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10 de diciembre de 2017

California arde producto de un gran insendio

El fuego que comenzó el domingo pasado en la zona ha quemado ya 60.000 hectáreas. El sábado estaba controlado en un 15%. Casi 4.000 personas y 30 helicópteros trabajaban el sábado en este incendio.

Eran alrededor de las nueve y media de la noche del lunes cuando Art Denny recibió un mensaje de texto de una vecina que decía: “Salid de ahí”. El fuego bajaba por el monte de enfrente de su casa de campo en Santa Paula, en los alrededores de Ventura, California. El viento era muy fuerte. Su esposa y su hija de 19 años se fueron de la casa. Él las acompañó a casa de un vecino y trató de volver a defender su parcela, donde tenía un depósito de 10.000 litros de agua con el que pensaba combatir las llamas. Llegó tarde. El fuego saltó la carretera en un momento. “Cayó un torbellino de fuego y no pudimos hacer nada”, decía este sábado frente a los restos calcinados de su casa. “Había oído hablar de ello, pero no lo había visto nunca. Era literalmente un torbellino de fuego”.

Un hombre observa desde la autopista el incendio de Ventura, California, el jueves.

En la otra punta de Ventura, cientos de vecinos de barrios acomodados que se extienden entre viñedos y fincas frutícolas esperaban a que el Ejército les permitiera volver a sus casas, escoltados por los militares en pequeños transportes. El fuego sigue activo a pocos metros de estos barrios y puede cambiar en cualquier momento. Renee Pawn hacía cola esperando que la llevaran a recuperar algunas cosas de su hogar, que se ha salvado milagrosamente en el barrio de Hidden Valley, una zona donde las casas cuestan entre 700.000 y un millón de dólares.

Art Denny, el sábado frente a los restos de su casa de campo en Santa Paula, California.

Art Denny, el sábado frente a los restos de su casa de campo en Santa Paula, California.

El lunes a las 10.30, Pawn ya había acostado a sus hijos, de 6 y 8 años, cuando llegaron los avisos de la evacuación. Salió a la calle y “podía oír el crepitar del fuego”. Hizo una foto de una muralla de fuego que avanzaba la colina delante de su casa. Salieron con “lo puesto”. Agarró a sus dos perros pero no pudo encontrar a su gato, Yoda. “La fuerza está con él”, bromea, esperando que aparezca. Enseña en su móvil las fotos de una hilera de casas enfrente de las que hoy apenas queda la chimenea. Su casa y otras dos de la foto están intactas. “Tengo un ángel en algún sitio cuidándome”.



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