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SALUD

22 de abril de 2017

Alimentación infantil: la prohibición absoluta no sirve, porque genera más deseos

Preservar a un hijo de un entorno que constantemente lo invita a probar alimentos poco saludables no es tarea sencilla.

Teresa le explica a su hija Camila, de 3 años, que algunos alimentos  le pueden hacer mal. Y busca transmitirle buenos hábitos desde el ejemplo.  

Preservar a un hijo de un entorno que constantemente lo invita a probar alimentos poco saludables no es tarea sencilla. En la tele y en la vía pública, el bombardeo de publicidades es constante. María Sol Arce lo sabe, y tiene toda una estrategia para tratar de cuidar a Camila, su hija de 3 años.

“Por un lado está lo que debe ser y eso en mi caso está determinado por dos patas: las pautas que nos puede dar un buen pediatra y un jardín que le brinda una buena rutina de alimentación.

Pero después, hay dos situaciones cotidianas que hacen que se pervierta esa rutina. Una son todos los eventos sociales, como cumpleaños, en los que el acceso al azúcar está fuera de control. La otra es toda la publicidad que los llama a querer probar golosinas, chocolates con sorpresa, galletitas con los personajes que les gusta”, explica Teresa, que tiene 37 años y es licenciada en Recursos Humanos. Y ante ese panorama, remarca que “lo más importante es la rutina en el hogar, que ella vea hábitos saludables. Por ejemplo, en mi casa no hay bebidas ni gaseosas, sólo agua o algún jugo natural. En la mesa sólo ve agua, no otra cosa. Y comemos verduras, que aunque ella todavía no come todas, ve que nosotros las comemos”, cuenta.

Ese punto, el del ejemplo, es clave para los especialistas. La nutricionista Mónica Katz lo explica así: “Los chicos incorporan el patrón que ven en la casa. Que haya malos hábitos refleja claramente lo que está pasando puertas adentro”. Y agrega: “Los chicos no nos escuchan, nos miran. Por eso tenemos que preguntarnos ‘¿qué ven mis chicos de mí?’”.

Teresa tiene claro, sin embargo, que “la prohibición absoluta no sirve, porque genera más deseo”. Por eso acordaron que haya “ciertos permitidos, tipo malcrianza de tíos y abuelos”. Para esta familia de Barracas también es importante “explicarle por qué las cosas hacen mal”.

Teresa reconoce que la posibilidad de resguardarla completamente a Camila de los alimentos poco saludables es muy difícil: “Que transgrede, sí transgrede, pero no es la regla comer esas cosas. Es una excepción”. Y admite que “el azúcar como parte de su dieta está, es inevitable”.

“En nuestra experiencia, entendimos que lo que el chico ve, el chico quiere. La alimentación de Camila estuvo súper controlada hasta el año y medio. En cuanto empezó el jardín maternal, también lo controlamos, pero ya empezó a probar otras cosas, como jugos y golosinas. Pero bueno, cuando me mira con cara de ‘¿puedo?’ le digo que es mejor tomar agua”, añade María Sol. Y cuenta orgullosa que hasta ahora Camila “se regula sola”, pero esta mamá sabe que en poco tiempo más, cuando la nena, por ejemplo, se quede sola en los cumpleaños, no podrá seguirla tan de cerca. “Prefiero que sea a los 4 y no a los 2”, admite, con razón



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