DEPORTES
12 de marzo de 2017
Sergio Ramos da la victoria al Madrid frente al Betis
Otro cabezazo decisivo del camero en el 81 da la victoria 2 a 1 al cuadro de Zidane frente a un rocoso cuadro andaluz.
De nuevo un cabezazo de su capitán rescata a un conjunto muy atascado frente a un rival firme y con opciones hasta el final. Los de Zidane recuperan el liderato
Ya no es noticia, pero copa titulares: al rescate del Madrid, Sergio Ramos. Es la seña de identidad de este Real, con más tirones de épica y arrebato camero que buen fútbol. Ocurrió ante un Betis que tuvo aplomo suficiente para atascar a los de Zidane. De manera inopinada, por su bacheado y sosaina transitar por esta Liga, les tuvo en las cuerdas hasta que Sergio Ramos cogió la pértiga e hizo de Sergio Ramos. Encima, este tipo no marca goles de engorde, de los que no tienen más valor que el gol en sí mismo. Lo suyo son dianas que puntúan, casi siempre con la trama en combustión, cuando tantos y tantos tiritan. En esta oportunidad, el andaluz fue suficiente para devolver al Madrid al liderato. Y, por el camino, aliviar a su portero, Keylor, que se tragó un gol de traca, de esos que deprimen durante un tiempo.
Arrancó chisposo el Madrid, con Isco y James muy activos. La pelota transitaba con buen volumen, con el Betis anestesiado, frágil con y sin el balón. El equipo de Zidane se plantaba con tan asiduidad como sencillez en las zonas calientes de la meta visitante. El partido solo tenía una dirección, con un Madrid en ruta hacia Adán, por el embudo y por los costados. Nada hacía presagiar un repentino desplome. Así fue al cuarto de hora.
El cuadro local, quizá convencido de la faena de aliño, se gripó sin motivo. Bajó la escala musical, amodorrado con la pelota, y el Betis se sintió invitado a la partida. En apenas diez minutos, los chicos de Víctor soltaron amarras y comenzó un extraño periplo de Keylor Navas. De entrada, muy acertado en una salida con los pies ante Rubén Castro. A continuación, el primero de los arcanos de la noche. Sanabria puso a Brasanac ante los morros del meta costarricense y este le derribó fuera del área. Solo el árbitro, el imprevisible Mateu, sabrá qué demonios vio para no expulsar al portero. Para justificarse se ahorró hasta la clamorosa falta. Si Keylor Navas ya estaba en el alambre, nadie podía imaginar lo sucedido un par de minutos después. Sanabria cazó un dentro de Durmisi y el portero madridista blocó el balón sin aparente complejidad. Un simulacro. Se le escurrió entre los guantes y con un par de manotazos terminales embocó en la red propia.
Para rebobinar una pifia similar casi habría que remontarse a la de Arconada en la final de la Eurocopa de 1984, cuando, al igual que a Keylor, el balón le sacó la lengua cuando lo creía amordazado. Una jugada tan estrambótica que los estadísticos se apresuraron a desempolvar la última vez que un guardameta del Madrid se hizo un gol: Miguel Ángel, en Atocha, en 1975. Malos tiempos para Keylor, al que la hinchada ya intuía hace tiempo que no es el Keylor del curso pasado. ¿O sí? Su paradón en el último suspiro ante un cabezazo de Sanabria sí recordó al mejor Keylor. En esta jornada, el hombre tuvo de todo.
El tremendo gazapo del costarricense sacudió aún más al Madrid, que se vio en desventaja por quinta vez en los últimos seis partidos. Demasiadas pájaras iniciales, ya sean por eso que Zidane subraya como falta de intensidad, por acierto del adversario o por deslices sobrenaturales como el de Keylor. Y no es que el Betis fuera un trueno. Con cierto orden, el buen tino de Dani Ceballos para desahogar al equipo y la agitación de Sanabria, le bastó para fundir a su distinguido oponente.
De la fresca puesta en escena del Real se viró hacia un Real sin otro argumento que Marcelo. Sin otro ingenio, el equipo se entregó de forma rutinaria a los centros en vuelo o terrestres del lateral brasileño, enquistado como extremo. Sin otra idea, el Madrid, jugando al paso, insistió una y otra vez, hasta que en la mejor rosca de la noche de Marcelo, la defensa verdiblanca abrió las puertas al jugador en activo como más goles de cabeza de la Liga: Cristiano Ronaldo. Morata arrastró a dos centrales hacia el primer palo y el luso remató sin moscas a su alrededor. Indefendible para una zaga con tres centrales, tanta montonera para dejar a su aire a un cabeceador como CR. Por 48º encuentro consecutivo el Madrid no se quedó seco.
Nada cambió en la reanudación. El conjunto de Zidane mantuvo la versión borrascosa del primer acto, sin fluidez y poco picante. Sin alardes, los béticos siguieron firmes, y con algunas amenazas para Keylor y su zaga. Al Madrid le faltó el timbre de autoridad que se le supone en carteles así. A falta de mayores sobresaltos en la periferia de Adán, Zidane movió el cesto y dio carrete a Lucas y Benzema en detrimento de James y Morata, a los que esta vez se les hizo muy larga la titularidad.
Con el duelo equilibrado, sin despegar el Madrid, el equipo al fin pudo articular una contra, la suerte que más le gusta. Tras un saque de esquina a favor de los visitantes, Lucas puso el turbo y Piccini, a rebufo, solo alcanzó a sujetar al extremo blanco. Segunda tarjeta y a la ducha el lateral italiano. Como mínimo al Madrid le quedaban doce minutos en superioridad. No se demoró. Y menos Sergio Ramos.
En el primer córner tras la expulsión, entró al área como si fuera una manada y abrochó la victoria local. Lo único chocante de este infinito Sergio Ramos es que el gol solo llegó en el minuto 80. No importa, en este Madrid nadie da la hora como su capitán. Lo suyo ya es pura rutina. Lo mismo da el escenario o el contrincante. No hay bombero como él, ni mejor aguador que Kroos, su socio en esta época Ramos.
Él es el guía para todos, incluido Keylor Navas, al que fue a abrazar de inmediato como consuelo. La respuesta del meta fue su fantástico vuelo final ante Sanabria. El Betis ya no solo maldecía la faena de su paisano Ramos, sino aquel atropello de Keylor a Brasanac. Demasiado castigo.
Cristiano Ronaldo celebra su gol, con James Rodriguez.
14Keylor Navas intenta parar el balón, que tras escurrirsele, sería gol.
Agencias
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