La presidenta reelecta de Brasil destinó los momentos iniciales de su primera aparición pública a dar el pie para que sea ovacionado el fundador del PT, quien ya manifestó su disposición a ser candidato en 2018. Y luego se centró en sus rivales, a quienes realizó un llamado a la “paz y la unión”.

La presidenta reelecta de Brasil, Dilma Rousseff, realizó hoy un enfático llamado a los restantes partidos de la oposición para que “nos unamos en favor del futuro de nuestro país”. La primera mandataria, que obtuvo la posibilidad de gobernar cuatro años más tras imponerse en segunda vuelta por 51,64% a 48,36% a Aecio Neves, candidato del PSDB, dedicó los momentos iniciales de su primera aparición pública a dar el pie para que sea ovacionado el fundador del PT y ex presidente Lula Da Silva, quien ya manifestó su disposición a ser candidato en 2018. “Quiero agradecer al militante número 1 de las causas populares del Brasil, Inacio Lula Da Silva”, dijo Dilma para dar pie a una extendida ovación al ex sindicalista y máxima figura del PT. “Lula, Lula, Dilma, Dilma”, corearon los simpatizantes.

Y luego se centró en sus rivales, a quienes realizó un llamado a la “paz y la unión”. Los mensajes a la oposición, en clave de llamado al diálogo, apertura de espacios de consenso y unidad, fueron el nudo de su discurso tras oficiliazarse los resultados que la dieron como ganadora. “Mi esperanza, mi seguridad, es que viene un futuro de debate, de encuentro de posiciones”, dijo Dima, tras lo cual fue explícita: “Mis primeras palabras son un llamado a la paz y la unidad; en las democracias maduras la unidad no es necesariamente el resultado de la igualdad de ideas, sino de la confrontación de posiciones y de la convivencia en la diferencia, estoy dispuesta al diálogo”.

Las apelaciones de Dilma al diálogo trascienden las agrias disputas que se sucedieron en la campaña política y remiten también a las grietas que se abrieron en la sociedad brasileña encarnadas en los “indignados” y otros sectores que, con sus movilizaciones, en particular las que repudiaban los gastos que demandaría la organización del mundial del fútbol, pusieron en apuros a la administración de Rousseff. Ese espíritu “indignado” no encontró, por ahora, un canal político homogéneo pero se coló en la campaña con las insinuasiones de castigo electoral que se perfilaron a través, primero de Marina Silva, y luego con Aecio Neves, que obligó finalmente a la actual presidenta a ir a una segunda vuelta en la que hasta último momento las encuestas auguraban un final muy reñido, lo que las urnas confirmaron. Fuente: El Globo