Por Marina Giacometti realizó una recorrida para ver cómo es el lugar, qué actividades se desarrollan y qué piensan quiénes trabajan allí.

El lanzamiento del megaproyecto para la construcción de un Polo Audiovisual en la Isla Demarchi, con un rascacielos de 335 metros de altura -uno de los más altos del continente- y un estadio cubierto con capacidad para 15 mil personas, volvió a poner el foco de atención en esa pequeña porción de la Ciudad casi desconocida para la mayoría de los porteños.

Caminar la península de 120 mil metros cuadrados que se extiende al sur de Puerto Madero, detrás de la ex Ciudad deportiva de Boca Juniors, es internarse en una zona portuaria, que combina depósitos y astilleros en desuso, 

con edificios donde se realizan tareas vinculadas con la actividad naviera, como la Escuela Nacional Fluvial, la Dirección de Vías Navegables ytalleres de dragado y balizamiento, operados por empresas privadas, una de ellas de origen belga.

Por momentos, la Isla Demarchi parece una ciudad fantasma. De difícil acceso -los únicos colectivos que llegan a la zona son el 4 y el 2-, el escenario lo dominan grandes barcos pesqueros, viejas estructuras cubiertas de óxido y chatarra de todo tipo. La calma y el silencio del lugar solo es interrumpido por ladridos, el canto de los pájaros y el sonido de algún buque que navega por el Riachuelo rumbo al Río de la Plata.

En otros, la civilización irrumpe en el recorrido, de la mano de algunos autos, camiones de carga que andan y desandan las pocas calles abiertas en el lugar o trabajadores que realizan sus tareas cotidianas. Uno de ellos es Víctor, jardinero que mantiene el predio del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU), donde funciona una escuela de navegación.

 "Nos enteramos del proyecto del Polo Audiovisual, pero a nosotros nos dijeron que nos íbamos a quedar acá", le dijo a INFOnews. Victor contó además que por el momento no se advierten grandes movimientos en el lugar: "A veces vienen y se llevan chatarra, pero eso es habitual".

En la isla también opera un obrador del Grupo Roggio que es utilizado para la ampliación de la línea E de subtes de Plaza de Mayo a Retiro. Uno de los encargados sostuvo: "Por ahora no sabemos nada, pero estamos utilizando estos talleres por la obra del subte, si nos avisan que nos tenemos que ir, levantamos todo y lo llevamos a otro lado".

Si bien el proyecto presidencial genera interés por ser un emprendimiento con una inversión superior a los 2500 millones de pesos, que busca convertirse en uno de los principales atractivos culturales y turísticos de la Ciudad, también despierta el recelo de sectores del sindicalismo vinculados al moyanismo, como Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento, que temen por la reubicación de los inmuebles y la posible pérdida de puestos de trabajo. También se manifestaron en estado de alerta los trabajadores de la Dirección de Vías Navegables, nucleados en ATE.

En ese sentido, uno de los trabajadores de la Isla Demarchi explicó a INFOnews: "Si lo que pretenden construir acá sirve para mejorar la Ciudad, bienvenido sea. Lo único que nosotros queremos es que se respete el trabajo de los compañeros. Otro de ellos advirtió: "Hasta ahora no planificamos nada pero, si es con tiempo, el traslado es factible, porque nuestro trabajo no depende de la isla Demarchi y podemos asentarnos en otro lugar".

El pasado 9 de septiembre, Cristina anunció en cadena nacional que la empresa constructora RIVA SA había sido la elegida para el desarrollo del proyecto que se llevará a cabo en cuatro etapas, durante un periodo de cinco años. Además de la megatorre destinada a la industria audiovisual, habrá 100 mil metros cuadrados de parquización y espacios para gastronomía, hotelería y usos complementarios. La colocación de la piedra fundamental de la obra está prevista para el próximo mes de noviembre.

Un poco de historia

La Isla Demarchi parece haber atravesado varias vidas. Lo que hoy se conoce como un área portuaria en otro momento de su existencia fue una zona de recreación para las clases altas de la época. El terreno, que en sus orígenes perteneció a Juan Lavalle, luego fue adquirido por una familia noble suiza del Piamonte, los Demarchi, que la denominaron con el pintoresco nombre de Isla de los Sauces.

Los Demarchi se conviertieron en una familia tradicional argentina. Fueron accionistas del banco de Italia, también fundaron la vieja farmacia la Estrella y fueron dueños de la Compañía Primitiva de Gas y de Bagley. También se los conoce como los creadores de la bebida "Hesperidina".

Según recordó Cristina Fernández de Kirchner, el 29 de agosto de 2012, durante su discurso de anuncio del proyecto, uno de los Demarchi -el Barón Antonio Demarchi I- se casó con Mercedes Quiroga, la hija del Tigre de los Llanos, el famoso caudillo riojano. Además, según cuenta la historia, allá por 1840, Manuelita Rosas, la hija del Restaurador, llevaba a la isla comitivas de extranjeros a participar de bailes y asados.

Luego, los terrenos fueron donados por la familia Demarchi a la Ciudad de Buenos Aires, y ahí comenzó su relleno como ampliación de Puerto Madero, a comienzos del siglo XX. La isla, que creció con tierras ganadas al Río de la Plata, albergó el Ministerio de Obras Públicas y más tarde, en 1966, la Central Costanera.

Otra curiosidad es que fue en la Isla Demarchi donde River Plate tuvo su primera cancha, detrás de las carboneras Wilson y muy cerca del barrio de La Boca, territorio de sus tradicionales rivales futbolísticos.