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17 de octubre de 2014

Cómo es el sistema por el que trabajan 22.000 presos en las cárceles argentinas

Los detenidos con acceso al trabajo representan apenas un 37% del total; cuánto deberían cobrar, qué actividades realizan; beneficios y críticas

Lo primero que recuerda del día en que salió en libertad es poder cruzar la calle y tomarse un colectivo sin tener que pedirle permiso a nadie. Lo siguiente es la incertidumbre. Con más de 40 años edad y 11 de prisión sobre sus espaldas intuía que nadie iba a darle trabajo. Se equivocó: la misma gente que había ido varias veces a la cárcel a enseñarle a realizar tareas de herrería y otras actividades lo contrató para trabajar en una empresa.

Hace ya un año que Mario* está libre y todos los días va a su lugar de trabajo donde realiza diversas tareas. Ayudó en el armado de unas escaleras, hace arreglos mecánicos y da una mano en todo lo que le piden, a cambio de un sueldo y la posibilidad de mantener su cabeza ocupada.

"No me olvidé de lo que hice ni del tiempo que pasé en la cárcel, pero trabajando en prisión y ahora afuera logré que eso no ocupe todo el tiempo mi mente. Pude empezar de cero", asegura.

La Ley 24.660 (de Ejecución de la pena privativa de la libertad) establece que las personas detenidas en las cárceles argentinas tienen derecho al trabajo remunerado. La normativa determina que el trabajo "no se impondrá como castigo, no será aflictivo, denigrante, infamante ni forzado, propenderá a la formación y al mejoramiento de los hábitos laborales y procurará la capacitación del interno para desempeñarse en la vida libre y deberá ser remunerado".

Según el último informe publicado del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP), en el año 2012 un 53% de los presos (32.592) de todo el país no tenía trabajo remunerado en la cárcel. Ese porcentaje se mantuvo relativamente estable en los últimos 5 años. En tanto, de los que sí realizan tareas laborales en prisión (22.664), un 17,95 % trabaja hasta 40 horas semanales.

Otro dato llamativo es que el 58% (35.506) de las personas presas en todo el país tenía trabajo al momento de ser detenida.

En cambio, la situación es muy diferente si sólo se tienen en cuenta las cárceles que están bajo la órbita del Servicio Penitenciario Federal. En el año 2012, casi el 69 por ciento (6750) de los presos en cárceles federales tenía trabajo remunerado.


 

TRABAJAR EN PRISIÓN PARA PODER TRABAJAR AFUERA

Mientras estuvo detenido, en un penal de la provincia de Buenos Aires, Mario también trabajó. Así fue como conoció a su actual empleador, Federico Cuomo, presidente de la Unión Industrial de Avellaneda y dueño de una empresa.

"Desde 2008 voy a las cárceles a capacitar a internos laboralmente. Mario es el segundo ex convicto que contrato para la empresa", cuenta Cuomo. "La experiencia fue muy buena con los dos. Yo creo en perdonar y dar una oportunidad", explica.

 

Yo creo en perdonar y dar una oportunidad

 

Cuomo ahora participa de charlas de motivación en diferentes prisiones junto a un grupo de pastores evangélicos. "Puedo ir y contarles a los que están detenidos algo que es una realidad: que dos hombres que estuvieron presos como ellos pudieron rehacer sus vidas, enderezarse, formar familias", relata. Y añade: "Quisiera que esto se contagie a otros sectores y que desde la política se generen planes de estímulo para que otras personas también se animen a dar oportunidades".

"Mi sueño es que algún día se puedan realizar microemprendimientos en las cárceles que sean rentables para las personas cuando están detenidas y a su vez les permita trabajar cuando salen", insiste Cuomo.

QUÉ ACTIVIDADES PUEDEN REALIZAR

 

 Armar bolsas de papel es una de las actividades laborales que pueden realizar los presos. Foto: LA NACION / Guadalupe Aizaga

 

 

Existen varios tipos de actividades laborales que un preso puede realizar. Según detalla Rubén Marino Paredes, presidente del Consejo Directivo del Ente de Cooperación Técnica y Financiera (En.co.pe), organismo a cargo de regular la oferta laboral en el Sistema Penitenciario Federal, estas son :

 

  • Talleres productivos: agricultura, forrajería, amaranto, alimento balanceado, yerbal, cría de bovinos, cabras, porcinos, ovinos, aves, ñandúes, invernada, tambo, quesería, horticultura y huerta.
  • Talleres industriales: producción de muebles, artículos deportivos, productos de limpieza, aserradero, imprenta, herrería, tapicería, bloquearía, braille, encuadernación, tejido, panadería, repostería, sandwichería, mecánica, sastrería y sastrería fina, serigrafía, zapatería, carpintería, carpintería metálica, bicicletas, bijouterie y artesanías.
  • Tareas de servicio: fajina de pabellones, talleres.

 

Parte de los talleres son terciarizados. Un relevamiento realizado por la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN) detectó que en el Complejo Penitenciario Federal I (Ezeiza) el 46% de los detenidos realizan trabajos vinculados a talleres terciarizados, mientras que el 36% trabaja en actividades de servicio. En tanto, sólo un 17% participa de los talleres productivos.

En diálogo con LA NACION, el Procurador Penitenciario, Francisco Mungolo sostiene que "lamentablemente las actividades laborales que se ofrecen en prisión son muy limitadas a nivel formativo".

"Hacer bolsitas de papel o trapos de piso a cambio de una remuneración puede ayudar a ocupar el tiempo, pero no capacita a las personas en algo productivo que les permite reinsertarse en el marcado laboral cuando salen de la cárcel", explica.

En ese sentido, el Procurador considera que "los trabajos están pensados en función" del sistema penitenciario. "Es decir, ayudan a reducir la conflictividad y los efectos desestructurantes de la cárcel, que es bueno. Pero no son una verdadera formación profesional para los internos", dice Mugnolo.

CUÁNTO COBRAN Y QUÉ HACEN CON EL SUELDO

 

 Mantener la cabeza ocupada y poder enviar un poco de dinero a la familia, los principales beneficios de trabajar en prisión. Foto: LA NACION / Sebastián Rodeiro

 

La ley dispone que "si los bienes o servicios producidos se destinaren al Estado o a entidades de bien público, el salario del interno no será inferior a las tres cuartas partes del salario mínimo vital móvil [hoy de 4400 pesos]. En los demás casos o cuando la organización del trabajo esté a cargo de una empresa mixta o privada la remuneración será igual al salario de la vida libre correspondiente a la categoría profesional de que se trate".

Sin embargo, la PPN aclara que "siendo trabajadores por jornada los detenidos cobran, en definitiva, según la cantidad de horas que la autoridad penitenciaria sostiene que han trabajado. No existe ningún tipo de instancia donde rebatir esa decisión, por lo que un detenido puede percibir hasta un máximo de 200 horas mensuales". La hora de trabajo se fijó en un valor de 18 pesos, según fuentes de la Procuración.

Entonces, si a un preso se le computaran 200 horas mensuales de trabajo, hecho que la Procuración sostiene que es "infrecuente", a 18 pesos la hora, el sueldo sería de 3600 pesos, de los que se retiene un porcentaje para un fondo de reserva y otros descuentos que dispone la legislación, como la jubilación.

De todos modos, insisten desde la Procuración, "son excepcionales" los casos en los que los presos cobran ese monto ya que "en general les computan una carga horaria mucho menor".

La retención para el fondo de reserva es de un 30% de su sueldo mensual. Este fondo debe ser depositado en una institución bancaria oficial y le será entregado al interno a su egreso por agotamiento de pena, libertad condicional o asistida. En los casos en que el detenido fallece, el fondo de reserva debe pasar a mano de sus herederos.

En tanto, la ley vigente dispone, entre otros descuentos, la retención de un 25 % para costear los gastos que el preso cause en el establecimiento, pero la Corte Suprema de Justicia consideró inconstitucional ese descuento en un fallo en el que sostuvo que "pesa sobre el Estado el deber de custodia de todas las personas que están sometidas a detención preventiva o condena".

 

La mayoría de los detenidos utiliza el salario para pasarles dinero a sus familiares fuera de prisión

 

La mayoría de los detenidos utiliza el salario para pasarles dinero a sus familiares fuera de prisión. Muchas de las personas que están presas son jefes o jefas de hogares y esta remuneración tal vez sea la única que percibe su familia.

"En general a la mitad de la plata la usás para autoabastecimiento, para mejorar las condiciones del encierro, por ejemplo, en cuanto a la comida. Cuando yo estaba preso, compraba, entre otras cosas, condimentos para darle más sabor a los alimentos y cosas por el estilo", cuenta a LA NACION Cacho*, un hombre que estuvo preso.

"A la otra mitad del sueldo se la das a tu familia. Eso te permite reposicionarte como proveedor. Estando preso es una ayuda psicológica saber que podés dar una mano a los de afuera, aunque el monto es mínimo", sostiene.

CAPACITACIÓN Y BENEFICIOS DEL TRABAJO

Los datos del SNEEP de 2012 muestran que el 78% (47.792) de los presos no recibió capacitación laboral en la cárcel. En las cárceles federales ese porcentaje es del 74% (7313 presos).


 

"En conjunto con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y con el Ministerio de Trabajo de la Nación se llevan a cabo convenios con diversos organismos como CGERA, SMATA, UOCRA o INTI, quienes dictan cursos de capacitación en diversas especialidades entregando certificación a los participantes de los mismos", relata Paredes, el titular del En.co.pe. "Para el año en curso se encuentran planificados unos 40 cursos y se está trabajando para el cronograma 2015", añade.

"Es bueno tener la experiencia laboral. Empecé sin saber nada. Hace cinco años que trabajo en la imprenta, unas 8 horas por día. Manejo las máquinas. Te mantiene ocupado todo el día", cuenta Julio*, un interno que está detenido en el Complejo I de Ezeiza.

Lo mismo opina Carlos*, compañero de Julio. "La experiencia laboral es lo que más valoramos, más que el dinero, que si bien cuando una condena es larga podés acumular una buena suma que ayuda mucho al momento de salir de acá, no es lo primordial", dice. En la imprenta de Ezeiza se hacen las facturas, libros, la papelería y la encuadernación de todo el material interno y algunas impresiones para afuera.

"Yo trabajé desde en una chanchería a fines de los 80, cuando por la crisis nos comíamos los desperdicios que había que darle a los chanchos, hasta en la imprenta de la cárcel de Devoto", cuenta a LA NACION Cacho, que estuvo detenido en varias prisiones del país.

 

Trabajar es la única manera de no volverse loco en un lugar como la cárcel

 

"Ninguno de los trabajos que hice me sirvieron de capacitación para trabajar afuera de la cárcel. Pero sí me ayudaron a mantener la cabeza ocupada y a ganar unos pesos mientras estuve detenido", explica Cacho, que hoy da clases de informática para la tercera edad y talleres literarios, además de manejar un remis y un flete.

En cambio Mario, el hombre que hoy trabaja en una empresa, en prisión pudo estudiar para maestro mayor de obra, aprendió a reparar computadoras y a hacer trabajos de carpintería. En sus tiempos libres leía libros de electricidad y mecánica. "Es la única manera de no volverse loco en un lugar como la cárcel", dice. Y añade: "Ayudás a la familia y a la vez lográs sobrevivir".Por Sol Amaya  | LA NACION

*Los nombres de estas personas han sido modificados para proteger sus identidades.



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