19 de septiembre de 2017
Sin rastros de Maldonado en las tierras ocupadas por los Mapuches
Unos 370 efectivos de diferentes fuerzas participaron en el rastrillaje; se identificó a todos los pobladores; el hermano del joven artesano increpó al juez porque se le impidió intervenir
ESQUEL.- Fue uno de los mayores allanamientos en la historia del país y contó con una coordinación inédita de tropas de elite. Un total de 370 efectivos se desplegaron ayer en el Pu Lof en Resistencia, en el departamento de Cushamen, para hallar algún rastro de Santiago Maldonado , el joven artesano que desapareció hace más de 45 días. El saldo, sin embargo, fue negativo, aunque se pudieron cumplir varias medidas judiciales ordenadas por
El rastrillaje, que comenzó a las seis de la mañana con extremada reserva y sigilo, tuvo visos hollywoodenses por la logística empleada: abarcó la totalidad del territorio ocupado por la comunidad mapuche en la estancia Leleque, del grupo Benetton. En esas 1260 hectáreas de cruda estepa y cerros, enmarcadas por los Andes en el horizonte, varias divisiones del Departamento de Cinotecnia, con 26 perros entrenados en búsqueda de restos humanos, barrieron el predio durante 14 horas. Buscaron sin éxito algún indicio de que el joven oriundo de 25 de Mayo pudiera haber sido sepultado allí
Buzos tácticos de la Prefectura y de la Policía Federal también inspeccionaron de forma exhaustiva ambas márgenes del serpenteante río Chubut. A lo largo de seis kilómetros de ribera, las inmersiones se extendieron durante toda la jornada y se iniciaron un kilómetro aguas arriba del lof, hasta peinar todo el curso de agua.
El allanamiento, ordenado por el magistrado Otranto que hace 45 días busca al joven, agotó las posibilidades de hallarlo allí, según señalaron fuentes de la investigación, por lo que se presume que no se realizarán en el lugar otras diligencias.
El juez allanó las siete viviendas precarias, levantadas en madera, adobe y plástico, y dispersas por el predio. Además secuestró mochilas, celulares, ropa y camperas para descartar por medio de pericias científicas que alguna de esas prendas le pertenezca.
Entre las medidas ordenas estaba la de identificar a los ocupantes de esos ranchos. Por eso, cuando los 54 miembros del GEOF irrumpieron al amanecer y sorprendieron a los moradores, dispersos sobre el terreno, siete jóvenes quedaron demorados. Ninguno opuso resistencia.
Como de entrada todos se negaron a revelar sus identidades, la policía utilizó el Morfo Raph Id, una tecnología de última generación para leer huellas dactilares.
En la construcción que actúa como guardia permanente, cerca de la tranquera de ingreso, el GEOF demoró a Matías Santana, el testigo mapuche que declaró haber visto cómo la Gendarmería golpeaba y detenía a Maldonado el 1° de agosto. Santana oficiaba de vigía -según relataron testigos presenciales- junto a otro weychafe (guardián-guerrero), cuya identidad no trascendió.
Si bien estaba previsto que el allanamiento se extendiera varios días, para realizar la reconstrucción del procedimiento que derivó en la desaparición de Maldonado, la fiscal Silvina Ávila detectó que un sector de la barrera de sauces sobre el río Chubut había sido cortado en ambas márgenes, presuntamente para despejar la visual y acreditar que desde la ribera Santana pudo divisar el momento en que Maldonado era arrastrado cuesta arriba de la hondonada y subido a un Unimog, como denunció. Según observaron fuentes del caso, esa acción de tala supondría una modificación de la escena, con lo cual la medida judicial fue aplazada.
Un momento sumamente tenso protagonizó el juez Otranto cuando Sergio Maldonado, hermano del joven desaparecido, quiso presenciar la medida judicial junto a su abogada, Verónica Heredia.
"Vos decís que mi hermano se ahogó y hacés un allanamiento 40 días después", le espetó Maldonado al juez desde la tranquera de ingreso.
"Vos no vas a ser nunca camarista. Tu cabeza va a rodar", lo amenazó, según contaron testigos.
Otranto le negó el ingreso a la familia querellante y a todas las partes. Y sólo flexibilizó su negativa horas después, cuando finalmente entraron veedores de organismos de derechos humanos y uno de los letrados de la Gendarmería.
Eduardo Saquero, de la APDH y querellante en la causa de desaparición forzada, se descompuso dentro del predio, por lo que debió ser atendido por personal de bomberos.
Salvo los entredichos con el juez -según pudo reconstruir LA NACION-, el mega allanamiento se desarrolló sin violencia, en parte por que la ruta 40, desde el ingreso a Leleque hasta el cruce con El Maitén, se mantuvo cortada toda la jornada.
En ambos extremos hubo manifestaciones de repudio hacia el juez y la medida judicial por defensores de DD.HH. y simpatizantes de la causa mapuche.
Junto a la irrupción en el lof, el GEOF -secundado por los grupos especiales GE-1 y Albatros- allanó en simultáneo otra comunidad mapuche, cerca de Epuyén, distante unos 8 km del lugar donde desapareció Maldonado.
Anteayer, una denuncia de vecinos de El Maitén había advertido a las autoridades que allí se escondía Maldonado.
El resultado fue negativo, pero en las dos viviendas registradas, pertenecientes a las familias Calfucan, se secuestraron una carabina, un revólver calibre 22 con municiones, 10.000 pesos en efectivo y celulares.
Agotada la búsqueda de Maldonado en el lof, se estima al haber sido identificados siete de sus moradores, éstos puedan ser convocados como testigos para relatar en los tribunales federal lo que pudieran haber visto allí el 1° de agosto.
El enigma sobre qué pudo haber pasado con el joven tatuador, dónde se halla y si está vivo o falleció son todas circunstancias que se intentan desentrañar.
Aunque la verdad parece alejarse cada día más con un sinnúmero de hipótesis que están lejos de ser probadas.
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