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VATICANO

6 de noviembre de 2014

Papa Francisco: El verdadero cristiano no teme “ensuciarse las manos” con los pecadores

VATICANO.- El verdadero cristiano arriesga su vida, su fama y su comodidad para que nadie se pierda, afirmó este jueves el Papa Francisco durante la Misa en la Casa Santa Marta, desde donde llamó a sacerdotes y fieles a no tener miedo “de ensuciarse las manos” para ir al encuentro de los pecadores, y no ser como los fariseos y escribas que para evitar el escándalo se quedan “a mitad del camino”.

“El verdadero pastor, el verdadero cristiano tiene este celo dentro: que nadie se pierda. Y por esto no tienen miedo de ensuciarse las manos. No tienen miedo. Va a donde debe ir. Arriesga su vida, arriesga su fama, se arriesga a perder su comodidad, su estatus, también a perder en la carrera eclesiástica, pero es buen pastor. También los cristianos deben ser así”, señaló el Santo Padre durante su homilía donde abordó la parábola de la oveja y la moneda perdidas.

Francisco recordó que los fariseos y escribas se escandalizaron porque Jesús “acoge a los pecadores y come con ellos”.

“Era un verdadero escándalo en aquel tiempo, para esta gente”. “Imaginemos si en aquel tiempo hubieran existido los periódicos”, expresó el Papa.

“Pero Jesús ha venido para esto: para ir a buscar a aquellos que se habían alejado del Señor”, afirmó el Papa, e indicó que ambas parábolas “nos hacen ver cómo es el corazón del Señor”, pues “Dios no se detiene, Dios no va hasta un cierto punto, Dios va hasta el final, al límite, siempre va al límite; no se detiene a mitad del camino de la salvación, como si dijera: ‘He hecho todo, el problema es de ellos’. Él va siempre, sale, sale al campo”.

En cambio los fariseos y los escribas se detienen a mitad del camino, pues a ellos les importaba que el balance de las ganancias y de las pérdidas fuera más o menos favorable y con esto, estaban tranquilos. “‘Sí, es verdad, he perdido tres monedas, he perdido diez ovejas, pero he ganado tanto’. Esto no entra en la mente de Dios, Dios no es un negociante, Dios es Padre y va a salvar hasta el final, hasta el límite”. Y “el amor de Dios es esto”. Pero “es triste el pastor a mitad de camino”, señaló el Papa.

“Es triste el pastor que abre la puerta de la Iglesia y se queda allí a esperar. Es triste el cristiano que no siente dentro, en su corazón, la necesidad de ir a contar a los demás que el Señor es bueno. ¡Pero cuánta perversión hay en el corazón de aquellos que se creen justos, como estos escribas, estos fariseos! Ellos no quieren ensuciarse las manos con los pecadores. Recordemos aquello, lo que pensaban: ‘si éste fuera profeta, sabría que ésta es una pecadora’. El desprecio. Usaban a la gente y luego la despreciaban”, denunció Francisco.

Por ello, advirtió que “ser un pastor a mitad de camino es una derrota. Un pastor debe tener el corazón de Dios, ir hasta el límite” porque no quiere que nadie se pierda.

“Es tan fácil condenar a los otros, como hacían estos - los publicanos, los pecadores - es tan fácil, pero no es cristiano, no es de hijos de Dios. El Hijo de Dios va al límite, da la vida, como la dio Jesús por los otros. No puede estar tranquilo, cuidando de sí mismo: su comodidad, su fama, su tranquilidad. Recuerden esto: ¡pastores a mitad de camino no, jamás! ¡Cristianos a mitad de camino, jamás! Es lo que ha hecho Jesús", expresó.

El Papa reiteró que “el buen pastor, el buen cristiano sale, está siempre en salida: está en salida de sí mismo, está en salida hacia Dios, en la oración, en la adoración; está en salida hacia los otros para llevar el mensaje de salvación.”

“Estos escribas, fariseos, no lo sabían, no sabían qué era cargar sobre las espaldas la oveja, con aquella ternura, y llevarla de nuevo con las otras a su lugar. Esta gente no sabe qué es la alegría. El cristiano y el pastor a mitad de camino quizás conocen la diversión, la tranquilidad, una cierta paz, ¿pero la alegría? ¿Aquella alegría que hay en el Paraíso, aquella alegría que viene de Dios, aquella alegría que viene precisamente del corazón de padre que va a salvar? ‘He escuchado el lamento de los israelitas y salgo al campo’ ¡Esto es tan bello! No tener miedo de que se hable mal de nosotros por ir a encontrarnos con hermanos y hermanas que están alejados del Señor. Pidamos esta gracia para cada uno de nosotros y por nuestra Madre, la Santa Iglesia”, concluyó.



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