Dembelé seguirá siendo el protagonista de la actualidad azulgrana, pero en esta ocasión por sus méritos deportivos. El francés, puesto en el disparadero en las últimas semanas por su supuesta indisciplina, rescató al Barça, un equipo excesivamente rácano que terminó ahogado por sus limitaciones y por la agresividad del rival, con un gol en el minuto 90. El resultado (1-1) permite a los azulgranas mantener un liderato que estuvo en el alero, pero vuelve a sembrar dudas sobre su capacidad para ser campeones.

El miedo presidió desde el inicio el duelo en la cumbre entre los dos más claros aspirantes al título esta temporada. Uno por omisión, el Barça, consciente de que el empate era un gran resultado en el campo de su máximo rival. El Atlético de Madrid, maniatado por la disciplina de un ‘Cholo’ Simeone que nada arriesga ante rivales que considera ofensivos. La propuesta de ambos fue insuficiente para llevarse los tres puntos y solo el gol de Diego Costa elevó la tensión de un partido que en lo demás resultó decepcionante.

La baja de Rakitic obligó a Valverde a tomar decisiones. Y la crucial fue apostar por un centro del campo de mucha contención. Quería suturar el técnico la sangría defensiva de las últimas semanas, sabedor de que encajar un gol en el Wanda podría suponer una penalización importante. Vidal y Sergi Roberto escoltaron a Busquets y Arthur, y el Barça fue claro reflejo de la falta de profundidad que su técnico proponía.

Ambos equipos se olvidaron de la existencia de las áreas y esperaron al error del rival. El Atlético primó su protección y buscó el espacio con transiciones rápidas, pero no era el día para sorprender a un Barça excesivamente académico. El control perteneció a los azulgranas en el inicio, pero el partido se inclinó del lado Atlético cuando el paso de los minutos precipitó el juego en desorden.

El Barça mostró ambición del triunfo en la reanudación. Ayudó la entrada de Rafinha en lugar del lesionado Sergi Roberto . Fueron minutos de una presión intensa que embotelló al Atlético en área propia. Pero el equipo de Valverde careció de la finura necesaria para entrar la armadura conformada por el ‘Cholo’. Ni en sus mejores momentos sería capaz el Barça de generar una ocasión clara sobre la portería de Oblak.

Trifulca a trifulca, enredo a enredo, el Atlético fue ganando metros. Las broncas se sucedieron y la tensión fue borrando del partido al Barça, que perdió la paciencia por agotamiento. Y si hay alguien que se mueve bien en esas situaciones es Diego Costa, que fue protagonista de varios rifi-rafes hasta que logró batir de un cabezazo severo a Ter Stegen.

El brasileño remató sin oposición en el segundo palo un centro desde la derecha. El gol, a falta de diez minutos para el final, era consecuencia de la presión que ejercía el equipo colchonero en campo contrario ante un Barça deshilachado en la construcción. Reaccionó el equipo azulgrana con la entrada de Dembelé, sin más guión que esperar que algún milagro les rescatase del desastre.

El Atlético dio un paso adelante en busca de presionar las salidas azulgranas, pero ello abrió espacios a sus espaldas. No lo aprovechó el Barça hasta el último minuto, cuando Messi encontró a Dembelé en la derecha, y éste, en un alarde de frialdad, batió a Oblak con un disparo seco. Volvía a ser protagonista un futbolista denostado en lo extradeportivo, juzgado en exceso por su elevado precio, pero que demuestra que puede ser decisivo cuando el equipo lo necesita.

Supera un duro examen el Barça, que permanece una semana más como líder sin enviar señales de estar en su mejor momento de la temporada. Tampoco el Atlético mostró más fútbol que en otras visitas del equipo azulgrana a su estadio. Nadie mereció la victoria y el empate dejó a ambos tan contentos como frustrados, porque la Liga sigue abierta de par en par.