Desde España, en cada hueco de la agenda, Mauricio Macri chateó la última semana con ministros y asesores en comunicación para saber en qué punto estaba la confección del discurso que dará el 1 de marzo para inaugurar las sesiones ordinarias en el Congreso. El Presidente hizo correcciones, pidió datos puntuales y llamó a los referentes de cada ministerio para disipar dudas que le iban surgiendo. Hubo idas y vueltas en la confección del primer borrador: nunca, ni como jefe de Gobierno ni en la primera disertación que dio como jefe de Estado, la cuestión se manejó con tanto hermetismo. El texto no está terminado, pero ya hay algunas definiciones: será una exposición corta (menos de 45 minutos) en la que Macri hará un repaso de los logros de la gestión, no abundará en la herencia kirchnerista -como sí se hizo en su debut ante la Asamblea Legislativa- y difícilmente haya un tema dominante, pero sí uno que no pasará inadvertido: la corrupción.

Macri convocará a los legisladores a fomentar medidas en favor de la transparencia y propondrá que aprueben la ley de responsabilidad de empresas, que prevé fuertes penas para las personas jurídicas -entre ellas las empresas- que cometan hechos de corrupción. Se trata de una ley que fue enviada al Parlamento a mediados del año pasado, cuando la Justicia desnudaba casi a diario detalles de la corrupción del gobierno anterior con la obra pública. El proyecto contempla distintas penas, desde la suspensión de las actividades hasta un máximo de 10 años, pasando por la prohibición de participar en licitaciones públicas y la quita de la personería jurídica.

La Casa Rosada viene trabajando en varios decretos luego del impacto que causó la polémica por el convenio que firmó el Estado con el Grupo Socma por la deuda del Correo Argentino. El propio Macri ordenó avanzar con una serie de iniciativas para establecer un protocolo de actuación ante casos en los que intervengan familiares de funcionarios y, eventualmente, se puedan producir conflictos de intereses. “El tema estará el miércoles de algún modo. No nos vamos a hacer los distraídos. Vamos a demostrar que somos distintos a los K”, dijo una alta fuente del Ejecutivo.

No faltan voces que alerten sobre el delicado momento para hablar de corrupción o de conflictos de intereses. Algún funcionario planteó que habría que esquivar el tema, pese a que Macri dijo en campaña que sería uno de sus ejes. El Gobierno tiene más de 50 funcionarios imputados en poco más de un año de administración. Por eso, otros funcionarios insisten con que hay que actuar “al revés” de cómo lo hacía Cristina Kirchner: enfrentar cada caso y no oponerse a los procesos en marcha.

Ayer, en el almuerzo que Macri compartió en Madrid con Ernesto Sanz y Emilio Monzó le advirtieron sobre una posible movida de los legisladores de Frente para la Victoria -los más identificado con La Cámpora- para dañar su imagen en el ingreso al recinto: aparecerían con carteles en sus bancas haciendo referencia al acuerdo del Estado con el Congreso.

El equipo que pule cada párrrafo del discurso está liderado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Lo ayudan el secretario General de la presidencia, Fernando De Andreis y uno de sus colaboradores, Fernando Santillán (ex CIPPEC); el filósofo Alejandro Rozitchner y dos jóvenes que ya venían trabajando en la Ciudad, Julieta Herrero y Daniela Brocco.

Entre los hechos que Macri resaltará están previstas referencias al blanqueo de capitales, a la ley de reparación histórica a los jubilados y la salida del cepo. Macri también mencionará que la economía volverá a crecer después de varios años, convocará a “mejorar la calidad educativa” e insistirá en que puso en marcha el plan “más ambicioso” de la historia en términos de infraestructura. Buscará hacerlo siempre con un tono que muestre “positividad, cercanía y futuro”.Fuente:Santiago Fioriti