El fin de la transición, un presidente fortalecido por las urnas en las últimas elecciones legislativas,  le comunicó a la dirigencia política con representación en el Parlamentaria y las provincias, a los empresarios y a los sindicalistas sus planes de reforma, en forma de contrato de adhesión.

"Tenemos que avanzar en reformas donde cada uno ceda un poco, empezando por los que tienen poder, y no solo hablando de la política. Y tenemos que hacerlo en base a la confianza, con buena fe, sin doble discursos, abandonando etiquetas y prejuicios para que ese diálogo fluya", dijo el primer mandatario desde la cúpula del Centro Cultural Kirchner (CCK).

Sin previo aviso la procuradora general Alejandra Gils Carbó le presentó al ministro Germán Garavano su renuncia.

"Somos la generación que está cambiando la Argentina para siempre, estamos sentado la bases para desarrollarnos", celebró. Además, exhortó a todos los presente a "decirnos la verdad, rechazar la violencia, buscar el diálogo y la paz". 

El mensaje fue unidireccional. Hubo una sola voz: la del Presidente, que en 44 minutos, sin interrupciones, bajó los lineamientos de las reformas que pretende llevar a cabo en la segunda parte de su (primer) mandato.

Hoy delineó los ejes de lo que pretende que se concrete en su primer gobierno pleno. Y lo hizo con una firmeza y una seriedad poco usuales, con tono de asamblea legislativa. No dio ni siquiera lugar a su habitual veta humorística. Fue un discurso fundacional.

"Tenemos que avanzar en reformas donde cada uno ceda un poco, empezando por los que tiene poder, y no solo hablado de la política. Y tenemos que hacerlo en confianza, sin doble discursos, abandonando etiquetas para que ese diálogo fluya", indicó antes gobernadores entre los que se observaban caras de preocupación (tal es el caso de Alicia Kirchner), o quienes asentían ante cada afirmación presidencial (con Rosana Bertone a la cabeza).

Es lo que cambió el triunfo de su fuerza en más del 60% del territorio nacional, con la cosecha de casi el 42% por ciento de votos en todo el país y con la victoria en más de la mitad de las provincias y en casi todas las capitales y grandes ciudades argentinas. Macri lo resumió y consagró en una frase: "Los argentinos maduramos."

Sobre la base de ese poder Macri dejó claro que los vectores de su propuesta no son negociables. "Debemos ceder algo para que gane el conjunto".

"No se tratar de ajustar o sacar, sino poder poner, de ceder en algo, para que gane el conjunto" de la sociedad, afirmó al presentar su agenda de reformas y llamar a un "reformismo permanente" del Estado.

"No hay excusas para no animarse". Argumentos que dejan poco lugar para la discusión, mucho más si la propuesta se presenta como el camino para reducir la pobreza. Así lo dijo Macri.

Los ejes resumidos en la liberación del potencial económico (reducir el déficit fiscal, bajar la inflación y reducir la carga impositiva), la creación empleo y la mejora de la calidad institucional (incluida la lucha contra la corrupción) interpelaron y comprometieron a todos los sectores presentes.

"Para lograr cualquier reforma es importante que haya diálogos con los representantes de cada sector. Todos tiene que ser parte de la negociación: sindicatos, gobiernos y empresas. Necesitamos sentarnos en la mesa y ver punto por punto qué se puede resolver", expresó. "Es ahora o nunca", remarcó.

La ineficiencia del Estado (tanto nacional como en sus versiones subnacionales), el costo de la política, la evasión fiscal o la falta de asunción de riesgo de los empresarios y los privilegios sindicales estuvieron en el meollo del planteo presidencial y aunque no hubo demasiados detalles de los proyectos en marcha, fue lo suficientemente explícito en muchos temas y, mostró que no está dispuesto a tolerar demoras.

                               
"Hay una sociedad que ya no admite la impunidad”.​

             " En vez de quedarnos mirando los fracasos del pasado tenemos que mirar al futuro”.

                                                     ¿NACE UNA NUEVA ARGENTINA?