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DEPORTES

10 de junio de 2018

Rafa Nadal campeón de Roland Garros

Por: AFP

Un excepcional Rafa Nadal gana su undécima final de Roland Garros sometiendo a Thiem para elevar a 17 sus coronas de Grand Slam.

Rafa Nadal es irrepetible, un campeón único. Protagoniza una era en Roland Garros que se hará eterna en el tiempo. Nunca se ha visto, y difícilmente se reproducirá, un domino tan acaparador en un evento del máximo nivel deportivo. Pura leyenda el manacorí, que de los 19 a los 32 años, de 2005 a 2018, ha conquistado once títulos en el templo de la tierra batida: 2005 a 2008, 2010 a 2014 y 2017 y 2018.

Una salvajada, por mucho que sea tan excelso su tenis y tan acaparador su domino sobre los adversarios que pueda invitar a reconvertir lo excepcional en lógica. Rafa Nadal se negó en redondo a que la gente caiga en la tentación de considerar una rutina de que él gane en tierra batida.

Una reclamación justa. Merece el reconocimiento a su condición de extraterrestre, que no procede únicamente de un talento privilegiado, sino que se ha basado desde el principio en el trabajo y en el afán por ser cada día mejor, atravesando no pocos instantes de mucho dolor, físico porque las lesiones se han ido reiterando y también psicológico ya que frenaban la preparación del siguiente objetivo. Lloró con el trofeo en sus manos, hace tres meses estaba de baja por una dolencia en el psoas ilíaco de la pierna derecha, y él lo tenía presente.


Nadal no sólo tiene 11 Roland Garros, sino que ha dominado con puño de hierro las 11 finales disputadas. Un pleno excepcional. El rey paró los pies del candidato a heredero, el austríaco Dominic Thiem, 24 años y nº 8 mundial. Ganó 6-4, 6-3 y 6-2 en 2h.42’ de exhibición de cómo ha construido y conservado una hegemonía épica en el Estadio Philippe Chatrier.

No faltó el tinte de emoción que tanto va asociada a su figura, cuando pidió que apareciesen ‘trainer’ y médico para ser atendido del antebrazo izquierdo varias veces. Era ya la tercera manga, como para que el balear se viniese abajo. El calambre en el dedo corazón de la mano asustó, pero pronto hubo remedio. Ni así perdonó en la sentencia. Por si acaso, incluso la aceleró, con la lógica tensión del ‘match-ball’. Necesitó un quinto con saque para finiquitar . Le respetó hasta la lluvia, que no apareció hasta minutos después de la conclusión.

Rindió al centroeuropeo sometiéndolo a un desgaste insoportable para cualquiera. Los golpes y la estrategia de Rafa Nadal son letales, pero su contundencia mental derrumba definitivamente al adversario. A mayor presión, mejor respuesta de quien continuará siendo número uno, ya que cumplió el obligado requisito para dejar atrás en el ranking a Roger Federer: levantar la undécima Copa de los Mosqueteros, entregada por el australiano Ken Rosewall y acompañada de un talón por 2.200.000 euros. En la grada, Toni Nadal, reapareciendo desde su asiento de costumbre a la vera de Carlos Moyà.

Suma Nadal 17 coronas de Grand Slam, a 3 del propio Federer. En mujeres Margaret Court también ganó 11 veces el Open de Australia, que forman parte de su récord de 24 ‘majors’, que aspira a igualar algún día Serena Williams (23), tras batir el récord profesional de Steffi Graf (22).

No es el español el más laureado de este deporte, pero no hay quien disponga de una trituradora igual en un mismo elemento, en su caso la tierra batida. Son estadísticas que hay que repasar en detalle para evitar el desmayo de incredulidad: ha ganado 415 partidos en esa superficie, cediendo sólo 34. En Roland Garros se ha impuesto en 86 de 88 encuentros. Atesora el récord con 57 títulos, para un global en su palmarés de 79.
Dominic Thiem, novato en una final de Grand Slam, aseguró tener un plan, en virtud de que es el único tenista capaz de batir a Rafa Nadal en arcilla los dos últimos años. El austríaco, verdugo en Madrid, quiso fortalecerse antes de acudir a la confrontación definitiva, décima en tierra entre ellos y que es favorable a Nadal por 7-3.

No aguantó ni una hora. Se rehizo del 2-0 Nadal recobrando enseguida el ‘break’, pero jugando al límite de sus capacidades. Intensidad máxima, ese ritmo infernal que para el balear es natural y que supone un infierno para el adversario. Aun atosigado, Thiem fue remontando bolas de rotura hasta el 5-4 Nadal. La presión, en la raqueta del centroeuropeo, que se deshizo como la mantequilla encadenando cuatro errores consecutivos para 6-4 en 57 minutos.

Camino abierto para que Nadal asentase su tenis con un toque más agresivo, firmase puntos que arrancan el aplauso del espectador y minan la moral del oponente. Lo imposible es posible con Rafa, capaz de meter una bola complicada en la misma línea, inventarse un passing de revés cortado que no cabía en la imaginación del rival y también levantar una bola al cielo para marear a un Thiem que estrelló ese smash en la red.

Nadal no es de este mundo y Thiem, sí. Rafa representa la excepción, una especie única de campeón. Y los que estén pensando en el 12º Roland Garros, que se lo guarden para sí, no se lo comenten a Nadal. Sólo él sabe realmente lo que le cuesta y se ha ganado el derecho a disfrutar del 11º.

Nadal, problemas en un dedo

Rafa Nadal, estirándose los dedos de la mano izquierda. Pidió la asistencia del fisioterapeuta y el médico en los inicios del tercer set

Rafa Nadal, estirándose los dedos de la mano izquierda. Pidió la asistencia del fisioterapeuta y el médico en los inicios del tercer set

 

Con 2-1 y 30-15 en la tercera manga, tras un saque, pidió enseguida asistencia del fisioterapeuta. Rafa se estiraba los dedos como si se hubiesen dormido. Con 3-2 el ‘trainer’ regresó a la pista, y mientras masajeaba al manacorí, éste tomaba una pastilla ofrecida por el médico. Luego explicó que un dedo se acalambró, que no podía cerrar la mano, pero que en dos minutos empezó a sentirse mejor, una vez se deshizo del vendaje compresivo.

 

 

 



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