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15 de mayo de 2017

¿La inteligencia artificial amenaza a los abogados?

Desterrada la creencia de que la tecnología sólo afectará el trabajo fabril, en los estudios temen por la reducción de las tareas a cargo de los humanos

Los avances de la inteligencia artificial (IA) adaptada al trabajo legal han llevado a algunos abogados a preocuparse. ¿Su profesión puede ser la próxima víctima de Silicon Valley?


Estudios recientes y personas que trabajan en el software con el que se busca automatizar el trabajo de los abogados, dicen que la adopción de IA en los estudios será un proceso lento, tarea por tarea. Dicho de otro modo, un robot no está por reemplazar a su abogado. Al menos, no pronto.

"Existe la visión popular de que si se puede automatizar un aspecto del trabajo, el resto va a ir inexorablemente por el mismo camino" dice Frank Levy, economista laboral del Massachusetts Institute of Technology. "Eso no es cierto, o sólo rara vez lo es", agrega.


Una técnica de inteligencia artificial, llamada procesamiento de lenguaje natural, se ha mostrado útil para escanear y predecir qué documentos serán importantes para un caso. Pero otras tareas, como asesorar a los clientes, escribir informes, negociar y aparecer en la corte, parecen estar fuera del alcance de la informatización, al menos por ahora.

"La pregunta interesante es dónde va a estar la tecnología en tres a cinco años -dice Ben Allgrove, socio de Baker McKenzie, un estudio con 4600 abogados-. "La respuesta honesta es que no sabemos."

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Dana Remus, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carolina del Norte, y Levy analizaron la amenaza que representa la automatización para los abogados de grandes estudios. La conclusión fue que la instalación de toda la nueva tecnología legal resultaría en una baja del 13% de las horas trabajadas. Pero una tasa de adopción de tecnologías más realista reduciría las horas laborales a un ritmo de 2,5% anual a lo largo de un lustro. El estudio sugiere que la revisión básica de documentación ya ha sido tercerizada o automatizada en los grandes estudios, y ahora sólo el 4% del tiempo de los abogados está dedicado a esa tarea.

Su conclusión gradualista tiene eco en otras investigaciones. En enero, el McKinsey Global Institute concluyó que, aplicando la tecnología ampliamente disponible o en prueba de laboratorio, el 23% del trabajo del abogado puede ser automatizado.

La tecnología irá desglosando aspectos del trabajo legal a lo largo de las próximas dos décadas, en vez de que ello ocurra en uno o dos años, según dicen expertos legales. Los abogados de alta paga dedicarán su tiempo a trabajos en los escalones superiores de la escalera de tareas. Otros servicios legales serán realizados por personas no recibidas -el equivalente legal de practicantes de enfermería- o por la tecnología.

Los clientes corporativos frecuentemente ya no están dispuestos a pagar altas tarifas horarias a estudios para que abogados de poca experiencia hagan trabajo rutinario. Esas tareas ya son automatizadas y tercerizadas.

Se entiende que el socio del estudio del futuro será un líder de equipo "y más de uno de los actores será una máquina", describe Michael Mills, abogado y jefe de Estrategia de la firma de tecnología legal Neota Logic.

El ritmo del avance de la tecnología es notoriamente impredecible. Durante años, algunos economistas dijeron que el trabajo de rutina como el que se realiza en una fábrica podía reducirse a un conjunto de reglas informatizables. Suponían que los profesionales, como los abogados, estaban a salvo.

Pero el avance de la inteligencia artificial terminó con ese supuesto. La tecnología destrabó la tarea rutinaria de buscar pasajes relevantes en documentos.

"Nuestra industria está siendo conmocionada y deberíamos hacer algo, no sólo ser víctimas", señala John Fernandez, jefe de Innovación de la firma Dentons.

El estudio Baker McKenzie creó recientemente un comité de innovación con socios de alto rango para seguir las tecnologías legales que van surgiendo y fijar una estrategia. La inteligencia artificial genera gran interés, pero los estudios hoy la están usando principalmente en "tareas de búsqueda" a través del descubrimiento electrónico, los análisis financieros y la revisión de contratos, dijo Allgrove.

Según la consultora CB Insights, más de 280 nuevas firmas de tecnología legal han reunido US$ 757 millones desde 2012. En muchas de estas nuevas empresas los avances son alentadores pero medidos, y cada una se concentra en un área específica del derecho o en cierta tarea legal. Su software aprende con el tiempo, pero sólo tras ser entrenado con gran esfuerzo por humanos.

Cuando Alexander Hudek -un científico informático que participó en el proyecto del genoma humano- se dedicó a la automatización de la revisión de contratos legales en 2011, consideró que adaptaría algoritmos estándar y que sería un trabajo de cuatro meses. Pero le llevó dos años y medio refinar el software para que pudiera identificar conceptos como cláusulas contractuales de no competencia, explica Hudek, jefe de Tecnología de Kira Systems. El programa de Kira reduce en mucho la cantidad de documentos que la gente debe leer, pero aún se requiere de la atenta mirada de humanos.

En Miami, Luis Salazar, socio de un estudio de cinco abogados, comenzó a usar software de Ross Intelligence para casos de quiebras. Si uno pide el caso más similar al que tiene entre manos, el programa -basado en parte en la tecnología de inteligencia artificial Watson de IBM- lee miles de casos y presenta una lista ordenada de los más relevantes.

Escéptico la principio, comparó la eficiencia del programa de Ross con su propio trabajo. Luego de 10 horas de buscar en bases de datos legales online, encontró un caso cuyos datos casi repetían los del que estaba analizando. El programa de Ross encontró ese caso casi instantáneamente. Y Salazar se siente muy impresionado por un servicio de memos que Ross está desarrollando: dice que los resultados son indistinguibles de un memo escrito por un abogado. "Asusta un poco. Si la tecnología se vuelve aún mejor, mucha gente podría perder su trabajo", advierte.

De todas formas, Jimoh Ovbiagele, jefe de Tecnología de Ross, dice que el programa es bueno para entender preguntas y casos, pero que no es un gran escritor,

James Yoon, abogado de Palo Alto California, recuerda a 1999 como el año pico de la vieja manera de practicar el derecho. Un gran caso de patentes entonces, dijo, podía necesitar del trabajo de tres socios, cinco abogados asociados y cuatro para-legales. Hoy, un caso comparable requeriría de un socio, dos asociados y un paralegal. Dos factores obvios llevaron a la reducción: el ajuste del presupuesto para cuestiones legales, y las tecnologías que automatizaron tareas.

Esto último se da principalmente en las tareas rutinarias. "Por el momento, la experiencia es algo por lo que la gente está dispuesta a pagar -concluye Yoon-: lo que los clientes no quieren pagar es trabajo rutinario."

Traducción de Gabriel Zadunaisky



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