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25 de septiembre de 2014

El amigo del vicepresidente apostó por los ladrillos

Compró varias propiedades e invirtió en el mercado inmobiliario. Tiene una casa en el country Santa Bárbara (Tigre) de 1100 metros cuadrados y tres inmuebles en Capital.

También adquirió terrenos en los lujosos barrios privados Fincas de San Vicente y Lagos de San Eliseo. Pero sus declaraciones juradas no reflejan el valor real: declaró por el total de sus propiedades $3,5 millones.

Pero la foto distorsiona la realidad: su patrimonio supera lo declarado. Un buen ejemplo son sus propiedades: cotizó los siete inmuebles por un total de $3,5 millones, un monto muy inferior al valor de mercado. Además, en su última presentación no incluye, entre otras cosas, los activos a nombre de su esposa, María Lillia Vieytes, que en 2011 (el último ejercicio en que se incluyó información de cónyuges) tenía más de un millón de pesos en bonos, entre otros activos.

CONDOMINIOS EN MIAMI

Fardi también invierte en el exterior. El número dos de la CNV declaró una participación en la sociedad Mahe Prop por $2 millones. Pero omitió informar sobre su actividad en Tiguama LLC, Exim Trade LLC y BCNMia2 LLC, esta última a nombre de su mujer. Estas compañías compraron en 2011 al menos tres viviendas en Miami, según publicó Clarín. Son lujosos condominios frente al mar que superan los $1,5 millones de dólares de acuerdo al valor de mercado que publican los registros públicos del condado.

Las sociedades permanecen activas hasta la actualidad. Según documentos a los que accedió LA NACION, Fardi y su mujer realizaron una hipoteca sobre uno de los inmuebles por 237.000 dólares con fecha de 30 de enero de 2014.

POLÉMICA EN LA ANSES

Antes de ingresar a la función pública, Fardi trabajó en las consultoras Maxinver y Assets Consulting Group. Ingresó en 2008 a la Anses , donde conoció a Boudou. Se hizo cargo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, la millonaria caja del organismo que invertía fondos públicos en la Bolsa.

Las operaciones del funcionario quedaron bajo sospecha: es investigado por la Justicia por supuesta compra irregular de acciones, una causa que tramita Norberto Oyarbide .

El diputado Claudio Lozano acusó a Fardi de beneficiar a dos empresas de las que él era accionista al momento de las operaciones: Quickfood y Mirgor. El legislador opositor presentará esta semana una denuncia ante el Consejo de la Magistratura por "obstrucción de Justicia" por parte de Oyarbide. "La causa avanzaba en el juzgado de [María] Servini de Cubría hasta que pasó sospechosamente a Oyarbide. No sólo no hizo nada desde que recibió el expediente (marzo de 2013), sino que además hizo desaparecer la prueba más importante, que eran sus declaraciones juradas", explicó el diputado Lozano.

Las operaciones de Fardi quedaron bajo sospecha: es investigado por la Justicia por supuesta compra irregular de acciones cuando estaba en la Anses.
 


Hernán Fardi, vicepresidente de la CNV. Foto: LA NACION 
Cuando se hizo pública la denuncia, Fardi aclaró que ya se había desprendido las acciones. Sin embargo, los activos correspondientes a la venta del portafolio no fueron consignados en su declaración jurada de 2009. LA NACION tuvo acceso a sus siete presentaciones como funcionario público. En cambio, el paquete accionario de Fardi volvió a aparecer en su presentación de 2013 con un saldo de $0. Entre los papeles aparecen Banco Macro, Quickfood, Mirgor, Acindar, Banco Hipotecario, Petrobras, Siderar, Pampa Holding, Telecom, Banco Patagonia y Tenaris.

Las deudas de Fardi suman más sospechas. Le debe $3,1 millones a la sociedad de bolsa Besfamille SA. "Este operador fue clave durante su operación irregular porque eran quiénes compraban acciones de sus empresas a comienzos de la jornada, a sabiendas de que la Anses desembarcaría más tarde y elevaría el precio de las acciones. Fardi después vendía, a través de Besfamille, a un precio mucho mayor", afirmó Lozano.

LA NACION se comunicó en reiteradas ocasiones con la oficina del vicepresidente de la CNV, pero el funcionario decidió no responder.

ARTE

Ya en 2012, Fardi expandió su capital a distintas sociedades. Declaró una participación de $3,3 millones en Grido SA, una compañía de productos de limpieza, más de $2 millones en Vifavet SA y Animals SA, empresas que vende insumos veterinarios, y en Calle Roy SRL, la sociedad titular del bar Makena, en Palermo.

Pero la más excéntrica inversión de Fardi fue su colección de arte plástico. Compró en 2012, cuando se aceleraron sus ganancias, una pinacoteca con 70 cuadros que el funcionario cotizó en $250.000. "Es la forma más sencilla de lavar dinero porque los cuadros no tienen casi ningún tipo de control. Declarar a bajo precio es un viejo truco porque el día de mañana lo vende a un millón de pesos y tiene una ganancia en blanco de todo ese dinero", explicó Alfredo Popritkin, titular de la ONG Contadores Forenses y ex perito de la Corte Suprema.

El promedio del precio impuesto por Fardi es de $3500 por cada obra de arte. Según pudo saber este medio, ningún cuadro con un mínimo de recorrido por el circuito artístico porteño está valuado por debajo de los $40.000. En cambio, "Niño en el patio" y "Pescadores", las piezas más baratas de la colección de Fardi cotizan 110 pesos.

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