Para ello nada tuvo que ver el rendimiento del equipo de Edgardo Bauza, que fue de flojo a muy flojo, y mucho la calidad del triunfo, conseguido ante un rival que fue el verdugo en las dos últimas grandes frustraciones.

Es que el paladar futbolístico de los hinchas argentinos podía esperar pero de ninguna manera la urgencia de una revancha con los chilenos después de las dos finales de Copa América perdidas por penales y la necesidad de reubicar al equipo en zona de clasificación para el Mundial Rusia 2018.

Dos motivos suficientes para liberar el espíritu festivo y abrazar a la misma selección que se sintió expulsada por falta de afecto allá por noviembre de 2015 tras empatar con Brasil y perder, un mes antes, frente a Ecuador en lo que fue la segunda derrota de la historia como local en las Eliminatorias.

La historia cerró mucho mejor por contar con un Lionel Messi líder, goleador y decisivo para asegurar la victoria número 36 en 51 partidos de clasificación mundialista disputados en Núñez.

El capitán argentino (y también Gabriel Mercado) se ganó el reconocimiento individual del público antes, durante y después del clásico trasandino. Acaso también fue el principal responsable de que las localidades se agotaran dos semanas antes y que algunos pagaran hasta 10.000 pesos en la reventa para entrar al partido.

Su poder de atracción es infinito y su influencia psicológica también porque basta su jerarquía para creer que este seleccionado de Bauza pueda concretar los sueños postergados.

La figura del astro de Barcelona disimuló defectos recurrentes del equipo en el regreso a Núñez: la fragilidad defensiva, la falta de juego en el mediocampo, el apuro de Ángel Di María, la improductividad de Sergio Agüero y la fantasmagórica presencia de Gonzalo Higuaín.

Pero al cabo de todo lo importante de la noche, como lo señaló Bauza en la previa, era volver a ganar, aunque la victoria haya quedado muy lejos de ingresar en la galería de las grandes gestas argentinas por Eliminatorias, sea por volumen de juego o carga emotiva.

Este triunfo en el Monumental -el escenario que más veces albergó a la selección en el país (124)- tuvo demasiado sufrimiento y nulo goce por la floja actuación colectiva pero a los hinchas les alcanzó para celebrarlo como el inicio de una nueva relación con el combinado "albiceleste".

La explosión de las tribunas en el final tras las angustia contenida y el aplauso de despedida al equipo lo dejaron claramente expresado.