos 300 de los 3600 departamentos ofrecidos fueron vendidos y ahora se planea ofrecer descuentos para empleados públicos y militares. Cerca de allí, el campo de golf olímpico, administrado ahora por la Confederación Brasileña de Golf, exhibe césped desaliñado y reseco, y tiene dificultades para atraer socios.

 

Del otro lado de la ciudad, el mítico estadio Maracaná, escenario de apasionantes partidos y de las conmovedoras ceremonias de apertura y cierre de los Juegos, tiene el campo amarillo, desgastado, repleto de pozos. Miles de los asientos de las tribunas han sido robados, al igual que otros "souvenirs", como monitores y cables; las paredes presentan fisuras y sus corredores internos no tienen luz desde que la compañía de electricidad interrumpió el suministro por la falta de pago.

El Parque Radical de Deodoro, que albergaba las pistas de canoaje, mountain bike y BMX, también está clausurado, vallado a los vecinos que hace apenas un año fueron los primeros en disfrutar de la gran promesa olímpica, cuando el sitio se abrió durante el verano para esparcimiento de la comunidad.

 

"Es un desperdicio gastar tanto dinero en obras si tras los Juegos la población no puede aprovecharlas. La falta de cuidado hará que cuando quieran abrirlas al público ya sea demasiado tarde y todo se venga abajo", afirmó el ama de casa carioca Taciana Moreira, de 54 años, del cercano barrio de Realengo.

Poco antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, el entonces alcalde, Eduardo Paes, se enorgullecía de que casi 60% de las inversiones en el megasuceso, que costó al final unos 12.000 millones de dólares, era aportado por la iniciativa privada, la misma que luego sacaría jugo a las sedes deportivas del legado para evitar que hubiera "elefantes blancos". Pues mucho ha ocurrido desde entonces: la recesión hizo estragos económicos en el país en general y en el estado de Río de Janeiro en particular; el escándalo de corrupción en Petrobras dejó a las principales constructoras brasileñas en una difícil situación financiera; la crisis política acabó con el impeachment a la presidenta Dilma Rousseff, y, en la ciudad de Río, los cariocas eligieron como alcalde en octubre al pastor evangélico Marcelo Crivella. El panorama cambió por completo y en el camino las instalaciones olímpicas parecen olvidadas.

En diciembre no hubo interesados privados para la gestión del Parque Olímpico, de Barra de Tijuca, así que la Alcaldía pasó su administración al gobierno federal mediante el Ministerio de Deportes.

"Estamos en un período de transición. Es demasiado temprano como para afirmar que se han abandonado las instalaciones olímpicas o que los equipamientos están descuidados", se defendió ante el ministro de Deportes, Leonardo Picciani. "La difícil situación económica y política que atravesó Brasil el año pasado trajo inconvenientes en el desmontaje y alteración de las obras, pero estamos desarrollando un calendario de eventos deportivos, entrenamientos y acciones de inclusión social por medio del deporte para los próximos meses. Tenemos la convicción de que para el segundo semestre del año todas las instalaciones estarán funcionando de forma adecuada e intensamente", agregó, y recordó que el lugar también será sede del festival Rock in Rio en septiembre.

En el Parque Olímpico, el ministerio quedó ahora a cargo del centro de tenis, el velódromo y los estadios 1 y 2, por un plazo de 25 años. Por ahora se realizó allí sólo un pequeño acontecimiento -un campeonato de voleibol de playa-, y los asistentes quedaron desconcertados por el pésimo estado general del parque y por cómo las autoridades se señalan unas a otras sin hacerse cargo.

La Alcaldía es responsable de tres estructuras temporales que ya deberían haber sido desmontadas: el centro acuático, el estadio Arena del Futuro (handball) y el estadio 3. La idea era que éstos fuesen transformados en escuelas, pero las instalaciones siguen allí, con sus materiales echándose a perder día tras día.

"La Alcaldía aguarda recursos del Ministerio de Deportes para lanzar el llamado a licitación para efectuar el desmontaje de las instalaciones. La Secretaría Municipal de Educación estudia el presupuesto para la inclusión de las nuevas escuelas en la red municipal, pero la prioridad es el mantenimiento de las ya existentes que están en estado precario", se limitó a informar la Alcaldía a este diario por un comunicado.

Allí mismo, el Parque Acuático María Lenk (clavados) y el estadio Arena Río quedaron bajo administración del Comité Olímpico de Brasil (COB), que ya había montado ahí su centro de entrenamiento. "A principios de 2017, el Ministerio de Deportes y el COB firmaron un acuerdo de cooperación para la elaboración de un estudio con miras a la adecuación y el mejor destino de las instalaciones deportivas del Parque Olímpico de Barra. El COB aguarda una decisión del Ministerio de Deportes", aclaró el vocero del organismo, Daniel Varsano.

El ministro Picciani aseguró que están preparando los llamados a licitación para el desmontaje y la adecuación de las obras, y recordó que otras ciudades olímpicas, como Londres y Pekín, demoraron más de un año en readaptar sus complejos deportivos creados para los Juegos.

Sobre el Parque Radical de Deodoro, la Alcaldía meramente apuntó que está "trabajando para la reapertura lo más pronto posible", y que "antes se necesita resolver cuestiones contractuales dejadas por la administración anterior". ¿Algún plazo? Ninguno por ahora en la laberíntica burocracia brasileña.

Ya el caso del Maracaná es muy distinto. La concesionaria que gestiona el estadio, Maracaná SA, tiene como socia mayoritaria a la constructora Odebrecht, empantanada en el escándalo de sobornos de Petrobras. Luego de algunos partidos de fútbol celebrados allí sin problemas, la empresa alegó que el Comité Organizador Río 2016 no había devuelto el estadio en las condiciones en las que se lo había entregado y empezó entonces una larga disputa judicial con el estado de Río de Janeiro -propietario del sitio y en profunda crisis financiera- que ha tenido como víctima física a la catedral del fútbol brasileño.

Después de varios meses de negociaciones, se espera que en los próximos días se defina una nueva concesionaria. Hay dos empresas francesas interesadas en la administración del estadio: GL Events y Lagardère.

"Todos torcemos para que se halle una solución cuanto antes. Más allá de lo que representa para el deporte, el Maracaná es un símbolo cultural de Brasil", subrayó el ministro Picciani.

Imagen: partes de las instalaciones de los Juegos Olímpicos 2016. Foto: Reuters

Fuente:Reuters



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