Copa Libertadores:River Plate y Boca Juniors van a disputar hoy domingo 9 de diciembre, en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid, el Superclásico más importante.  El encuentro de vuelta, y por tanto definitivo, de la final de la Copa Libertadores 2018. 

Banderazo en los hoteles de España.Foto:Captura Web

El fútbol ya es lo de menos, aunque hoy (20.30 h) volverá a ser lo más importante mientras dure un encuentro que los aficionados argentinos, unánimemente, consideran que no debería jugarse fuera del país, y mucho menos en España.

Aunque en esta final el gol en campo contrario no vale doble, el empate de la ida en la bombonera (2-2) daba una teórica ventaja al River por jugar en su estadio y con su público, que ahora se ha diluido al disputarse en cancha neutral y con hinchas del Boca en la grada. Si bien las tácticas son secreto de estado en el fútbol argentino, quien presenta más dudas es el técnico xeneize, Barros Schelotto, que tiene excedente en la punta y podría apostar por un doble nueve con los siempre efectivos Ábila y Benedetto. Por su parte, Gallardo cuenta en el River con una plantilla más limitada pero más conjuntada que el eterno rival.

El Boca empezó ayer con mal pie: su recurso pidiendo no jugar fue tumbado por el Tribunal de Arbitraje Deportivo de Lausana.

Tras el partido, el foco de atención se trasladará al Obelisco de Buenos Aires, donde habrá amplios cortes de calles y gran despliegue policial para evitar disturbios y enfrentamientos entre las dos barras bravas. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, confiaba esta semana a La Vanguardia que “la zona estará controlada”.

Si los técnicos se juegan parte de su prestigio (ya logrado) y la gloria, esos 22 también pueden jugarse el futuro en la memoria de los hinchas y en sus cuentas bancarias. La flor y nata de empresarios y ojeadores estará en el Bernabéu. Si Palacio ya es dado como hombre de Real Madrid, Pity Martínez, Borré, Pavón, Benedetto, Barrios, Abila y hasta el pibe Almendra y el chico Julián Alvarez, si juegan un rato, tendrán la mejor vidriera posible calculando un salto al mercado europeo. No hay un lugar mejor para ofrecer calidad que en una final. 

Más o menos se sabe cómo River y Boca llegaron a Madrid. Lo que no está claro todavía es quién puso el dinero. Ni cómo fueron las gestiones de la Conmebol. Los dirigentes sudamericanos también ponen en juego su devaluada credibilidad. No puede salir más este experimento estrafalario de trasladar a Europa una final sudamericana. Pero si sale bien no hay que ser adivino que se tomará casi como una prueba piloto. Y también para los europeos La Liga ya tiene un proyecto de llevar Girona-Barcelona a Miami, por ejemplo. No sea cosa que el fútbol sea un espectáculo trashumante en los los años siguientes. Tal vez sea el futuro. Y mientras tanto, los aficionados se muestran impotentes y se martirizan reenviando memes como este: “Estuvimos 500 años para independizarnos de los españoles y una final de fútbol de Argentina se va a jugar en Madrid. Para colmo, la copa se llama Libertadores de América”.

En el atardecer del verano porteño pero en la noche invernal española, River o Boca serán campeones de la Libertadores. El país futbolero estará en vilo hasta ese entonces. Es extraño. Será raro. Será inolvidable. Ojalá sea en paz.